El diccionario del diablo. Ambrose Bierce

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El diccionario del diablo - Ambrose Bierce

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ésta y a veces se castigaba con la tortura y la muerte. Augustine Nicholas refiere la historia de un pobre campesino al que, acusado de brujería, torturaron para obligarle a confesar. Tras soportar unos cuantos golpes, el ingenuo desgraciado reconoció su culpa, pero con toda su inocencia preguntó a los torturadores si no sería acaso posible ser brujo sin saberlo.

      budismo, s. Descabellada forma de error religioso en el que creen, con terquedad, unas tres cuartas partes de la raza humana.

      bufón (de Corte), s. Demandante en los tribunales.

      C

      censor, s. Funcionario de algunos gobiernos, cuyo cometido consiste en suprimir las obras de genio.

      caballo, s. Fundador y garante de la civilización.

      cabeza, s. Porción del cuerpo humano a la que se cree responsable de todas las demás partes. En algunos países se tiene por costumbre arrancarla, y muchos han adquirido gran habilidad y dominio en ese arte.

      cadáver, s. Persona que manifiesta el grado más elevado posible de indiferencia que puede aceptarse para corresponder a la solicitud ajena.

      cadete, s. Joven caballero militar que, dentro de diez años, puede hacer temblar al mundo y rebanar los pescuezos de las naciones.

      calamidad, s. Recordatorio común e inequívoco de que los asuntos de este mundo no dependen de nosotros. Hay dos tipos de calamidades: la desgracia propia y la fortuna ajena.

      calvo, adj. Desprovisto de pelo por razones hereditarias o causas accidentales, nunca debido a la edad.

      cama, s. Potro para torturar a los perversos; baluarte sin fortificar contra los remordimientos.

      campo, s. Área de los alrededores de las ciudades habitada por la codorniz, la trucha, el ciervo y el hacendado armado.

      candidato, s. Humilde caballero que renuncia a la distinción de la vida privada y busca con diligencia la honorable oscuridad de un cargo público.

      caníbal, s. Gastrónomo de la vieja escuela que conserva el gusto por los sabores sencillos y sigue la dieta natural del período preporcino.

      canonizar, v. tr. Convertir en santo a un pecador muerto.

      cantidad, s. Buen sustituto de la calidad cuando se tiene hambre.

      cañón, s. Instrumento utilizado para la rectificación de las fronteras nacionales.

      capital, s. Sede del mal gobierno. Proporciona el fuego, la olla, la cena, la mesa, el tenedor y el cuchillo al anarquista; él, por su parte, sólo se encarga de maldecir los alimentos que va a tomar. Pena capital: pena acerca de cuya justicia y conveniencia albergan serias dudas muchas personas de gran valía, entre ellas, todos los asesinos.

      caramelo, s. Dulce compuesto de polvos de talco, glucosa, levadura y muerte prematura.

      carcaj, s. Funda portátil en la que el hombre de Estado de la Antigüedad y el abogado aborigen transportaban sus argumentos más ligeros y penetrantes.

      caridad, s. Gentil cualidad del corazón que nos impulsa a justificar en los demás los pecados y vicios a los que nosotros somos adictos.

      carne, s. Segunda persona de la Trinidad laica, la primera y la tercera son, respectivamente, el Mundo y el Diablo.

      cartesiano, adj. Relativo a Descartes, famoso filósofo, autor de la célebre máxima Cogito ergo sum, con la cual se dio el gusto de suponer que demostraba la realidad de la existencia humana. La máxima, sin embargo, puede mejorarse en estos términos: Cogito cogito ergo cogito sum, es decir: «Pienso que pienso, luego pienso que existo», que viene a ser lo más cerca de la certeza que ha llegado a estar cualquier filósofo hasta hoy en día.

      casa, s. Edificio hueco erigido para que lo habiten el hombre, la rata, el ratón, el escarabajo, la cucaracha, la mosca, el mosquito, la pulga, los bacilos y los microbios.

      castigo, s. Arma que la Justicia casi ha olvidado cómo se utiliza.

      catecismo, s. Serie de adivinanzas teológicas en las que las dudas eternas y universales se resuelven con respuestas locales y pasajeras.

      categórico, adj. Equivocado a voz en grito.

      cebo, s. Preparado que hace que el anzuelo resulte más apetecible. El mejor es la belleza.

      celos, s. Lado sórdido del amor.

      cementerio, s. Aislado paraje suburbano donde los asistentes al entierro compiten en mentiras, los poetas dedican sus versos y los picapedreros hacen apuestas sobre ortografía.

      censor, s. Funcionario de algunos Gobiernos, cuyo cometido consiste en suprimir las obras de genio.

      centeno, s. Whisky en cáscara.

      cerdo, s. Animal (Porcus omnivorus) estrechamente relacionado con la raza humana por el esplendor y viveza de su apetito que, sin embargo, es menos variado que el nuestro, ya que no acostumbra a comer cerdo.

      cerebro, s. Aparato con el que pensamos que pensamos. Lo que distingue al hombre que está satisfecho con ser algo del que desea hacer algo.

      chino, s. Trabajador cuyos defectos son la docilidad, la habilidad, la laboriosidad, la frugalidad, la templanza, y al que clamamos que se le prohíba trabajar por ley. Su arduo trabajo da incontables oportunidades de empleo a los blancos y abarata los productos básicos para la vida de los pobres. Se le atribuye como vicio congénito la mísera vida de la pobreza, lo que no mueve a la compasión sino al resentimiento.

      cielo, s. Lugar donde los perversos dejan de incordiarte con su conversación sobre sus problemas personales, y los bondadosos escuchan con atención mientras tú expones los tuyos propios.

      ciervo, s. Ruido de pasos de un conejo en el chaparral, según el oído de un cazador de ciudad.

      cínico, s. Sinvergüenza cuya visión defectuosa le hace ver las cosas tal como son y no como deberían ser. De ahí la costumbre de los escitas de arrancarle los ojos al cínico para mejorarle la vista.

      circo, s. Lugar en el que se permite a caballos, ponis y elefantes contemplar a hombres, mujeres y niños comportándose como idiotas.

      circunloquio, s. Truco literario por el que un escritor que no tiene nada que decir se lo cuenta lentamente al lector.

      cita, s. Acto de repetir equivocadamente las palabras de otro. Palabras que se han repetido erróneamente.

      cliente, s. Persona que ha realizado la elección habitual entre los dos métodos que existen para que le roben legalmente.

      clínico, adj. Relativo a una cama. Una conferencia clínica es un discurso sobre cierta enfermedad que se ilustra exhibiendo a un paciente que se ha puesto enfermo para ese propósito.

      club, s. Asociación masculina que tiene por fin la práctica de la glotonería, la bebida, las risas impías, el asesinato, el sacrilegio y la difamación de madres, esposas y hermanas.

      coacción, s. Elocuencia del poder.

      cobarde,

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