Corazón al desnudo. Patricia Thayer
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Читать онлайн книгу Corazón al desnudo - Patricia Thayer страница 4
Se agachó y examinó el suelo. Escribió algo en el cuaderno.
—¿Hay alguien de su familia que viva por aquí cerca?
—Oh, no —dijo ella—. Viven en el sur.
—¿Por qué no se compró la casa por allí? Quizá su familia podría haberla ayudado.
—Prefiero hacerlo yo sola.
—¿Y cómo encontró Stewart Manor?
—Estaba en internet. Si sabes dónde buscar se puede encontrar cualquier cosa.
Rafe se puso en pie y se acercó a la ventana.
—Por mí, puede hacer una pila con todos los ordenadores y prenderle fuego.
Shelby contuvo una sonrisa.
—Parece que ha tenido problemas con su ordenador.
—Ninguno. Ni lo toco. Le dejo todo el trabajo de ordenador a mi hermana. Angelina es diplomada en informática. Hay uno en la oficina y yo me mantengo alejado.
—Bueno, si algún día decide aprender, llámeme. Yo trabajo haciendo páginas web.
—Gracias, pero dudo que necesite sus servicios. ¿Cuántas habitaciones hay arriba?
—Cinco dormitorios y dos baños. Uno de ellos se comunica con el dormitorio principal. La tercera planta es la buhardilla.
—¿Cuántas habitaciones quiere que mire?
—Quiero que me diga si alguna necesita alguna reparación importante. Hay goteras en dos de los dormitorios y en uno de ellos ya se ha levantado el yeso. Quiero empezar a pintar y a empapelar lo antes posible.
—Creo que no debe decorar nada hasta que evaluemos todos los daños. Cuando se quita el yeso viejo, se ensucia mucho —la miró a los ojos y ella sintió que todos sus sentidos se ponían en estado de alerta. ¿Por qué ese hombre la ponía tan nerviosa?
Ella asintió.
—Iré a echar un vistazo —él salió de la habitación y ella lo siguió. Cuando llegaron a la escalera, él se detuvo. Ella no, y chocaron. Él la agarró antes de que ella perdiera el equilibrio—. Será mejor que se quede aquí. Estas escaleras no son seguras, y hasta que no estén arregladas no quiero que las use.
Shelby sintió el calor de su roce y perdió el deseo de discutir. Él se volvió y continuó subiendo. Shelby lo observó subir de manera atlética por los peldaños rotos. Cuando desapareció de su vista, regresó al salón.
Shelby se paró delante de la chimenea y miró las fotos. Su familia. El tío Ray y la tía Celia junto a todos sus primos. Todos ellos desperdigados por todo el país. Así nadie le preguntaría por qué no iban a visitarla. Solo tendría que inventarse historias acerca de ellos. Y era muy buena inventando historias. Suspiró, miró a su alrededor y se sintió aliviada.
Al fin tenía su casa. Pronto estaría llena de gente y ya no estaría sola nunca más.
Después de revisar la buhardilla y las otras habitaciones, Rafe entró en el dormitorio principal. Había una cama de caoba con dosel. Las cortinas tenían muchos bordados, pero estaban tan sucias que no se veía de que color eran. El papel de la pared estaba descolorido y tenía manchas de agua. También había signos de vandalismo, cristales rotos, botellas de cerveza y pintadas en la pared. El suelo tenía una gran capa de polvo.
Entró en el baño y vio una bañera antigua. La miró bien y vio que estaba en buen estado, igual que el lavamanos. Los baldosines de mármol azul marino necesitaban una buena limpieza, pero eso era fácil de arreglar.
Rafe pensó en la mujer que había dejado abajo. Normalmente dejaba que los dueños de la casa lo siguieran mientras él revisaba el sitio, pero necesitaba alejarse un poco de la señora Harris. Sentía que lo observaba todo el rato. No sabía si era por desconfianza o por pura curiosidad. Pero le molestaba. No se había sentido tan torpe con una mujer desde que llevó a Lisa Southerland al baile de fin de curso. Y se sintió así porque tuvo que ser lo suficientemente valiente como para conseguir su propósito. A los diecisiete años, acariciar los pechos de una mujer era un cometido difícil.
Recordó a Shelby Harris en camiseta. Tenía un cuerpo increíble. Pechos grandes, piernas largas y definidas… Rafe gimió. ¿Qué le pasaba? Estaba actuando como si nunca hubiese estado junto a una mujer. Había pasado un tiempo desde que la última entró en su vida. Aun así, sabía que no podía liarse con una futura clienta.
Después de echarse el sermón, volvió al dormitorio. Se detuvo al ver que Shelby estaba frente a las ventanas. La luz del atardecer formaba un halo a su alrededor, dulcificando su bonita cara.
Se creó un ambiente de intimidad y permanecieron en silencio, como si no quisieran romper el hechizo con las palabras. Rafe miró hacia la cama de reojo y una imagen erótica de la chica morena tumbada desnuda en la cama sobre sábanas de raso, pasó por su cabeza.
Su cuerpo se tensó y dirigió la mirada hacia Shelby. Maldición.
—Le dije que me esperara abajo.
Ella no se intimidó por su enfado.
—Ya he estado aquí antes. Sé cuáles son los peldaños que hay que evitar.
—Podía haberse caído. Esta casa es vieja y lleva tiempo abandonada. Si voy a trabajar aquí, tendrá que escuchar mis advertencias.
Los ojos de ella brillaron con desafío, estaba a punto de replicar cuando desvió su mirada.
—Supongo que estaba ansiosa por ver cuáles eran los desperfectos y a cuánto ascendería su factura.
Rafe miró su carpeta. Sabía que la casa necesitaba mucha dedicación.
—En general, la casa está bien construida. Creo que eso ya lo sabe.
Ella asintió.
—El tejado tiene goteras desde hace años. Le iba a sugerir que lo cambiara, pero en la buhardilla hay varios paquetes de tablas y quizá podamos hacer una reparación temporal. Una vez que no haya goteras, quitaremos el techo de la habitación delantera y pondremos uno nuevo.
—¿Y en las otras tres habitaciones y esta?
—No están en muy mal estado. Esta habitación es la que mejor está, y el baño está bien.
—Así que entre la sala de abajo, las escaleras y el dormitorio, ¿cuánto cree que me costará?
No sabía por qué, pero se las arregló para reducir la factura al mínimo. Le mostró el presupuesto y vio como ella abría bien los ojos.
—Eso es muy caro. No es posible que necesite tanto material.
—No es el material. Es la mano de obra. Tengo que pagar a una persona para que venga a retirar toda la madera podrida y el yeso.