Demasiado sexy. Victoria Dahl
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Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2013 Victoria Dahl
© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Demasiado sexy, n.º 228 - enero 2021
Título original: So Tough to Tame
Publicada originalmente por HQN™ Books
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.
Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, HQN y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.
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Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.
Todos los derechos están reservados.
I.S.B.N.: 978-84-1348-669-7
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Este libro es para Jif, que intenta con todas sus fuerzas mantenerme casi cuerda.
Capítulo 1
La lluvia resbalaba por el parabrisas de su camioneta F-150 mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en verde. La plaza de Jackson Town estaba desierta, pero parecía que la luz estaba esperando a que los turistas pudieran cruzar la calle, aunque, en realidad, no hubiera ninguno. Walker Pearce puso el limpiaparabrisas y deseó que las escobillas pudieran borrar la sensación que ella le había dejado en la piel al acariciarlo con los dedos. La cabina de la camioneta todavía olía a su perfume. Sin preocuparse de la lluvia, bajó la ventanilla y, cuando se abrió el semáforo, metió la marcha y aceleró.
No la odiaba. Lo que ocurría era que, cuando ella lo había llamado, él había pensado que quería que hablaran. Pero, por supuesto, no era eso lo que Nicole quería de él. Nunca era eso.
Sabía que él tampoco tenía demasiados escrúpulos. La había besado. De hecho, se habrían acostado alguna noche si no se hubieran sobresaltado porque habían estado a punto de sorprenderlos. Así que no, no podía decirse a