E-Pack Bianca septiembre 2020. Varias Autoras
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Si te ha gustado este libro…
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Capítulo 1
EL CORAZÓN de Milly palpitó de emoción cuando vio el nombre de Brooke en la pantalla de su viejo teléfono móvil. Hacía mucho que no sabía nada de su famosa y sofisticada media hermana. Brooke solía tener una actitud fría y crítica con ella, pero sabía que cuando la llamaba era porque la necesitaba. Le gustaba sentirse necesitada, y en el fondo estaba convencida de que la quería, aunque fuese demasiado orgullosa como para reconocerlo.
Si no la viera como alguien en quien podía confiar, no le hablaría de sus asuntos privados. Además, solo se tenían la una a la otra; no les quedaba ningún pariente vivo. Y con lo revuelta que estaba la vida de Brooke por culpa del tirano posesivo con el que había cometido el error de casarse, tampoco le extrañaba que la necesitara. ¿Qué clase de hombre intentaría dinamitar la carrera de su esposa? ¿Qué hombre querría divorciarse de una mujer tan hermosa y con tanto talento solo por un rumor de que le había engañado con otro? Brooke le había dicho entre sollozos, al contárselo, que se negaba a escucharla y que estaba empezando a pensar que le había tendido una trampa porque quería deshacerse de ella, que estaba convencida de que había pagado a aquel baboso para llevarla engañada a una habitación de hotel y luego difundir la mentira de que se había acostado con ella.
–Brooke, ¡qué sorpresa! –exclamó–. ¿Cómo es…?
–Escucha, Milly, necesito tu ayuda –la interrumpió Brooke–. Tienes que hacerte pasar por mí. Solo será unos días.
–¿Unos días? –repitió Milly desconcertada. Se había hecho pasar por ella otras veces, pero nunca más de unas horas–. ¿Cómo voy a hacer eso? Aunque nos parezcamos, en cuanto abra la boca la gente se daría cuenta de que no soy…
–Te alojarás en un hotel de lujo en el centro de Londres –replicó Brooke con aspereza–. No tendrás que hablar con nadie más que con el servicio de habitaciones; ni podrás salir de la suite.
Milly frunció el ceño.
–Pero… cuando dices unos días… ¿de cuántos días estamos hablando? –inquirió nerviosa.
–Cinco o seis nada más.
–¿Cinco o seis? Pero es que no puedo faltar tantos días al trabajo… –contestó Milly, en un tono de disculpa–. No quiero perder mi empleo.
–¡Por amor de Dios!, ¡eres camarera, no neurocirujana! –le recordó Brooke con brusquedad–. En esta época del año puedes encontrar trabajos eventuales en cualquier sitio, y si necesitas que vuelva a pagarte el alquiler, lo haré.
Milly se sonrojó. Era verdad que podría encontrar otro empleo con relativa facilidad, y si Brooke la compensaba pagándole el alquiler de su estudio, difícilmente podría negarse. Aunque la última vez que no había podido pagar el alquiler había acabado teniendo que dormir en el sofá de una amiga, era algo en lo que intentaba no pensar. Cierto que esa vez Brooke había olvidado darle el dinero que le había prometido prestarle, pero la culpa era suya por no habérselo recordado porque le daba vergüenza.
Milly prefirió no sacar a relucir la diferencia entre las finanzas de ambas. No le sorprendía que Brooke no quisiera que la vieran en público con ella, y que no la invitara nunca a ningún evento en su glamuroso mundo, salvo para que se hiciese pasar por ella. Claro que.. ¿qué otra cosa podía esperar?, se preguntó con tristeza. La verdad era que tenía suerte de que Brooke hubiera accedido siquiera a relacionarse con ella…
Brooke se había puesto en contacto con ella poco después de que cumpliera los dieciocho años, cuando acababa de dejar la casa de acogida del ayuntamiento en la que se había criado tras la muerte de su madre. Milly siempre había sabido que era hija ilegítima, pero no que su padre tenía otra hija. En un primer momento las palabras que Brooke había empleado para referirse a su madre la habían ofendido y chocado, pero al ponerse en su lugar había comprendido que se sintiera traicionada por su padre, y había disculpado su manera de expresarse.
–¡Tu madre fue la zorra que casi destruyó el matrimonio de mis padres! –le había dicho con aspereza el día que se habían conocido.
Siendo justos, era verdad que su madre, Natalia Taylor, una joven modelo, se había convertido en la amante del rico empresario William Jackson, el padre de Milly, a sabiendas de que era un hombre casado, infligiendo un sufrimiento terrible a su esposa y a su hija.
Sin