Lado a lado. Edward T. Welch
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Lado a lado - Edward T. Welch страница 6
• Nuestros corazones reconocen Su voz. Conocemos el amor porque Él es amor. Queremos justicia porque Él es el juez justo. Somos atraídos a la compasión y misericordia porque Él es el Dios compasivo y misericordioso (Ex. 34:6).
• Nuestros corazones tienen la “obra de la ley” escrita en ellos (Rom. 2:15), y esa ley refleja el carácter de Dios. Tenemos una consciencia que condena la maldad y aprueba lo correcto.
• Nuestros corazones jamás están completamente en paz hasta que descansamos en Él.
• Nuestros corazones están en su mejor momento cuando amamos y adoramos al trino Dios por sobre todas las cosas y seguimos Sus mandamientos.
Lo que confunde todo es que el pecado de otros, las mentiras del malvado, y nuestros propios pecados pueden distorsionar este conocimiento.
Las personas temerosas conocen a Dios, pero ellas ven primero las máscaras de aquellos quienes los han lastimado. Aquellos que se sienten culpables pudieran asumir que Dios es como un simple ser humano que perdona parcial y condicionalmente.
Quienes odian a otros han ignorado la verdad de que Dios extiende Su amor incluso a los enemigos.
Aquellos que siempre quieren más de la vida conocen a Dios, pero creen la mentira de que existe la satisfacción fuera de Dios.
Entretejido con el conocimiento del Dios verdadero encontramos nuestras mentiras y aquellas que escuchamos de los demás. El resultado es que nadie tiene un conocimiento completamente libre y preciso del Señor. Nadie. Nuestros mitos son revelados en nuestros temores, pasados, emociones perturbadas y pecados.
Debido a esta condición de la humanidad, un conocimiento preciso de Dios es la cosa más importante—la cosa más saludable y productora de gozo—que pudiéramos tener. Y eso es exactamente lo que nuestro Padre se deleita en darnos.
Observa como el apóstol Pablo ora por nosotros:
No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él (Efesios. 1:16–17; vea también 3:14–19).
Pablo comprende que la necesidad más profunda de nuestros corazones es Dios—conocerlo profundamente y seguirlo. Esto quiere decir que si queremos ser ayudados y ayudar a otros, siempre debemos aspirar a esto. Y ya que Jesús mismo es nuestra imagen completa de Dios, siempre debemos buscarlo. De alguna manera, al crecer en nuestro conocimiento y adoración a Jesús, Él alienta lo bueno, rehabilita lo malo y trae paz al corazón atribulado. Él es la Fuente de toda sabiduría, amor y esperanza. Sea o no que mencionemos el nombre de Jesús a un amigo necesitado, siempre señalamos hacia Él.
Entonces, con un conocimiento creciente de Jesús en nuestras manos, respondemos creyendo y le seguimos.
El corazón está ocupado. Es nuestro centro espiritual. La evidencia de su actividad puede ser vista día a día en la mezcla humana de bondad, maldad, miedos, frustraciones, gozos y pesares. Si sigues su pista, llegarás al mismo centro del corazón a encontrarte cara a cara con el Dios verdadero y el estado de tu relación con Él. ¿Estamos intentando crear una existencia por nosotros mismos en el desierto, o estamos activamente conduciendo nuestras raíces hacia el agua?
Discusión y Respuesta
1) ¿Puedes describir el corazón en unas pocas oraciones?
2) Da algunos ejemplos de cómo tus sentimientos están vinculados a lo que está sucediendo en tu relación con Dios.
Estamos necesitados
La vida es difícil
Nuestros corazones están ocupados
El encuentro de circunstancias difíciles con corazones ocupados
El pecado pesa mucho
Pide ayuda al Señor
Pide ayuda a los demás
3
El encuentro de circunstancias difíciles con corazones ocupados
Siempre habrá circunstancias preocupantes. La vida es difícil. Cuando nuestro corazón se encuentra con las circunstancias difíciles, estalla una conversación entre ambos—de ambas vías—y la conversación puede ser sabia y llena de esperanza, o puede ser insensatez disfrazada de sabiduría.
La conversación comienza
Por lo regular, nuestros problemas comienzan la conversación interna:
“Esto es doloroso. ¿Por qué está sucediendo?”
Y entonces viene el caos. Los seres espirituales susurran, “¿Le interesas a Dios? ¿Puede confiarse en Sus palabras?”. Nuestros corazones pueden someterse a esas preguntas, y nosotros podemos adoptarlas como nuestras:
“Tal vez a Él no le interese. Un buen padre, ¿no protegería a Sus hijos de estas cosas?”
Mientras tanto, Dios también habla.
Pudiéramos resumir Sus palabras de la siguiente manera: “Mira a Jesús, crucificado y resucitado de los muertos. Aquel que fue crucificado y sufrió, Él es la evidencia del amor infalible en medio de la aflicción. El sufrimiento genera muchas dudas y para la mayoría de ellas tendrás que confiar en mí—que mi amor es más sofisticado de lo que crees”.
Nuestra tarea es escuchar la voz de Dios, creer Sus palabras, y seguir a Jesús aun cuando la vida sea difícil.
Una y otra vez los problemas vienen a nosotros y nosotros respondemos. El diablo cuestiona nuestras respuestas; nosotros respondemos. La Palabra de Dios en Cristo Jesús nos relata la verdadera historia sobre nuestro sufrimiento y habla de esperanza; nosotros respondemos. Y la conversación continúa.
¿Quién gana? ¿Quién tendrá la última palabra?
Mientras tanto, la conversación cambia verdaderamente la experiencia del sufrimiento. Por ejemplo, si respondemos con, “Nada tiene sentido y a Dios no le importa”, nuestro dolor será peor. Si respondemos con, “No entiendo esto, pero sé que mi Padre me ama y confío en Él”, viviremos con propósito, esperanza y perseverancia. Si recordamos las promesas de Dios en nuestras pruebas y nos volvemos a Él, los problemas pueden hacerse ligeros y momentáneos (2 Corintios 4:17) cuando son comparados a las riquezas que tenemos en Él.
Es en este ir y venir que necesitamos ayuda. Incluso aquellos que parecen fuertes en la fe pueden tambalearse por el sufrimiento que amenaza las cosas que más aman.
Algunas conversaciones son mejores que otras
Hay