Sindicalismo Combativo. Guillermo Pacagnini

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Sindicalismo Combativo - Guillermo Pacagnini

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las secuelas de la revolución traicionada, desató una verdadera campaña golpeando sobre la conciencia de millones con una consigna: “el socialismo fracasó”. Intentaron distintas recetas para ponerle un nuevo rostro al capitalismo. Pero no lo lograron. No hubo “tercera vía” ni populismos que no terminaran en nuevas crisis. Y hoy el que se derrumba es el muro capitalista.

      En la etapa actual, el sistema capitalista no puede otorgar ninguna concesión duradera y está en una crisis global que degrada al ser humano, destruye la naturaleza y pone en riesgo la vida en el planeta. Se pone al rojo vivo la opción histórica socialismo o barbarie. Al mismo tiempo, debemos decir que si el capitalismo sobrevive es sólo por la falta de una dirección revolucionaria y a partir de la explotación cada día más intensa de la clase trabajadora. Y que los tiempos que se viven configuran condiciones objetivas favorables, una gran oportunidad para avanzar en construir esa dirección.

      En este marco histórico muy escueto se desarrolla el movimiento obrero argentino. Sobre su historia es preciso refutar cuatro mentiras que se implantaron sobre la conciencia de la clase obrera argentina.

      Hay una historia oficial de la génesis y el desarrollo de nuestra clase obrera. Es la que escribieron algunos voceros de la burguesía, la que imponen las patronales, la que difunden los gobiernos y transmite la burocracia sindical. Un verdadero fraude histórico que, así como niega la lucha de clases y educa en la conciliación, pretendiendo hacernos creer que hay patrones buenos y malos, también tergiversa los orígenes y el carácter de nuestra clase para hacerlos funcionales a los intereses de los de arriba.

      Hay cuatro mentiras principales que se gestaron en los albores del peronismo y el desarrollo de la burocracia. Hay otras, pero queremos centrarnos muy sintéticamente en éstas, porque son las que hay que desterrar a la hora de abrir camino hacia el sindicalismo clasista.

       1. “La clase obrera argentina es diferente a las demás del mundo”

      Nos han querido explicar que nuestra clase no ha sido internacionalista, que es adherente a la doctrina social de la Iglesia Católica, que tiene un carácter exclusivamente nacional. La prueba sería que, a diferencia de otros países, aquí no se canta La Internacional en los actos de las centrales obreras.

      La realidad es muy distinta. Nuestra clase en sus inicios, a fines del siglo XIX, ha sido internacionalista y de origen marxista. Justamente en su formación tiene la marca genética de las corrientes inmigratorias que le dieron origen, con una transmisión fundamental de la experiencia de la clase obrera europea, la más avanzada de aquella época, con un bagaje político y de organización de décadas. Del marxismo alemán, de los comuneros franceses y su tradición socialista, del anarquismo italiano. Nuestro sindicalismo nació internacionalista y bajo la influencia de la Iª y de la IIª Internacional. De la Iª Internacional (Asociación Internacional de los Trabajadores, AIT), que era un frente único de sindicatos, partidos y cooperativas obreras, recibimos el legado de La Internacional, el himno mundial de los trabajadores, que se cantaba habitualmente en nuestro país. Hay evidencias que, en la sede de la primera sociedad de resistencia en Río Gallegos, embrión de sindicato, flameó la bandera roja. Las primeras “secciones” referenciadas en la AIT estaban organizadas por su idioma de origen: francés, alemán, italiano. Raimundo Wilmart, un militante de origen belga, fue representante de las agrupaciones argentinas en el Congreso de La Haya de 1872.

      En el seno de estas agrupaciones fundacionales se dieron los primeros debates entre los límites de la lucha económica y la necesidad de una lucha política para liberar a las y los trabajadores. Los primeros y célebres debates entre marxistas socialistas, propugnando la organización de los trabajadores, versus las concepciones anti-organizativas de los anarquistas. Estaba internalizada en los luchadores de esa época la convicción de que la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos, la necesidad de la independencia de clase y de la solidaridad internacional. Un obrero alemán, por caso, era considerado un hermano de clase y enemigo de toda patronal incluso argentina.

      Por supuesto, si algo quisieron borrar de esta memoria histórica fue que el proceso no se quedó en los debates y se pasó a la práctica. Hacia fines de siglo hubo acciones internacionalistas como las movilizaciones de oposición a la guerra con Chile, de solidaridad con la huelga de los obreros ingleses y la lucha obrera en Italia.

      De la IIª Internacional y las organizaciones referenciadas nos queda la convocatoria a luchas y las primeras huelgas por la jornada de 8 horas. En 1890 se celebró por primera vez el 1º de Mayo: pese a las diferencias, hubo un acto unitario de socialistas y anarquistas. Asimismo fue masivo el acto de repudio a la ejecución en EE.UU. de los activistas italianos Sacco y Vanzetti en 1927, repudio que reflejó el arraigo del internacionalismo proletario.

      Por último, esta mentira de la clase obrera nacional se completa con la falsedad de su raigambre en la doctrina social de la Iglesia. Las raíces históricas demuestran lo contrario. El sindicalismo naciente fue clasista y se forjó combatiendo y derrotando los intentos de institucionalizar sindicatos cristianos que fomentaban la conciliación de clases, impulsados por el cura Federico Grote, también inmigrante. Vocero del socialcristianismo, enfrentó las huelgas activamente y se apoyó en la naciente Unión Industrial. Pero no pudo derrotar al movimiento obrero y su carácter clasista: la FORA1 y sus sindicatos se fortalecieron y terminaron reclutando a la base obrera que inicialmente se había organizado en los círculos de obreros católicos. Grote terminó colaborando en poner en pie al Partido Demócrata Cristiano. Luego, la Iglesia cambió de tácticas para combatir las “ideas foráneas y ateas”: empezó a actuar de manera encubierta y a través de la burocracia sindical.

       2.“La clase obrera organizada nació con el peronismo”

      Es la segunda gran mentira del fraude histórico. La clase no fue siempre peronista ni “los sindicatos son de Perón”. Ahora vemos un peronismo fragmentado, sin la base social orgánica de antaño, y una burocracia decadente. Son los efectos de la crisis histórica y estructural del peronismo. Pero el peronismo tuvo una fuerza tremenda y hegemónica en la dirección del movimiento obrero por más de cuatro décadas y su correa de transmisión dentro de la clase, la burocracia sindical, ha sido una losa que se fue resquebrajando pero que todavía controla los aparatos sindicales. Ella fue una de las principales divulgadoras de la falacia de que la clase nació con el peronismo y su estrategia fue cortar la memoria histórica.

      Pero la historia real fue otra. Nuestra clase no nació con un pensamiento monolítico: había en su seno libertad de tendencias y opiniones, en las primeras federaciones interactuaban diferentes posiciones, pero siempre con un común denominador: la independencia de clase. Defendían el carácter clasista de la organización sindical.

      El peronismo fue altamente contradictorio como fenómeno, sobre todo durante el primer gobierno en que había una economía superavitaria que permitió concesiones de todo tipo y con la lucha se arrancaron muchas e importantes conquistas, entre ellas organizativas como las comisiones internas. Pero a la vez, la contracara de esas conquistas fue la estatización de los sindicatos, la acelerada burocratización de sus dirigentes, con crecientes privilegios dirigidos a cortar esa experiencia clasista e internacionalista acumulada desde principios de siglo y mutarla por la colaboración de clases, el movimiento policlasista y el carácter nacional del movimiento obrero. Una muestra de ello es que el 1° de Mayo, de ser el día internacional de lucha de las y los trabajadores, pasó a llamarse la “fiesta del trabajo”: una oda a la colaboración de clases.

      De la mano de la crisis del PJ y la burocracia hoy de nuevo se plantea volver a esas fuentes; a la libertad sindical, la independencia

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