Las Ciencias Sociales. Omar Alejandro Bravo
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El neoliberalismo establece coaliciones entre grupos de interés que forman una alianza hegemónica (Apple, 1998), para lograr que sus objetivos prevalezcan y nada perturbe sus intenciones de obtener más ganancias. Estas alianzas y coaliciones se constituyen de grupos neoconservadores, dueños de los medios de comunicación, políticos que se adaptan a los deseos del capital y les crean los espacios y regulaciones para que sigan lucrando siempre que les retribuyan con millonarias ganancias por sus servicios, y una nueva clase media ávida de ascender y allegarse de recursos económicos. Todos trabajando conjuntamente hacia el mismo fin. No es un grupo homogéneo, pero sí con un mismo proyecto (Apple, 1998; 1999; Mészáros, 2001). Esta alianza hegemónica es guiada por la visión neoliberal que se caracteriza por impulsar políticas de libre mercado que valoran y promueven la mejora de las empresas e instalar, lenta pero constantemente, el consumismo en los ciudadanos. Al mismo tiempo rechazan la intervención del Estado/Gobierno para que no limite o controle las decisiones del libre mercado, ya que ellos catalogan al Estado como incompetente y burocrático (Chomsky, 1999). De tal forma que todo lo público es denostado, lo etiquetan de malo, mientras lo privado es elevado, considerado bueno por naturaleza.
No es un pleonasmo mencionar que el sistema capitalista bajo el que vivimos en estos momentos es neoliberal, porque queremos enfatizar que el capitalismo llegó a niveles inhumanos extremos en esta etapa en donde el neoliberalsmo tomó el control del sistema de producción actual. Es un capitalismo neoliberal. En ese sentido es muy ilustrativa la descripción que hace Samir Amin (2008, p.30) para entender las alianzas que establecen la política y los políticos con el neoliberalismo para cuidar y mantener sus intereses, tomando como ejemplo el papel que desempeñan los organismos económicos internacionales en el control de los países del mundo:
El nombre imperialismo ya no puede ser conjugado en plural como se hacía en períodos históricos previos. Ahora es un imperialismo colectivo de la triada de los Estados Unidos, Europa y Japón. En este sentido, el interés común que comparten los oligopolios que componen esta triada prevalecerá sobre sus conflictos (comerciales) de interés. Este carácter colectivo del imperialismo se expresa a través del manejo del sistema mundial de los instrumentos comunes que usa esta triada. En el plano económico se encuentra la Organización Mundial del Comercio (el ministerio de las colonias de la triada), el Fondo Monetario Internacional (la agencia colectiva de recolección económica), el Banco Mundial (ministerio de propaganda), y la OCED y la Unión Europea (establecidos para prevenir que Europa abandone el [neo]liberalismo). En el plano político, existe el G7/G8, las fuerzas armadas de los Estados Unidos y la OTAN. La domesticación y marginación de las Naciones Unidas completa este paisaje.
(Traducción personal del autor; el agregado [neo] es mío)
Puede decirse que las alianzas neoliberales han cumplido de manera excelente con la aplicación de las estrategias de dominio que han diseñado porque han seguido controlando las políticas que deciden nuestras vidas en el mundo durante las últimas tres décadas. Han logrado identificar y/o exterminar cualquier acción de grupos o individuos que puedan poner en riesgo sus propósitos; de tal manera que todos aquellos que piensan diferente a la idea del libre mercado como el rector de nuestras vidas, automáticamente se convierten en sospechosos para el sistema y son limitados, controlados, excluidos o exterminados. A pesar de esas acciones de poder y autoritarismo fascista, el modelo neoliberal se presenta a sí mismo como equivalente de democracia y libertad, espejismo bajo el cual justifica toda acción que proteja sus intereses. Como lo señala McChesney (1999), esta perspectiva se plasma en las ideas de Milton Friedman (1962), el más famoso gurú neoliberal, cuando menciona en su libro Capitalism and Freedom (capitalismo y libertad) que debido a que el hacer ganancias es la esencia de la democracia, cualquier gobierno que establezca políticas antimercado está siendo antidemocrático por definición.
Sin embargo, a pesar de presentar las políticas sociales y económicas del neoliberalismo como sinónimos de democracia y libertad en su afán de liberar las finanzas y el mercado, de hacer que la oferta y la demanda determinen nuestras vidas, de fomentar la privatización de los bienes sociales que son vistos como simples mercancías, y de conseguir quitar de su camino a cualquier gobierno que mantenga propósitos locales y nacionalistas considerados como “proteccionistas”, han creado condiciones que van en contra de cualquier ideal democrático: un incremento desorbitado de la inequidad social y económica que ha llevado de la pobreza a la pobreza extrema principalmente a los grupos oprimidos que ya de por sí han sido históricamente marginados; una afectación desastrosa al medio ambiente mundial; una economía global inestable que mantiene en la zozobra al mundo; y una bonanza sin precedente de los más ricos del mundo. Arundhati Roy (2002) muestra claramente las inhumanas contradicciones de este capitalismo globalizado:
En los diez años anteriores [Roy señalaba aquí de 1992 al 2002], el ingreso total del mundo se incrementó en un promedio de 2.5% por año. Y aún el número de pobres en el mundo se incrementó en 100 millones. De las 100 economías más grandes, 51 son empresas, no países. El 1% de la población ubicada en la parte superior de la escala de ingresos del mundo tiene el mismo ingreso combinado que obtiene el 57% en el fondo de la escala.
(Traducción personal del autor)
EL TRABAJO EN EL DISCURSO NEOLIBERAL
Otra de las aterradoras consecuencias que el neoliberalismo ha generado en el mundo fue develada por Kevin Bales (1999) en su libro Disposable People (Gente desechable): la existencia de una nueva esclavitud dentro de la economía mundial. Bales (1999) señala que las condiciones de pobreza extrema en que vive la gran mayoría de la población del planeta, han llevado a que las personas acepten contratos de trabajo falsos y dolosos a través de los cuales pierden literalmente su libertad. Dichas estrategias “contractuales” los sujetan a deudas creadas por sus empleadores y “enganchadores” (transporte, alimentación, alojamiento...) y terminan perdiendo años de vida productiva bajo ese yugo de explotación. Jornaleros en campos de cosecha y producción, mujeres sometidas a la prostitución o al trabajo de servicio doméstico en donde son explotadas y se encuentran en condiciones casi de “secuestradas”, son parte de la nueva cara de la esclavitud moderna. Las ganancias obtenidas por los patrones mediante esta esclavitud moderna denominada “contrato” son mucho más elevadas que las que se obtenían con la esclavitud “por propiedad” que se conoció históricamente. Ahora, cuando el esclavo moderno ya no sirve o ya se le explotó su fuerza de trabajo al máximo, es simplemente desechado. Esto ha convertido a los seres humanos en “herramientas desechables” para la producción y la generación de ganancias.
Además de la esclavitud moderna, el trabajo en general dentro del sistema neoliberal es de una explotación al máximo, dónde el trabajador no es importante como persona, sino como una pieza más en la maquinaria de producción de ganancias para los capitalistas neoliberales. Los trabajadores son manipulados para que internalicen que la “globalización,” que ha sido promovida y usada por el sistema mismo, “los obliga” a hacer menos con más, aunque eso implique despedirlos sin derechos, sin otorgarles ninguna garantía social. En los países donde las leyes laborales obligan a las empresas a darles permanencia en el trabajo a los trabajadores que completen seis meses laborando para ellos, los trabajadores firman contratos por cinco meses y días para que no generen derechos laborales a las empresas, por ejemplo. Esta tendencia puede verse claramente en las reformas laborales implementadas en países como México durante los últimos tres años. Por ese motivo los trabajadores tienen menos derechos y pueden ser despedidos sin que medie ningún esfuerzo sindical o de algún tipo que haga las empresas detenerse por eso. Un ejemplo claro