Vecino silencioso. Блейк Пирс
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Vecino silencioso - Блейк Пирс страница 4
–Lo sé, pero es lo que estás pensando. Y no te culpo. Ahora que he visto lo que había en ese diario y es cómo que… No sé… como que ahora lo veo todo… Yo también pienso que es mi culpa. Si te hubiera escuchado antes de que todo esto hubiera empezado las cosas habrían sido diferentes. Antes de Ruthanne, antes de conseguir mi trabajo en el FBI…
–No hagas eso. Concentrémonos en el futuro. Averigüemos qué podemos hacer.
–¡No hay nada que hacer!
Chloe se sorprendió a sí misma cuando se escuchó gritarle esas palabras a su hermana. Pero luego de decirlas, ya no había vuelta atrás.
–Chloe, yo…
–Arruiné todo. Te fallé a ti, a mamá y a mí. Esta soy yo ahora. Tengo que vivir con esto y solo…
–Pero podemos resolverlo juntas, ¿verdad? Mira, no me molesta esta inversión de roles, pero no soporto verte torturándote a ti misma de esta manera.
–Ahora no, no puedo lidiar con ello ahora mismo. Tengo que resolver algunas cosas.
–Entonces déjame ayudarte.
Chloe se sintió sofocada. También sintió que estaba a punto de explotar otra vez, pero apretó los puños y fue capaz de calmarlo.
–Danielle ―dijo tan lenta y pacientemente como pudo―, aprecio tu intención y te amo por estar tan preocupada. Pero por ahora necesito manejar esto sola. Entre más molestes y presiones, más difícil será. Así que, por favor… solo por ahora… ¿puedes irte?
Chloe vio como cambiaba la expresión de Danielle. Parecía decepcionada. O tal vez era algo más parecido a la tristeza. Chloe no lo sabía y, francamente, en ese momento no le importaba.
Danielle dejó su cerveza casi llena en la mesa ratona, y se puso de pie.
–Quiero que me llames cuando termines de estar distante.
–No estoy distante.
–No sé cómo estás ―dijo Danielle mientras abría la puerta para irse―. Pero distante sonaba mejor que decir que te comportas como una perra.
Antes de que Chloe pudiera responderle algo, Danielle se fue, cerrando la puerta detrás de ella.
Chloe hubiera deseado que Danielle cerrara la puerta de un portazo. De esa forma, al menos sabría que había algún tipo de sentimiento, alguna señal de que Danielle estaba tan enojada como Chloe. Pero solo se escuchó el suave clic de la puerta al cerrarse y nada más.
Chloe se sentó en silencio durante el resto de la tarde y todo lo que había logrado al día siguiente era aumentar el número de botellas de cerveza vacías en la basura.
CAPÍTULO DOS
El domingo, Chloe estaba sentada en el estacionamiento para visitantes fuera del Centro de Detención de Washington DC. Miró el edificio por un momento antes de salir del coche, tratando de entender exactamente por qué estaba allí.
Sabía la respuesta, pero era algo difícil de aceptar. Estaba allí porque extrañaba a Moulton. Era una verdad que nunca diría en voz alta, era un tema delicado que tenía problemas para procesar. Pero la pura y simple verdad era que necesitaba a alguien que la consolara y desde que se había mudado a Washington, Moulton había ocupado el lugar de esa figura. Curiosamente, era algo de lo que no se había dado cuenta hasta que él fue enviado a prisión por su papel en un fraude financiero.
Al principio, ella pensaba que solo lo extrañaba por la intimidad física, por la necesidad de ser apoyada por un hombre cuando se sentía desanimada y perdida. Pero cuando Danielle se fue ayer de su casa y Chloe se vio a sí misma desesperada por hablar con alguien sobre lo que le estaba pasando, la única persona que se le vino a la mente fue Moulton.
Con el último empujón para motivarse, Chloe salió de su coche y entró por la puerta principal. Usó su identificación federal para entrar, se registró, y luego se sentó en una zona de espera mientras un guardia era enviado a buscar al agente Moulton. La zona de espera estaba casi vacía, aparentemente el domingo no era el día más popular para visitar a los seres queridos en prisión.
No habían pasado ni cinco minutos cuando Moulton apareció por la puerta del fondo de la habitación. La habitación en sí parecía como una especie de salón. Chloe estaba sentada en un sofá, y Moulton se acercó lentamente. La miró con una sonrisa escéptica, como si tratara de entender qué hacia ella ahí.
–¿Te parece bien si me siento aquí? ―preguntó inseguro.
–Sí ―dijo ella, moviéndose para dejarle espacio en el sofá.
–Me alegra verte ―dijo enseguida―. Pero tengo que admitir que también es algo muy inesperado.
–¿Cómo te están tratando aquí?
Puso los ojos en blanco y suspiró. ―Son sobre todo tipos como yo que están aquí por crímenes de guante blanco. No me preocupa que me ataquen en las duchas o que me golpeen en el patio, si a eso es a lo que te refieres. Pero no quiero ni hablar de eso. ¿Cómo va el trabajo? ¿Estás trabajando en algo interesante?
–No. Me pusieron a Rhodes como compañera. Ella y yo hemos estado trabajando en un proyecto de perfiles. A veces se torna un poco aburrido, pero nos mantiene ocupadas.
–¿Se están llevando bien?
–Mucho mejor que la primera vez, eso es seguro.
Él se acercó a ella y volvió a mirarla con una expresión escéptica.
–¿Qué te trae por aquí, Fine?
–Quería verte.
Él sonrió.
–Eso me hace sentir mucho mejor de lo que debería. Pero no me lo creo. No creo que hayas venido solo por eso. ¿Qué pasa?
Ella apartó la vista, empezando a sentirse avergonzada. Mientras se volvía hacia él, finalmente fue capaz de darle una respuesta―: Es por mi padre.
–¿Tu padre? ¿El que apareció en tu vida de nuevo hace unos meses? ¿El que pasó la gran parte de los últimos veinte años en prisión?
–Sí, ese mismo.
–Pensé que estabas feliz por eso, a grandes rasgos al menos.
–Lo estaba. Pero, sucedió algo más. Y luego algo más. Ha sido una gran pila de basura que se sigue acumulando. Y esta última cosa que descubrí… no lo sé. Creo que solo necesito la opinión de alguien que no tenga una conexión con él.
–¿Tal vez de alguien con quien hayas trabajado de cerca antes de que lo metieran en la cárcel?
–Tal vez ―dijo ella, sonriéndole de una forma que parecía bastante coqueta.
–Bueno, escuchar la historia será lo más interesante que me ha sucedido en las últimas dos semanas más o menos. Así que cuéntamela.
A Chloe le tomó unos segundos encontrar el coraje para hablar de un tema tan personal, pero sabía que tenía que hacerlo. Y cuando empezó a contarle a Moulton las constantes advertencias