Fisiopatología y nutrición. Juan Carlos López Barajas

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Fisiopatología y nutrición - Juan Carlos López Barajas

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cascada incluye tanto los accidentes cerebrovasculares como ataques cardíacos. Recientemente se ha relacionado la periodontitis como factor de riesgo en daños vasculares y potencial daño sistémico (Lima, 2011).

      Antioxidantes como suplementos

      El uso de antioxidantes para prevenir enfermedades es controvertido. En un grupo de alto riesgo, como los fumadores, altas dosis de beta-caroteno aumentan la tasa de cáncer de pulmón. En grupos de bajo riesgo, el uso de la vitamina E parece reducir el riesgo de enfermedades cardíacas. En otras enfermedades, como la enfermedad de Alzheimer, las pruebas sobre la suplementación con vitamina E arrojan resultados mixtos. Sin embargo, la nitrona eliminadora de radicales de AstraZeneca, la droga NXY-059 muestra alguna eficacia en el tratamiento de accidentes cerebrovasculares.

      El estrés oxidativo (tal como Denham Harman lo formuló en su teoría de los radicales libres) se cree que también contribuye al proceso de envejecimiento. Aunque hay pruebas favorables que confirman esta idea en organismos modelo como Drosophila melanogaster y Caenorhabditis elegans, las pruebas en mamíferos son menos claras.

      Catalizadores metálicos

      Metales tales como hierro, cobre, cromo, vanadio y cobalto son capaces de hacer ciclos redox en los que un solo electrón puede ser aceptado o donado por el metal. Esta acción cataliza reacciones que producen radicales y puede producir especies reactivas del oxígeno. Las reacciones más importantes son probablemente la reacción de Fenton y la reacción de Haber-Weiss, en las que se producen radicales hidroxilo de la reducción del hierro y peróxido de hidrógeno. Los radicales hidroxilo pueden dar lugar a modificaciones de los aminoácidos (Por ejemplo, la formación de meta-tirosina y orto-tirosina a partir de fenilalanina) e hidratos de carbono, iniciar la peroxidación de lípidos y oxidar nucleobases. La mayoría de las enzimas que producen las especies reactivas del oxígeno contienen uno de estos metales. La presencia de estos metales en los sistemas biológicos de forma no complejada (no en una proteína u otro tipo de protección del complejo metálico) puede aumentar significativamente el nivel de estrés oxidativo. En el ser humano la hemocromatosis se asocia con un aumento de los niveles de hierro tisular (la enfermedad de Wilson) y con un aumento de los niveles de cobre en los tejidos y de manganeso con la exposición crónica a los minerales de manganeso.

      Catalizadores redox no metálicos

      Determinados compuestos orgánicos, además de catalizadores redox metálicos, también pueden producir especies reactivas del oxígeno. Uno de los más importantes son las quinonas. Las quinonas pueden hacer un ciclo redox con sus conjugados semiquinonas e hidroquinonas, en algunos casos, catalizando la producción de superóxido desde peróxido de hidrógeno. El estrés oxidativo generado por el agente reductor ácido úrico puede estar implicado en el síndrome de Lesch-Nyhan, accidentes cerebrovasculares y el síndrome metabólico, del mismo modo que con la producción de especies reactivas del oxígeno en presencia de homocisteína en homocistinuria, así como arteriosclerosis, accidentes cerebrovasculares, y Alzheimer.

      Defensa inmune

      El sistema inmunitario utiliza los letales efectos de los oxidantes haciendo de las especies oxidantes una parte central de su mecanismo para matar a los agentes patógenos con la producción de los fagocitos activados de ERO y las especies reactivas del nitrógeno. Estos incluyen el superóxido (•O2-), el óxido nítrico (•NO) y en particular su producto reactivo, peroxinitrito (OONO-). Aunque el uso de estos compuestos altamente reactivos en la respuesta citotóxica de los fagocitos causa daños a los tejidos huésped, la no especificidad de estos oxidantes es una ventaja, ya que pueden dañar casi cualquier parte de la célula blanco. Esto impide que un agente patógeno escape de esta parte de la respuesta inmunitaria mediante la mutación de un único blanco molecular (Lima, 2011).

      1.4 Adaptaciones metabólicas del ayuno

      En el ayuno total (solo ingestión de agua) se produce un balance calórico y nitrogenado (proteínas) negativos, es decir, el individuo debe consumir sus reservas energéticas y un catabolismo de sus proteínas. Lo más trascendente es esto último, porque el ser humano no tiene reservas de proteínas y el balance nitrogenado negativo refleja un deterioro estructural con pérdida de tejidos (músculo, vísceras, proteínas plasmáticas, etcétera).

      Un hombre adulto tipo, de 70 kg de peso, tiene 15 kg de tejido graso (equivalentes a 141 000 Calorías), 6 kg de proteínas de recambio rápido (24 000 Cal) y solo 0,23 kg de glicógeno en el músculo y en el hígado (900 Cal). Los combustibles circulantes solo son 113 Cal. Durante el ayuno, sin presencia de un SRIS, es decir, si la persona no se alimenta, pero en ausencia de una enfermedad hipercatabólica, se produce una adaptación que permite prolongar su sobrevida. Hay dos fases que se suceden paulatinamente.

      Ayuno corto. Fase neoglucogénica (1 semana)

      Se utilizan preferentemente los ácidos grasos como sustrato energético, pero se debe sintetizar glucosa, que es mayormente usada por el sistema nervioso central. Al no alimentarse, no hay estímulo de secreción de insulina, sus niveles se mantienen bajos, mientras el glucagón tiene un aumento relativo. Esto permite la movilización de sustratos:

      1. Lipólisis: Hidrólisis de triglicéridos del tejido adiposo y salida de ácidos grasos libres. Estos que circulan unidos a albúmina son sustratos oxidativos (80 % de las 1 800 Cal que gasta el individuo al día) para músculo y vísceras, a excepción del SNC, que requiere glucosa.

      2. Proteólisis: En esta 1.ª fase hay gran proteólisis (degradación de proteínas) para suministrar aminoácidos que van a síntesis de glucosa (alanina y glutamina). En este proceso hay síntesis de urea en el hígado, que es excretada por el riñón (el 90 % del nitrógeno eliminado en orina es N ureico). Así, se excretan de 10 a 12 g de N ureico al día, lo que equivale a catabolizar de 62,5 a 75 g de proteínas por día. Teniendo en cuenta que 1 g de N equivale a 6,25 g de proteínas y a 30 g de masa magra, la persona está consumiendo alrededor de 300 a 360 g de músculo y vísceras diariamente.

      3.

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