Comunicación: relatos, interpretaciones y opinión. Varios autores

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Comunicación: relatos, interpretaciones y opinión - Varios autores страница 6

Автор:
Серия:
Издательство:
Comunicación: relatos, interpretaciones y opinión - Varios autores

Скачать книгу

para narrar elementos sociales vistos a través del cine, incluso, hay escenas que parecen ser ficticias, pero que terminan siendo reales, circunstancia que da pie para entender lo difícil de crear una película junto a colaboradores tan cotizados por la muerte y la violencia. Los actores que se nos presentan en estas dos películas son diferentes; unos están marcados por el conflicto y la esperanza de tener otra vida por medio del arte, y los otros representan la vanidad y la exageración, asumiendo el cine como un modo de lucro. Aun así, ambos cumplen con una característica: representan actores naturales, actores inexpertos.

      Este hecho agrega dificultad a la hora de realizar las películas (situación que también se ve reflejada al evaluar su trabajo en el final de La tarea) y al mostrar que la violencia, en aquel barrio de Cali, es tanta que traspasa la misma ficción, atravesando a Petecuy, la película y viéndose reflejada en su realización.

      Escribir

      Pompeya (Garateguy, 2010), de Argentina, habla precisamente de lo difícil que es ser un guionista, tener que depender de otros realizadores de cine, enfrentarse con la competencia del medio y escribir historias que pueden terminar matándolo; y agregándole lo difícil que es trabajar en equipo al momento de escribir, donde el guionista debe aceptar las ideas de sus superiores.

      Con la frase “el cine es fantasía, es ilusión” aceptan la idea de Samuel Goldszer, el director, de crear una historia de gángsters en Argentina, algo que al principio le suena raro a Daniel y Juan Garófalo, el encargado del guion. A medida que la historia es conversada y escrita por los tres en un principio y luego solo por el director y el guionista, pues sacan a Daniel del proyecto por los conflictos entre ellos, esta es representada en la pantalla mostrando dos historias paralelas, la primera es la del equipo que crea y escribe, y la segunda es la representación del relato como tal.

      Dylan, el personaje principal de la historia creada, termina envuelto en problemas con las mafias rusa y coreana. Un día escapando de ellos junto a su novia, se montan en el carro de Garófalo y lo obligan a llevarlos a su apartamento para estar a salvo, y en una de las paredes se encuentran fotos con los nombres de los que están envueltos en la historia y flechas coincidentes con lo que les está sucediendo. Dylan se va de la casa de Juan, pero al final vuelve para asesinarlo, pues considera a Juan no como un guionista, sino como alguien que sabe todo lo que le pasaba en su vida y es sospechoso de ser culpable de la situación que estaba viviendo. Justo cuando Juan tiene un guion propio, pues Samuel se fue y Daniel termina aceptándolo como creador de la historia, lo mata su propio personaje para expresar que lo complicado de crear una historia, de trabajar en equipo y todo el esfuerzo que se hace por llevarse algo de mérito, puede salirse de las manos de aquel que crea.

      Las historias paralelas que al final se cruzan dan cuenta de un juego metaficcional entre lo ficticio y lo real, simbolizando así lo complicado de escribir un guion y representando la vida que poseen las historias creadas, que con o sin pistola, pueden terminar matándonos.

      Publicar

      En Petecuy, la película (2014, Hincapié) es evidente la dificultad que se puede presentar al momento de vender un proyecto no comercial en América Latina, especialmente en Colombia. Toda la historia que se nos presenta termina siendo la exposición del proyecto de la película, el cual, al no ser comercial y al jugar con la realidad de manera confusa, es rechazado por aquellos que lo podían financiar, pues como dice uno de los posibles financiadores, “a la gente hoy en día no le gusta pensar” (Hincapié, 2014).

      El tema de costear historias por medio de patrocinadores es recurrente en las películas colombianas que utilizan el metacine como Petecuy (Hincapié, 2014) y Kalibre 353 (García, 2002), pues en estas dos historias, al no poder conseguir los recursos, los personajes intentan robar un banco para lograr hacer esa película soñada y poco comercial. En la primera, son los actores naturales quienes deciden, en una escena, robar un banco para terminar esa película que los lleva a hacer cosas diferentes en su vida; en la segunda, son profesionales en el ámbito audiovisual los que deciden llevar a cabo el robo, siendo esta la historia de la película. Eventualmente ninguno de los dos robos termina como se esperaba, pues trae violencia y muerte en las dos historias.

      Para aquellos que quieren crear cine de autor es más difícil encontrar un patrocinador, y eso es lo que nos dejan ver varias de las películas que utilizan el metacine, mostrando así la dificultad económica a la hora de financiar películas no comerciales en América Latina. El metacine acá sirve para expresar que las películas de cine de autor son irrealizables o son un simple sueño, tal como sucedió acá, que solo fue una exposición.

      Cine y sociedad, una tarea del metacine

      En este apartado se identificaron películas que tratan acerca del cine y la sociedad, y películas que hablan sobre problemáticas sociales por medio de juegos narrativos como el metacine. En el primer caso se encuentran reflexiones sobre el cine creado para el pueblo, el cine como transformador de realidades y el cine como la vida misma; en el segundo, reflexiones en torno a la sexualidad y al socialismo. Petecuy (Hincapié, 2014), La tarea (Hermosillo, 1991), El elefante y la bicicleta (Tabío, 1994) y Entre Marx y una mujer desnuda (Luzuriaga, 1996) permiten ejemplificar estos casos.

      El cine como la vida

      El elefante y la bicicleta (1994, Tabío) y Petecuy, la película (2014, Hincapié) son dos historias que tienen en cuenta el lugar y la población donde fueron realizadas. La primera cuenta la historia del Isleño, un joven que regresa al pueblo de La Fe –una pequeña isla que representa a Cuba, conectada a Tierra Firme solo por un puente– después de estar dos años en prisión, porque el hombre más poderoso del pueblo decidió meterlo a la cárcel. El Isleño lleva consigo un cinematógrafo por primera vez a La Fe, con una única película: Robin Hood, para poder mostrársela a la gente de la isla y recaudar fondos para casarse con su novia Marina Soledad, una joven que durante su ausencia quedó embarazada y tuvo un hijo, cuyo padre fue desconocido.

      Todas las noches la gente pedía que se proyectara otra vez la misma película, porque con la primera reproducción disfrutaron escapándose de la realidad. Lo irónico es que los actores que se mostraban en la cinta eran los mismos habitantes del pueblo, pero en cada proyección aparecía un relato diferente que daba continuidad al anterior, trayendo consigo cambios en el comportamiento de la gente.

      Desde la segunda proyección, la película pasa de ser en blanco y negro a color, de ser cine mudo a tener sonido, y de ser la historia de Robin Hood a ser la historia de la gente del pueblo y los secretos que este tiene, dándose a conocer la corrupción, el engaño en el que viven y dando respuesta al embarazo tan extraño que tuvo Marina Soledad. De esta manera, se presenta en cada proyección “elementos de la historia política y cinematográfica de Latinoamérica” (Navarro, 2006, p. 131).

      Por esto, la gente decide actuar durante el día respecto a lo visto en la pantalla, aceptado como la vida misma, situación que al final se convierte en una sola. Se unen tanto las historias de la pantalla como la historia de la gente que todas las noches ve la “misma” película. De esta manera, se recurre al juego entre lo ficticio y lo real, cuando la misma realidad es proyectada por medio de una cinta que supuestamente es ficticia.

      Con este filme, Tabío consigue lo que se pretende alcanzar por medio del metacine: que el espectador se involucre en la obra mediante la dinámica entre la realidad y la ficción, convirtiéndose en alguien que contempla la película de manera activa y que reflexiona junto a ella, sobre el cine y sobre Cuba. Ya lo menciona Santiago Navarro: “Como en la dramaturgia brechtiana, el filme de Tabío dinamiza

Скачать книгу