Crecimos en la guerra. Pilar Lozano
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Lozano, Pilar, 1951-
Crecimos en la guerra / Pilar Lozano ; prologuista Beatriz Linares. -- Editora Mireya Fonseca Leal. -- Bogotá : Panamericana Editorial, 2014.
184 p. : il. ; 23 cm.
ISBN Impreso 978-958-30-4390-1
ISBN Digital 978-958-30-6274-2
1. Crónicas periodísticas - Colombia 2. Conflicto armado -Crónicas periodísticas 3. Violencia - Crónicas periodísticas 4. Niños víctimas de la violencia I. Linares, Beatriz, pról. II. Fonseca Leal, Raquel Mireya, ed. III. Tít.
070.44 cd 21 ed.
A1436143
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango
Primera edición, mayo de 2014
© 2014 Pilar Lozano
© 2014 Panamericana Editorial Ltda.
Calle 12 No. 34-30, Tel.: (57 1) 3649000
Fax: (57 1) 2373805
Bogotá D. C., Colombia
Editor
Panamericana Editorial Ltda.
Edición
Raquel Mireya Fonseca Leal
Fotografías de portada
© Shutterstock / specnaz / Kobby Dagan / melkerw
Diagramación
Martha Cadena / Alejandra Sánchez
ISBN Impreso 978-958-30-4390-1
ISBN Digital 978-958-30-6274-2
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio sin permiso del Editor.
Impreso por Panamericana Formas e Impresos S. A.
Calle 65 No. 95-28, Tels.: (57 1) 4302110 - 4300355
Fax: (57 1) 2763008
Bogotá D. C., Colombia
Quien solo actúa como impresor.
Diseño epub: Hipertexto – Netizen Digital Solutions
Agradecimientos: a Magdalena Arango y Marta Lozano por su apoyo y a Santiago Suárez, mi compañero, quien sufrió conmigo estas historias.
CONTENIDO
1. Así fue como dejé de ser niño
2. Un hombre grande, de once años
4. Mi cuerpo es una colcha de remiendos
5. Una infancia llena de miedos
6. Una niña con oreja de duende llegó al cielo
7. Nosotros fuimos criados en la guerrilla
He aceptado gustosa escribir unas ideas para presentar este libro, el que reitera una vez más la tragedia humanitaria que simboliza para las niñas, los niños y los pueblos sucumbir y perderlo todo por el conflicto armado. La lectura de este magistral texto de la escritora Pilar Lozano nos invita a emprender un duro recorrido por la historia de vida de miles y miles de voces infantiles e inocentes que han estado y están vinculados, como en los peores tiempos de la esclavitud, con los grupos armados ilegales de Colombia. Estos relatos no solo representan a sus protagonistas, como Manuel y su hermano, a José, Julia, Yair, María, Julio, Sandra, Gloria, Miguel o a Émerson, a Yésica, Sofía, Belkis, Yajaira, Mayra, Hugo o a Mónica entre otros. También hablan en nombre de niños, niñas, adolescentes, hoy jóvenes a quienes la guerra en su más perversa expresión tejió sus almas a retazos y a remiendos, tal como los cuerpos de las chicas recreadas en este libro que perdieron sus piernas, también por causa y consecuencia de un conflicto armado que no les pertenece, pero que cobra sus mayores víctimas en los más vulnerables.
Este viaje que propone la autora nos compromete a vivir cada historia en todo su contexto. Esta responsabilidad implica también que de la marcha de regreso volvamos distintos, livianos, sin armaduras ni maletas y dispuestos a tomar conciencia de la imperiosa necesidad de movilizar nuestra razón y nuestra emoción, de manera que podamos incidir en la transformación de la vida de esas otras y esos otros, niños y niñas que viven en nuestras familias, en nuestros vecindarios, en nuestros barrios y en cada rincón del país, en particular de quienes habitan sin habitación, aquellas zonas apartadas en las que los riesgos y las amenazas son aún más contundentes.
Estas historias no están escritas en amarillo, no pretenden intimidar ni perturbar a la sociedad, llaman desde mi apreciación a una reflexión obligada: qué puedo hacer yo por las niñas y los niños de mi país; cómo debo actuar desde mi propia cotidianidad y desde la responsabilidad moral que tengo como ciudadana o ciudadano para contribuir a que cese la violencia contra la niñez. Iniciemos al menos dando una vuelta inversa a la pirámide para reconocer que niñas, niños y adolescentes son las personas más sustantivas de la sociedad que demandan de cada uno y de cada una la más alta consideración y respeto por sus derechos. Tomemos conciencia de que las personas menores de 18 años que han pasado por el conflicto armado como víctimas-protagonistas son el presente y no el futuro del país; ellas y ellos no tendrán futuro mientras no les aseguremos que hoy, durante su presente, la sociedad y el Estado les cercioremos todos y cada uno de los derechos que la guerra les robó