Cazadores de la pasión. Adrian Andrade
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—Hoy no, lo siento.
—¿A qué se debe? —cuestionó Zefiro para asombro de Alex.
—Además de que unas piedras se dañaron, una sección del sitio comenzó a desprenderse debido a un incidente que hubo en la madrugada, por tanto se encuentran dándole los cuidados necesarios.
—¿Cuánto tiempo tardaran?
—No sabría decirlo con exactitud, pero será un buen rato por las problemáticas presupuestales que ha tenido esta institución con el nuevo gobierno, como seguramente le habrán contado mis jefes.
Zefiro asintió en su incombinable tono formal.
Finalmente llegaron al último segmento del recorrido, para entonces el sol ya residía en su máxima cúspide. Por tal motivo ameritaba un descanso entre la sombra proporcionada por un restaurante fino ubicado justo en las afueras de la zona arqueológica.
—Después de la Pirámide del Sol, la Pirámide de la Luna le sigue en tamaño. Aproximadamente tiene una altura de cuarenta y dos metros y sus fachadas laterales andan entre los ciento cuarenta y cinco metros. Podríamos escalarla desde el sur, pero recientemente los arqueólogos están estudiando unos esqueletos hallados entre unos compartimentos excavados en las capas de la pirámide, por lo que esa opción tampoco es viable.
Desde la Plaza de la Luna, los inversionistas observaban la enorme estructura de la cual Alex les platicaba. Cabe remarcar que a sus espaldas, moraba un altar central rodeado de diversas divisiones internas. A este modelo insólito se le refería como la Cruz Teotihuacana.
—¿Qué hacen con los artefactos encontrados?
—Permanecen un tiempo en su lugar hasta garantizarse su seguridad de desplazarse. Eventualmente son estudiados por el personal responsable dentro de las instalaciones del instituto mientras otros permanecen bajo el custodio de voluntarios.
—¿Voluntariados?
—Debido a la demanda de muchas piezas, nuestras instalaciones no son suficientes para almacenar todo lo hallado por tanto tenemos un programa de custodios, descuiden son personas altamente calificadas y de confianza.
—Interesante —concluyó Obeth.
—¿Alguna otra inquietud?
El silencio volvió a reinar.
—El futuro siempre está en la mente de todos, pero no es más que una ilusión porque su naturaleza es inexistente. No ha sucedido todavía y no sabemos si vaya a suceder de esa forma anticipada o imaginada. Es impredecible, más tenemos la alternativa de obtener una noción mediante la exploración de nuestro pasado. Como podrán darse cuenta, ahí está la clave —Alex señaló alrededor de Teotihuacán—. Los aztecas bautizaron esta zona como la Ciudad de los Dioses y tras décadas de persistentes estudios, investigaciones y excavaciones, se han hecho grandes descubrimientos gracias al avance de las tecnologías. No obstante, adquirir estas herramientas viene de un alto costo. Por consiguiente, si deciden unirse a esta noble cruzada, obtendrán no sólo un incremento en sus inversiones sino poseerán los orígenes de la humanidad como también los de sus secretos para construir un mejor futuro.
—Excelente elección de palabras, Licenciado Romero.
Alex aguardó en silencio ante la presencia del Dr. Tessier.
—Caballeros, es hora de reanudar las negociaciones, si son tan amables de seguirme.
Los inversionistas acudieron con el Dr. Tessier mientras Alex permaneció atento a las indicaciones de Gerardo, su jefe directo.
—Te puedes retirar a comer, pero regresarás a cubrir los siguientes dos turnos.
—¿Qué? ¡Hice todo lo que me pediste!
Gerardo le arrojó la cartera a sus pies.
—El ingreso a la última cámara fue cancelada porque casualmente la abertura se colapsó, así de la nada; pero ambos no creemos en casualidades ¿verdad Alejandro?
—Lo Siento —dejó escapar con insinceridad.
—Eso está por verse.
Alex deseaba haberse revisado sus bolsillos antes de haber emergido del Templo de la Serpiente Emplumada, si no fuese por la distracción de Caleb, quizás y se hubiera librado de este importante detalle, pero ya no era posible cambiar dicho tropiezo.
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