El ministerio de la bondad. Elena Gould de White

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу El ministerio de la bondad - Elena Gould de White страница 3

El ministerio de la bondad - Elena Gould de White Biblioteca del hogar cristiano

Скачать книгу

de consagrados médicos y enfermeras, y que su significado va mucho más allá de esos límites hasta incluir todas las obras de misericordia y bondad desinteresadas. “Labor de ayuda cristiana” es también un término más comúnmente empleado por los adventistas del séptimo día en sus primeros años que ahora, y se refiere a la clase de trabajo descripto en este libro. Por último, como la autora escribió en diferentes continentes, al referirse al dinero habla a veces de dólares y otras de libras y chelines.

      Es necesario que el lector estudie las instrucciones en su marco apropiado, para descubrir los principios básicos implicados en cada caso. Por ejemplo, un estudio de los consejos en cuanto a la “venta de comestibles para fines de iglesia” revelará que aunque hemos sido advertidos contra utilizar la indulgencia en el apetito y el amor al placer como un medio para allegar fondos para la iglesia, es un privilegio de las organizaciones de la iglesia el ocuparse en la preparación y venta de alimentos saludables si el trabajo se hace apropiadamente y se realiza en el lugar debido.

      Excepto en muy pocos casos donde una sentencia o dos pueden enunciar claramente un principio, los compiladores se han esforzado en incluir lo suficiente del contexto de cada selección para asegurar al lector el apropiado uso del material elegido. En cada caso, la fecha del escrito o su primera publicación se indican en relación con la indicación de la fuente de la cual fueron extraídos.

      Este documento ha sido preparado en la oficina de los fideicomisarios de las publicaciones de Elena de White. El trabajo ha sido realizado en completa armonía con las instrucciones que la Sra. de White dio a sus fideicomisarios en previsión “de la impresión y compilación de mis manuscritos”, porque dijo que contenían “instrucciones que el Señor me ha dado para su pueblo”.

      Por lo tanto, que este libro de instrucciones dirigido a los adventistas del séptimo día –tanto a los pastores como a los miembros laicos– pueda animar a la iglesia para aprovechar sus oportunidades en la obra misionera con sus vecinos; que sus instrucciones puedan guiar a un servicio de amor, inteligente y concienzudo; y que a través de esa guía pueda haber una abundante cosecha de almas para el reino de Dios. Es el sincero deseo de los editores y de

      LOS FIDEICOMISARIOS DE LAS

      PUBLICACIONES DE ELENA G. DE WHITE.

      LA FILOSOFÍA DIVINA ACERCA DEL SUFRIMIENTO Y LA POBREZA

      Pensamiento áureo

       El pecado ha raído el amor que Dios implantó en el corazón del hombre. La obra de la iglesia es volver a encender ese amor. La iglesia debe cooperar con Dios en desarraigar el egoísmo del corazón humano, estableciendo en su lugar la caridad que estaba en el corazón del hombre en su estado original de perfección

      (Carta 134, 1902).

      CAPÍTULO

      El porqué de la pobreza y el dolor

      “Porque no faltarán menesterosos de en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra” (Deut. 15:11).

      Bienaventurados los misericordiosos. El Señor Jesús dijo: “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” [Mat. 5:7]. Nunca como hoy en día hubo una época cuando hubiera mayor necesidad de ejercer la misericordia. Nos rodean los pobres, los angustiados, los afligidos, los dolientes y los que están por perecer.

      Los que han adquirido riquezas, lo han hecho por medio de los talentos que Dios les ha dado, pero esos talentos para obtener bienes les fueron dados para que pudiesen socorrer a quienes se encuentran en la pobreza. Esos dones les fueron otorgados a los hombres por Aquel que hace que su sol ilumine y su lluvia caiga sobre justos e injustos; para que por la fecundidad de la tierra los hombres puedan tener abundante provisión para suplir todas sus necesidades. Los campos han sido bendecidos por Dios, y de su bondad ha “provisto al pobre” [Mat. 5:45; Sal. 68:10] (ST, 13-6-1892).

      El sufrimiento y la miseria no son el propósito de Dios. Son muchos los que se quejan de Dios porque hay tanta necesidad y dolor en el mundo; pero Dios no quiso nunca que existiese esta miseria. Nunca quiso que un hombre tuviese abundancia de los lujos de la vida, mientras que los hijos de otros lloraran por pan. El Señor es un Dios benévolo (JT 2: 511).

      Dios ha hecho a los hombres sus mayordomos, y a él no se le puede culpar del sufrimiento, la miseria, la desnudez y la necesidad de la humanidad. El Señor ha hecho amplia provisión para todos. Él ha dado a miles de hombres gran provisión con la cual mitigar la necesidad de sus prójimos. Pero aquellos a quienes Dios ha hecho sus mayordomos no han soportado la prueba, pues ellos han dejado sin aliviar a los dolientes y necesitados.

      Cuando los hombres que han sido abundantemente bendecidos por el cielo con mucha riqueza fallan en llevar adelante los designios de Dios y no alivian al pobre y al oprimido, el Señor se desagrada y seguramente los visitará [con su castigo]. No tienen excusa por retener la ayuda que Dios ha puesto en su poder para dar a sus prójimos, y se deshonra a Dios. Su carácter es mal interpretado por Satanás, y es representado como un juez duro que acarrea sufrimiento sobre las criaturas que ha creado. Esta mala interpretación del carácter de Dios está hecha como para que parezca verdad, y de esta manera, como consecuencia de la tentación del enemigo, el corazón de los hombres es endurecido contra Dios. Satanás culpa a Dios del mal que él mismo ha causado al hacer que los hombres retengan sus recursos y no los den a quienes sufren. Él atribuye a Dios sus propias características (RH, 26-6-1894).

      La miseria y el sufrimiento no son necesarios. Si los hombres cumplieran con su deber como mayordomos fieles de los bienes del Señor, no habría el clamor por pan, ni el sufrimiento por la miseria, ni la desnudez y la necesidad. La infidelidad de los hombres trae el estado de sufrimiento en el que la humanidad está hundida. Si aquellos a quienes Dios ha hecho sus mayordomos tan sólo emplearan los bienes del Señor para el objeto con el cual se los dio, este estado de sufrimiento no existiría. El Señor prueba a los hombres dándoles una abundancia de cosas buenas, así como probó al hombre rico de la parábola [Luc. 12:16-21]. Si somos hallados infieles en el manejo de las riquezas mundanales, ¿cómo nos podrá confiar las verdaderas riquezas? Quienes han permanecido firmes en la prueba en el mundo, que han sido hallados fieles, que han obedecido las palabras del Señor al ser misericordiosos usando sus medios para el progreso de su reino, oirán de los labios del Maestro: “Bien, buen siervo y fiel” [Mat. 25:21] (Ibíd.).

      Algunos ricos, algunos pobres. La razón por la cual Dios ha permitido que algunos miembros de la familia humana fueran tan ricos y otros tan pobres seguirá siendo un misterio para los hombres hasta la eternidad, a menos que establezcan la debida relación con Dios y ejecuten los planes divinos, en lugar de obrar de acuerdo con sus propias ideas egoístas (TM 280).

      Para fomentar el amor y la misericordia. En la providencia de Dios los hechos han sido así ordenados para que los pobres estén siempre con nosotros, con el propósito de que pueda haber en el corazón humano un constante ejercicio de los atributos de la misericordia y el amor. El hombre ha de cultivar la ternura y la compasión de Cristo; no ha de separarse de los dolientes, los afligidos, los necesitados y los angustiados (ST, 13-6-1892).

       Para desarrollar en el hombre un carácter semejante al de Dios. Aunque el mundo necesita simpatía, aunque necesita las oraciones y la ayuda de Dios, aunque necesita ver a Cristo en la vida de quienes le siguen, los hijos de Dios necesitan igualmente oportunidades que atraigan sus simpatías, den eficacia a sus oraciones y desarrollen en ellos un carácter semejante al modelo divino.

      Para proveer estas oportunidades, Dios colocó entre nosotros a los pobres, los infortunados, los enfermos

Скачать книгу