Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Carlos Medina Gallego
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Sobre la construcción como partido político es necesario decir que las formas de la mecánica política dominante y tradicional en el escenario colombiano, en cuanto son una manera de hacer política, han intentado filtrarse pero han perecido en el camino de las convicciones. Además, sus exponentes cada vez pierden más credibilidad y seriedad mediante la autocrítica permanente en nuestros principios y valores políticos, los cuales se mantienen incólumes.
Asimismo, existía dentro de las Farc un partido político (eso sí, ¡nos faltó crear un partido liberal, otro conservador y otro socialdemócrata!); cada escuadra era una célula comunista en la que los mandos dejaban de serlo y se convertían en militantes al “mando” de los secretarios políticos que impartían los niveles de organización y educación. En su desarrollo e implementación se acudía a la discusión democrática una y otra vez, incluso en lo militar existía una instancia en la que se podían pedir expli-caciones, proporcionar informes y participar. La relación era diaria, cada veinticuatro horas, sobre el transcurrir de la vida cotidiana de la guerrilla.
En este tiempo, el Consejo de Política Nacional y las demás instancias de dirección del partido eliminan los caudillismos y se imponen las decisiones consensuadas y colegiadas como construcción política permanente. El cambio de las Farc-EP en armas al Partido del Común es fundamental y acorde con sus distintas manifestaciones. La guerrilla fariana era una estructura vertical como organización que implicaba un ejército irregular, con instancias y momentos democráticos que definían su vida militar y política. El nuevo partido, el Partido del Común, es una organización horizontal en el que cada integrante es un líder político, un organizador de la revolución democrática. El Partido del Común no es solo un partido de opinión, cuenta con una estructura y responsabilidades en las que se ejerce la democracia deliberativa, cuyas conclusiones se socializan y vuelve el ciclo de los disensos y consensos para obtener las conclusiones mediante tesis y antítesis. Es un partido de lucha y acción cuya forma de organización tiene que ver con el cumplimiento de metas y objetivos determinados y debidamente planificados.
El anticomunismo, que se ha sembrado profundamente en la sociedad colombiana y en otras del mundo, ha polarizado una sociedad a la que han conducido a una precaria educación en valores democráticos y ha permeado incluso a la izquierda, lo cual no permite un debate serio sobre el centralismo democrático. Este es un principio de organización, un método, no es más; no restringe la democracia interna. Lo que sí restringe es la acción política sin argumentación, porque en el centralismo democrático se establece la dirección ideológica que se traduce en acciones de lucha y se decide por mayorías. Las posturas minoritarias deben asumir las mayoritarias, aunque se esté en desacuerdo. Sin embargo, cuando llegue el siguiente momento del debate pueden participar con sus propuestas que, aunque derrotadas, son importantes para el ejercicio de los disensos.
Así, sucede que en el interior de las Farc-EP algunos llegaron sin entender esa práctica política, y adentro de la organización tampoco la aprendieron. De la misma forma, la ausencia de democracia en el ejercicio tradicional de la política colombiana produjo personas con egos desmesurados en cuanto expresiones de la conducta humana que nada tienen que ver con las ideologías. Además, ese fenómeno o condición humana aparece en las organizaciones políticas que suponen la interacción, el debate de las ideas y las satisfacciones personales, de lo cual no escapa el Partido del Común, a pesar de que se compelen mediante la disuasión y la construcción de valores.
Cada cual carga su propia historia, repleta de virtudes y defectos, de esta manera llega a la guerrilla y luego a la lucha política legal. Cada persona es un universo y así aporta a la lucha revolucionaria lo que tiene adentro. Unas veces predomina el egoísmo a cambio de la solidaridad y la fraternidad como práctica del ejercicio de construcción política.
En la X Conferencia Nacional Guerrillera de las Farc-EP se aprobó el Acuerdo general para la terminación del conflicto (previamente se había cumplido con su pedagogía). Esta pedagogía se llevó a cabo en todas las estructuras de la organización mediante asambleas guerrilleras en las que los combatientes tuvieron la oportunidad de opinar de forma amplia sobre los distintos temas tratados, y así llegar a conclusiones consensuadas. De igual forma, se habían recibido los informes elaborados por las asambleas guerrilleras como producto del debate democrático. En el transcurso de la negociación se tuvo informada a la guerrillerada de cada avance y retroceso, muy a pesar de las dificultades que imponía el Gobierno con respecto a las comunicaciones y la posibilidad de una tregua bilateral. Basta con observar las decenas de videos que se hicieron públicos y se difundieron por el mundo en los que la guerrillerada debate sobre los temas estructurales, la guerra y la paz, así como sobre su compromiso con el pueblo y con los cambios necesarios en la sociedad, con el fin de incorporar al sistema político más derechos y más libertades. Así, guerrilleros y políticos informados hicieron suyos los debates de la agenda del proceso de negociación, y luego hicieron lo propio con el Acuerdo especial de paz.
Ahora bien, al profesor Carlos Medina Gallego, así como a todo el grupo de investigación, es necesario hacerles un reconocimiento por su esfuerzo académico, el cual contribuye al análisis dialéctico de nuestro compromiso político con los colombianos más excluidos, al acometer los temas que constituyen los ejes de construcción de una paz integral desde los escenarios del saber. No queremos una paz anémica —como es el deseo de los gobiernos del orden y la seguridad a raja tabla— y en contra de los derechos y de las libertades del pueblo. Tampoco queremos una paz amnésica, aséptica y afásica. Estamos en la arena política con el propósito de luchar por una paz luminosa, vinculante, deliberativa, incluyente, solidaria y responsable de un Estado que hoy se encuentra al servicio de la exclusión.
Nuestro compromiso consiste en abrir espacios democráticos a fin de posibilitar la discusión científica social y política, lo cual nos permita crecer en la difícil tarea del ejercicio de la política. En síntesis, coincidimos en los propósitos esenciales de la investigación dirigida a la construcción de pensamiento y la construcción de una paz estable y duradera que se escriba con la palabra de la dignidad. Estas razones nos permiten concluir que serán necesarias otras posturas divergentes, en las cuales encontremos convergencias como parte de una senda hacia la paz integral y frente a los traumas colectivos e individuales de un espinoso conflicto armado.
Finalmente, el presente trabajo investigativo constituye un insumo documental importante para la valoración del conocimiento y la memoria del conflicto, en la medida en que es un referente de los retos y obstáculos de hoy e implican la construcción de la paz integral desde la acción política de nuestro partido político: una historia que se construirá día a día.
Bienvenidos los libros, los viejos y los nuevos, los que narran e interpretan las historias de las luchas de los pueblos por su emancipación. Bienaventurados los escritores que, en algunas ocasiones a riesgo de su propia vida, su seguridad y su tranquilidad, aportan a la construcción de un relato sobre el poder, la política, la economía, la sociedad y sus contradicciones. En este mundo, en particular en un país como Colombia, la universidad no ha dejado de ser una barricada de resistencia, un referente intelectual, ético y moral para la sociedad: la conciencia crítica de la nación.
En estos valores se inscribe el libro de Carlos Medina Gallego sobre un aspecto del proceso de paz en Colombia, con el fin de contribuir al entendimiento del conflicto armado y el Acuerdo especial de paz que fue suscrito entre el Gobierno nacional y la organización guerrillera Farc-EP. La Universidad Nacional de Colombia, la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, el Grupo de Investigaciones en Seguridad y Defensa, y el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz-CPSPP-UN, con la coordinación de Alejo Vargas Velázquez, fueron imprescindibles en la tarea de contribuir a la construcción de confianzas en los tiempos difíciles de la negociación y seguirán siendo fundamentales para narrar y reconstruir un relato de reconciliación nacional que se hace cada vez más importante.
Así, Medina Gallego, en su condición de docente-investigador de la