Gladiador o esclavo: tú decides. Loida Primo
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Y entonces llegamos al paraíso: una empresa luminosa junto a la montaña, con vacas y ovejas como compañeras del hamaiketako. Se fumaban un cigarro fuera, en otra dimensión, otro aire, otro respirar. Era extraordinario. Una empresa diáfana, limpia, operativa y preciosa. ¡Laxy brillaba!
Las enseñanzas de Mr. Johnson
Comunicación
Todo el proceso que viví, desde que empecé a trabajar en la empresa hasta que conseguí el traslado al que tan reticentes eran los trabajadores, me lleva a explicar una de las enseñanzas que obtuve de Mr. Johnson: el elemento fundamental para construir cualquier equipo, cualquier estructura, es la comunicación.
En Laxy, la parte que estaba quebrada, después de casi 30 años de proyecto empresarial entre don Carlos y el personal de producción era la comunicación.
Cuando se ejerce un tipo de liderazgo vertical, muy usual en los tiempos de mi aita, y que subsiste en muchas organizaciones empresariales de la actualidad, la voz del líder se impone a la del equipo. No existe capacidad para delegar ni espacio para opinar. El miedo es el protagonista.
Las enseñanzas que he podido extraer de lo vivido han sido que, efectivamente, la comunicación es mucho más que las palabras que emitimos; estas representan solamente una pequeña parte de lo que expresamos. Las investigaciones demuestran que el lenguaje no verbal; el lenguaje corporal, el tono, la intensidad..., marcan una enorme diferencia en el impacto y el significado de lo que comunicamos. No es tanto lo que decimos sino el cómo lo decimos lo que marca la diferencia. Para ello es importante conocerse a uno mismo y valorar la comunicación interna para, posteriormente, trabajar la comunicación con los demás.
Después de todo lo vivido, a través de Mr. Johnson soy capaz de explicar con las palabras más precisas lo que en su día, cuando bajé a nave, era un rol natural, sin conceptualizar. Mi comportamiento ante aquella situación fue totalmente intuitivo. Una cualidad del líder transformacional, del líder horizontal, del intraemprendedor, que no debemos desestimar para nuestra buena gestión como líderes.
Necesitamos conectar con la intuición y prestarle atención. En aquel momento era lo que la gente de M.O.D. y el propio don Carlos necesitaban. Él no lo pudo implementar, pero sí supo buscar una salida lateral para reencauzar aquel apasionante proyecto.
En la gestión del liderazgo, un buen trabajo en equipo depende por entero de la comunicación. Sin embargo, antes de que podamos comunicarnos con los demás con claridad, como comentaba anteriormente, necesitamos saber comunicarnos con nosotros mismos.
La comunicación es algo más que una mera transmisión de información interpersonal a través de un mensaje escrito o verbal. Es también una transmisión de emociones, actitudes e intenciones por medio del tono de voz, las miradas, los gestos, las acciones y las decisiones. Comunicamos más a través del lenguaje no verbal que del verbal. De hecho, un 7% lo conforma nuestro lenguaje verbal y el 93% restante son nuestros gestos, tonalidades de voz, movimientos de ojos… Por eso, es interesante poner atención en lo que verdaderamente queremos transmitir cuando nos encontramos con nuestro interlocutor o interlocutores, y pensar si lo que estoy comunicando es realmente lo que quiero.
En este sentido, es importante conocernos a nosotros mismos y hacer un trabajo de introspección. En mi caso, lo hice a través de la Programación Neurolingüïstica (PNL), mediante la que he aprendido, y sobre todo identificado, comportamientos en el sistema representacional que me han ayudado a comprenderme mejor y también a mi interlocutor.
Para este apartado es interesante trabajar con el concepto de «calibración»: la habilidad para detectar señales mínimas VAK (Visuales, Auditivas, Kinestésicas o Cinestésicas), en uno mismo y en otras personas, que nos permiten detectar si hay cambios en el estado de ánimo y de esta manera decidir cuál es «el momento oportuno» para cualquier intervención.
Lo que agudiza la atención en la comunicación es la habilidad de distinguir pequeñas señales y reconocer su significado.
El lenguaje del cuerpo es un punto de partida importante para entender el significado de lo que se está comunicando.
Conforme aumenta tu capacidad de comunicación, puedes detectar señales y verificarlas con mayor facilidad. Es una buena herramienta que utilizo habitualmente en mi vida personal y profesional, y que resulta más efectiva a medida que vas poniendo en práctica su aprendizaje. Conforme aumenta tu capacidad de comunicación, puedes expresar más abiertamente los problemas y los miedos a desarrollar nuevas ideas.
En lugar de evitar el enfrentamiento, propio de las situaciones difíciles (como la que vivía el día que bajé a nave y empecé a comunicarme con los colaboradores de planta), tenemos la posibilidad de aprender a hablar a través de nuestro miedo al enfrentamiento y de ser más sinceros los unos con los otros. Aunque al principio podamos no tener ninguna solución que aportar, la escucha y la observación pueden llevarnos a descubrir nuevas perspectivas y posibilidades. Tomar consciencia de una situación y percatarse de los errores y los fallos que se han producido es un paso indispensable. En nuestro caso, la comunicación entre don Carlos y los trabajadores de M.O.D. estaba quebrada por el miedo a expresarse. Era necesario desbloquear esa situación para poder avanzar.
Es importante darse cuenta de cuáles son las áreas de mejora para poder dar el cambio que quieres. Reconocer las equivocaciones, aprender de ellas y superarlas, con el objetivo de aportar algo positivo que mejore la situación.
Sacar a la luz las dificultades antes de que lleguen a convertirse en problemas más graves incrementa la probabilidad de encontrarles una solución. El hecho de abordar los problemas desde el primer momento en que aparecen puede ahorrarnos mucho malestar, sufrimiento, tiempo y energía. Una vez que conseguimos establecer una comunicación sincera, esta fluye de una manera abierta que permite una relación de confianza. De esta forma, se obtienen mejores resultados que si se ocultan los problemas o negamos su existencia.
Crear climas de participación y confianza permite una relación más sincera, abierta y fluida, algo muy positivo tanto a nivel individual como de equipo.
Es esencial, por tanto, crear un buen rapport o sintonía para establecer una atmósfera de credibilidad, confianza y participación, donde la gente pueda responder libremente. Exactamente esto fue lo que nos sucedió en Laxy. El bajar a planta y pedir a los trabajadores que pusieran sus nombres en unas etiquetas, que dejaran «el Don/Doña» y «el Señor/Señora» y me explicaran qué era lo que mejor sabían hacer en sus puestos de trabajo, nos permitió establecer una forma de comunicación más amable y sincera. De forma gradual, los trabajadores fueron contagiándose de la buena sintonía del grupo, del ambiente de confianza y participación que se estaba creando, lo que les fue animando a expresarse abiertamente y demostrar lo mejor de cada uno de ellos.
Cuando dos personas están en sintonía, se refleja en su forma de comunicación, hay una mayor conexión en el lenguaje no verbal, en sus gestos, su contacto visual, las posturas que adoptan… Hay una mayor correspondencia en la comunicación, como dos bailarines acompasados que se mueven por la pista.
Como parte fundamental de la comunicación, también tenemos que tratar la empatía y la asertividad, así como la delgada línea que las separa. Debemos pararnos a pensar si somos empáticos o no lo somos, y si estamos siendo asertivos o no, cuando establecemos una comunicación con los demás.
Existen