Para leer la apropiación digital. Delia Crovi Druetta
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En este contexto, pensar que la apropiación sólo refiere al hecho de adueñarse de algo es simplificar este proceso y, desde luego, está lejos de explicar un fenómeno tan complejo. El resurgimiento del término, como se sabe, proviene de la observación de prácticas culturales que incorporan tecnologías digitales a la vida cotidiana de los individuos. Pero este hecho, extendido en la actualidad, no puede problematizarse con una sencilla observación: requiere trabajos de campo, situados en realidades y sujetos concretos, que permitan conocer un mosaico de elementos culturales que forman parte de la apropiación y también de las matrices culturales. La historia social e individual está presente en esos procesos, como también lo están el presente y el futuro de una colectividad determinada.
Estas reflexiones tienen el propósito de ir a los orígenes de la categoría de apropiación con el fin de extrapolarla a un presente digital que era inexistente en los tiempos en que se propuso. Para ello, me centraré primero en su tratamiento conceptual para después analizar los elementos centrales de la apropiación; en segundo lugar, los situaré en el ámbito de las prácticas culturales mediadas por tecnologías digitales que se están llevando a cabo desde finales de la segunda década del siglo XXI. Referiré, brevemente, algunos estudios y acciones colectivas llevadas a cabo con el fin de situar al proceso de apropiación en una realidad o situación concreta, así como para colocar a los sujetos que participan e interactúan en una perspectiva social.
Alekséi Nikoláyevich Leóntiev (1903-1979) y Lev S. Vygotsky (1896-1934), dos investigadores rusos que trabajaron juntos hace un siglo, constituyen los primeros referentes acerca de la categoría de apropiación. Vygotsky presidía entonces un grupo que buscaba contraponer dos perspectivas psicológicas: la marxista y la conductista. Para acercase a esta contraposición partieron de la psicología de los procesos educativos, concentrándose en la memoria, la atención y el desarrollo del ser humano.
El trabajo conjunto desarrollado por Vygotsky (1978) y Leóntiev (1983) produjo importantes reflexiones. A Lev Vygotsky se le considera un teórico de la psicología del desarrollo, trabajo en el que destacan contribuciones tales como la zona de desarrollo próximo y la comunicación intrapersonal. Él fundó la escuela o enfoque sociohistórico que reivindica el origen social y cultural de la conducta individual y colectiva del sujeto. Vygotsky comenzó a estudiar las mediaciones que los adultos ejercían en los niños en los procesos de interiorización de los objetos culturales, concepto que, como sabemos, posteriormente alcanzaría gran relevancia en el campo de conocimiento de la comunicación.
En todas sus aportaciones destaca la interiorización como proceso de autoconstrucción y reconstrucción psíquica, aporte fundamental a la comunicación intrapersonal, íntima e individual. Tal como afirma su discípulo y colega Alekséi Leóntiev, ésta no consiste en transferir una actividad externa a un plano interno preexistente, sino que son procesos mediante los cuales el plano interior se transforma. Para Vygotsky esto da lugar a un nuevo tipo de interacción con los productos de la cultura, que son cada vez más numerosos y por lo tanto intervienen en los procesos psicológicos como auxiliares externos. Esta nueva interacción se suma a la social.
Además de ser auxiliares externos, las obras culturales contienen sistemas semióticos, estructuras, conceptos, técnicas, etcétera, que podemos interiorizar y conducen al proceso que estamos analizando en este texto: la apropiación. Dos dimensiones están presentes en este proceso de interacción sociocultural: los productos de la cultura echan raíces en los individuos convirtiéndose en instrumentos personales y privados, pero al mismo tiempo conforman un mecanismo vital para el desarrollo y preservación de la sociedad y su cultura. Ambas dimensiones integran la interacción sociocultural.
En el ámbito educativo destaca el concepto de Zona de Desarrollo Próximo (ZDP), contribución de Vygotsky referida al potencial de la acción educativa. La ZDP es la distancia que existe entre el desarrollo efectivo de un alumno y el nivel de su desarrollo potencial. Constituye el margen de incidencia de la acción educativa, ya que con la guía de adultos o colaboradores que dominan el conocimiento pueden acortar la distancia. Debido a su temprana muerte, Vygotsky dejó en manos de sus colegas y discípulos este tema abierto a nuevas aportaciones e interpretaciones.
Es a Leóntiev a quien se le deben dos importantes aportaciones vinculadas entre sí: la teoría de la actividad y el concepto de apropiación. En su teoría de la actividad sostiene que ésta crea sentido e integra aspectos prácticos, emocionales, relacionales y cognitivos de la conducta voluntaria. Centrado su interés en este tema, Leóntiev reivindica la naturaleza social de los sujetos, que luego serán agentes activos de la apropiación: “El mundo real, inmediato, del hombre, que más que cualquier otra cosa transforma su vida, es un mundo transformado y creado por la actividad humana” (Leóntiev, 1983: 132).
Según sus planteamientos, los sujetos actúan inmersos en las condiciones reales que los rodean y en el mundo concreto. Todo ser social puesto en esa situación despliega una enorme variedad de expresiones. De ello se deriva la importancia de reflexionar acerca de la actividad con todos sus matices y, también, de realizar investigaciones situadas en realidades concretas.
Leóntiev sostiene que los procesos humanos pueden ser observados en tres niveles: actividades-motivaciones, metas y operaciones. El nivel más alto es también el más general ya que se enfoca en la actividad, las motivaciones son las que lo conducen u orientan. En el nivel intermedio se observan las acciones y sus metas asociadas. Las operaciones que realizan los sujetos para alcanzar objetivos mayores se ubican en el tercer nivel, que es el más bajo.
Niveles de la apropiación: dinámicos y cambiantes
Aunque la teoría de la actividad reconoce la existencia de tres niveles, no se encuentran aislados. Sus diferentes elementos tienden a establecer relaciones dinámicas, pudiendo variar si cambian las condiciones. La propuesta de Leóntiev se refleja en trabajos actuales sobre la digitalización, por ejemplo, Juan Martín Bonacci (en Urresti, 2008) propone parámetros similares para la producción en redes: un nivel general, uno intermedio y otro bajo. En el nivel general ubica a quienes son más visibles en las redes: webmasters, fotologgers y floggers, youtubers, etcétera. Son sujetos muy motivados por la producción, formados por lo general en la modalidad autoaprendizaje, en la que los acompañan y guían un adulto o compañeros más competentes; gracias a este apoyo superan lo que podrían hacer por sí mismos en una etapa inicial.1 En el intermedio se encuentran quienes tienen una actividad más reducida en materia de creación de contenidos, aunque son capaces de desplegar acciones asociadas a metas concretas, por ejemplo, los que intervienen en foros y chats que les exigen interacciones instantáneas con otros individuos. Finalmente, en el nivel más bajo están los surfers, que se limitan a explorar, surfear en las redes y, si bien pueden estar mucho tiempo conectados, su producción de contenidos es escasa.
En la investigación “Jóvenes y cultura digital. Nuevos espacios de interacción social” (Crovi, et al., 2016), tomamos en cuenta las opiniones vertidas por jóvenes estudiantes de cinco universidades públicas mexicanas, ubicadas en diferentes ciudades del país, que fueron recabadas mediante un estudio mixto (grupos focales, cuestionarios y entrevistas en profundidad). Como resultado, en lugar de identificar niveles cuyas fronteras son borrosas, propusimos un ciclo de interacción en el cual los usuarios pueden ser más o menos activos. En este ciclo llamamos “discreto” al que sólo visualiza contenidos; “selectivo” al que además de visualizar mensajes