Cartas (I). Josemaria Escriva de Balaguer

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Cartas (I) - Josemaria Escriva de Balaguer

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en el volumen de 1967 ni en la impresión de 1985. La hipótesis más probable es que provengan de una revisión tardía, quizá la que san Josemaría menciona en un manuscrito[5], cuando volvió releer sus Cartas entre 1974-1975. Las hemos hemos identificado con la sigla m3 (m13, m23, m33, m4 3).

      No hay un tipo de grafía o de pluma estilográfica que sea exclusiva de cada uno de estos tipos de enmiendas autógrafas. Tampoco se advierten diferencias en la escritura, que permitan suponer su datación (caligrafía más temblorosa, por la mayor edad, etc.). Parece que en esos años san Josemaría tenía problemas de visión, pero la caligrafía es claramente la suya.

      2. Las hojas sueltas (h), restos de la primera edición (enero de 1966)

      Al enviarlas se solicitó que se comunicaran las erratas que se encontraran, y de algunos países llegaron algunas. El mismo fundador probablemente descubrió varias, mientras las releía o comentaba. Él mismo las fue apuntando, en bolígrafo rojo, sobre un ejemplar.

      Se conservan algunas de esas anotaciones (que hemos llamado con la sigla h); concretamente, dos hojas sueltas de la primera Carta (sigla h1) y ocho de la segunda (sigla h2).

      En los márgenes de estas hojas se ven ladillos escritos a lápiz, no en letra de san Josemaría, salvo en algún caso, donde están corregidos a bolígrafo rojo por el fundador. Las notas se encuentran al final del documento, como en el manuscrito m.

      Estas correcciones son anteriores a octubre de 1967, porque se incorporaron a la segunda edición, la del volumen I, que salió en ese mes. Sin embargo, no se encuentran recogidas en la impresión de 1985, ni tampoco fueron copiadas en los manuscritos, por razones que desconocemos.

      3. Volumen I (v), (octubre de 1967)

      El primer volumen con las cuatro Cartas está impreso en un papel ahuesado claro, en formato 16,7 x 23,6 cm. El único ejemplar que se conserva, destinado a la biblioteca del fundador y de sus sucesores, está encuadernado en piel roja con adornos dorados, pero se editó con cubiertas más sencillas para enviarlo a las circunscripciones regionales.

      Para referirnos a esta fuente hemos utilizado la sigla v (por lo tanto las siglas de cada fuente son: v1, v2, v3, v4).

      De un total de 384 páginas del volumen, las cuatro Cartas ocupan desde la p. 5 a la p. 256: el resto son índices analíticos. Sus márgenes externos son amplios y tienen ladillos. El texto, como hemos dicho, introduce las correcciones a las erratas que estaban indicadas en las hojas sueltas de la primera edición y realiza otras pequeñas mejoras de estilo. Hay algún cambio más importante en alguna cita patrística. El latín de las citas está también revisado.

      Salió en octubre de 1967, con una tirada pequeña, porque iba destinado a las Comisiones y Asesorías regionales. Era, por así decir, una edición especial, pensada para facilitar la labor de formación y gobierno. Otra novedad de esta edición es que las notas no aparecen ya a final del documento, sino a pie de página.

      Como veremos, las mejoras y correcciones introducidas en el volumen no fueron recogidas en la edición de 1985 ni tampoco fueron copiadas en m.

      4. Impresión de 1985

      Realizada en formato 16,7 x 23,6 cm, está encuadernada en pastas de cartulina ligeramente rugosa y amarilla. Las notas aparecen a pie de página. En los márgenes hay ladillos, semejantes, aunque no idénticos, a los que se encuentran en v.

      Para referirnos a esta fuente hemos utilizado la sigla i (por lo que cada fuente está designada por las siglas i1, i2, i3, i4).

      Su texto sigue a m, aunque no incorpora algunas de las pequeñas correcciones autógrafas allí presentes, como hemos dicho. El hecho parecía al principio inexplicable, pues no había ningún motivo para haberlas excluido. No se puede achacar esta omisión a distracción o descuido pues eran bien visibles y quien preparó esa impresión lo hizo con sumo cuidado, sin dejar de incorporar fielmente correcciones de san Josemaría que eran mucho menos perceptibles en m.

      Una explicación plausible es que existiera una fuente intermedia, hoy perdida, que recogía la mayoría de las modificaciones del manuscrito, pero no las últimas que introdujo el fundador entre 1974-1975. Sería posterior a 1969, fecha probable de la revisión m2, y anterior a 1974-1975, presumible momento de las correcciones m3. La hemos llamado α. Esta hipotética fuente sirvió de base para la edición de 1985, y probablemente fue destruida después.

      5. Posible reconstrucción del proceso de revisión

      Aun a riesgo de caer en repeticiones, conviene resumir ahora el proceso hipotético de revisión de san Josemaría y las distintas versiones que se crearon, porque esta reconstrucción nos servirá para determinar los criterios que rigen la jerarquización de las fuentes. En otras palabras, en caso de encontrar variantes de autor entre las fuentes necesitamos saber con seguridad qué versión prevalece sobre la otra.

      Naturalmente, en este trabajo de discernimiento pueden darse diversas soluciones, por lo que hemos tratado de actuar con la debida prudencia, teniendo en cuenta el estilo de los demás escritos del Autor. A la vez, hemos introducido también algunas modificaciones obligadas, como corrección de erratas.

      Como sabemos, después de la primera edición en 1966, san Josemaría revisó sus Cartas de cara a la edición en un volumen que salió en octubre de 1967. Mientras tanto le habían llegado algunas erratas o él las había detectado, y esas correcciones se incorporaron a la edición del volumen, así como otras pequeñas modificaciones de diverso tipo (suprimir algún párrafo, cambiar alguna cita, corregir el latín de los textos o las referencias bibliográficas, etc.).

      Las cuartillas, bien identificadas por la grafía del fundador, presente en muchas de sus páginas, pasaron a ser el texto normativo, para futuras ediciones. Al principio nos desconcertó la expresión “el texto, que está copiado a máquina”. Parecía como si san Josemaría hubiera mandado mecanografiar de nuevo los textos ya impresos, para poderlos corregir con más comodidad a doble espacio. Pero esta interpretación no parecía muy lógica y se desvaneció cuando aparecieron unas pocas hojas sueltas de la primera edición, que se creía completamente destruida. Fue viendo esas hojas cuando se comprendió que la mayoría de modificaciones manuscritas estaban incorporadas en las hojas impresas, lo que retrocedía la datación de las cuartillas a un momento anterior a la primera edición. La expresión de Javier Echevarría se debía simplemente interpretar como “el texto escrito a máquina”.

      Esta decisión de crear un “modelo” autenticado con la caligrafía del fundador, es posterior a v. Por algún motivo no se cotejó ese “modelo” con el volumen, en el que se habían corregido erratas y realizado otras modificaciones. De esta forma, aparecieron dos versiones: la de m, con sus posteriores evoluciones, y

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