¿Depresión? No, gracias. Juan Antonio Guerrero Cañongo
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El estrés tiene una estrecha relación con dormir adecuadamente: al hacerlo, tienes más energía, más facilidad para aprender y te sientes saludable; si duermes mal, tu organismo no responde igual; si tienes una vida estresante, no duermes bien, lo que repercute en todo tu organismo.
Si tienes más herramientas para el cambio, tu vida será más placentera. Además, tu cerebro se ejercita con cada nuevo descubrimiento, o, mejor dicho, un nuevo camino neuronal se construye cuando aprendes algo nuevo. Si tienes múltiples caminos neuronales, tendrás más oportunidades de ser feliz, saludable y exitoso. Las personas creativas tienen millones de caminos neuronales y siguen construyendo más y más a diario. Sólo date cuenta de esto: si una idea nueva genera una conexión neuronal, ¿cuántas conexiones neuronales se crean a partir de mil ideas nuevas?
Si algo no te funciona, hazlo de otra forma. Esa experiencia nadie te la va a dar, es oro molido en tus manos, ya que le enseñaste a tu cerebro de qué forma no debe hacer las cosas. Tomás A. Edison dio una respuesta que ha sido recordada durante años cuando lo cuestionaron sobre los «fracasos» que tuvo cuando inventó la bombilla eléctrica: «No sé qué entiendes por fracaso, pero de algo sí estoy seguro y es de que en todo este tiempo aprendí que antes de pensar en dos mil fracasos he descubierto más de dos mil maneras de no hacer este filamento». Esto no es optimismo, es cambiar tus esquemas mentales para obtener lo que desees en el momento que quieras.
Y bien, si aun con estas explicaciones todavía quieres experimentar el fracaso, ya no continúes leyendo el libro, mejor sigue cualquiera de estas pautas:
• Siempre vive en el pasado.
• Recuerda lo maravillosa que fue tu vida hace años, quéjate del presente, intenta revivir viejas experiencias, date un tiempo para recordar lo bonito que fue el ayer.
• Piensa en lo maravilloso o catastrófico que será el futuro, no cambies para modificarlo, no hagas nada el día de hoy para cambiarlo.
• Continúa repitiéndote frases como: «¿Y si me quedo sin empleo?», «¿Y si tengo un accidente?», etcétera.
• Repítete lo malo que eres para una actividad y generalízalo para todos los aspectos de tu vida.
• Repítete siempre: «No puedo».
• Nunca hagas algo.
• Nunca escuches las opiniones de los demás.
• Recuerda que cada fracaso te demuestra que tienes mala suerte.
• Procura no tener amigos.
• Conviértete en el «hombre del mañana», deja todo para otro día.
• Sé inflexible con todos, en tu forma de ser y forma de pensar, nunca cedas.
• Indúcete a pensar que si los demás triunfan en la vida es porque tienen suerte o alguien les ayudó, ya que es imposible que lo hayan hecho por sí mismos.
• Piensa que tu destino está escrito, ya no puedes cambiar nada en tu vida.
• Procura estar muchas horas viendo televisión, cree todo lo que te dicen y nunca lo cuestiones.
• Camina agachado, sin ganas de avanzar.
• Nunca mires a los demás a los ojos.
• Siempre repítete frases negativas sobre el mundo y tu persona.
• Desconfía de todos.
• No aceptes tu cuerpo, repítete lo feo que eres, lo gordo, chaparro o alto.
• Almacena rabia, rencor y odio.
• Nunca te relajes, siempre debes estar tenso.
• La culpa de todo es de tus padres, ellos eligieron que nacieras.
• Eres tu peor enemigo.
• Repítete que tu felicidad depende de los demás.
• Nunca te dediques tiempo para ti mismo.
• No te arriesgues.
Empieza con cualquiera de ellas. Pero si haces lo contrario, tienes el éxito, la prosperidad, la salud y la felicidad asegurados de por vida. Si decidiste tomar el control de tu vida, escribe estas pautas de manera inversa y en primera persona (por ejemplo: «Vivo en el presente»), y repítetelas a diario, todo el día.
Hace unos años veía un documental de la vida animal con un amigo, en él se comentaba por qué los animales enfermos son abandonados y eliminados por sus congéneres. Una de las conclusiones a las que llegaban era que lo hacían para no poner en peligro a la manada. Entonces, me volví y pregunté a mi amigo: «¿Los humanos hacemos lo mismo cuando no somos felices?… Es decir, ¿si tú no eres feliz, los demás se alejan de ti para evitar poner en peligro su propia felicidad?». Guardó silencio un gran rato. Después de varios minutos, respondió: «Deberíamos hacerlo».
Cuando no eres feliz, los demás lo perciben, es tu actitud, son tus movimientos y tu comunicación verbal los que te delatan. ¿Acaso te acercas a una persona que tiene gripe con la intención de enfermarte? Tal vez lo hagas si eres investigador de esa enfermedad, pero si no, lo dudo; es lo mismo cuando no eres feliz: los demás prefieren evitar estar contigo para no contagiarse de tu «enfermedad» y no padecer de infelicidad.
Conozco a muchas personas que al parecer no tienen amigos. Cuando les pregunto que por qué, sólo atinan a decir: «No sé», con un tono frío, carente de vida, de sentimientos. Yo tampoco los escogería como amigos. En lo particular (y quiero pensar que no soy el único), prefiero estar con personas que me motivan, me hacen reír y me enseñan algo que no sé, nunca estaría con alguien que se la pasa quejándose de la vida y sufriendo por cualquier cosa. Cuando somos infelices, la comunicación que recibimos de los demás es muy dura, tratan de evitarnos, de hundirnos. Frases como «Pobre de ti…» son palabras altamente destructivas que, además, te repites cuando dices: «Pobre de mí».
Cuando hablo de este tema me gusta que hagan un ejercicio, ahora te lo propongo:
Recuerda cómo te entristeces, colócate en la misma posición física que adoptas para ello, tal vez agaches tu cabeza, te encorves y dejes caer tus brazos. Recrea alguna vez que lo hayas hecho.
Date cuenta de cómo te sientes, observa tu postura, escucha tus voces internas.
Ahora, colócate erguido, con el mentón de la barbilla en alto. Ve hacia el frente, adopta una posición de éxito, recuerda alguna vez que estuviste motivado, que sabías que