Los múltiples caminos a la subsistencia. Fernando Calonge Reillo
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En este primer capítulo introductorio asentaré resumidamente varios de estos ejes temáticos que son rectores de nuestras investigaciones. Para ello, en un primer momento presento las dimensiones del concepto de accesibilidad urbana, el cual es conductor de cada una de las investigaciones particulares que después se presentan. A continuación, indico de qué manera se disponen y a qué retos responden las necesidades de accesibilidad urbana que encarnan estas poblaciones que se ubican en territorios no centrales de una metrópoli ampliamente fragmentada. Seguidamente, presento de forma resumida nuestro caso de estudio y el proyecto compartido de investigación del que se nutren todos los capítulos. Como en toda sección introductoria, cierro haciendo una pequeña presentación de los principales contenidos que se reúnen en cada uno de los capítulos.
La accesibilidad urbana y la exclusión social
Para pensar de qué manera unas poblaciones residentes en áreas no centrales de la metrópoli consiguen desplazarse por ella para realizar sus principales actividades, es importante situar el concepto de accesibilidad. Originariamente este concepto fue interpretado desde una perspectiva más geográfica, que enfatizaba las propias características que un determinado emplazamiento tenía respecto al resto de emplazamientos relevantes. Así, este tipo de definiciones tradicionales resaltaban el número de oportunidades que se encontraban disponibles desde un lugar determinado, y para una distancia y tiempo de traslado igualmente determinados (Kellerman, 2006: 10). El objeto de estudio era el espacio en su relación con otros, para lo cual era muy importante analizar tanto la conectividad de los diferentes emplazamientos entre sí (Rodrigue, Comtois y Slack, 2006: 28) como las características y el interés que suscitaban para atraer desplazamientos (Ohnmacht, Maksim, y Bergman, 2009: 16). Este tipo de propuestas, tan centradas en las características de los emplazamientos y en su vinculación y conectividad, hacían difícil poner rostro a los agentes de la movilidad, los sujetos y sus hogares, e investigar de qué manera la estructura de la ciudad canalizaba sus esfuerzos por trasladarse a los espacios para ellos relevantes.
Es por eso que no tardó en cambiarse la formulación y pasarse de una forma lógica a interpretar la accesibilidad en términos de facilidad. Desde esta propuesta, se señala que la accesibilidad es la sencillez para involucrarse en una serie de actividades relevantes, que se desarrollan en espacios concretos (Hull, 2011: 19). Como bien reflexionan Miralles y Cebollada (2003: 14), esta redefinición implica cambiar la perspectiva del espacio a los sujetos, lo que permite preguntarse por las formas como se organizan para desplazarse en un entorno particular y por las estrategias que se ponen en marcha para poder llegar a los lugares relevantes (Cahill, 2010: 82). De esta manera, será importante para nosotros atender a las distintas facilidades o dificultades que tienen los sujetos para desplazarse desde esas áreas no centrales de la metrópoli a los espacios que son fundamentales para su reproducción.
En esta definición están implícitas en principio tres dimensiones. Por un lado, estamos hablando del sistema de transporte en todos sus segmentos como la herramienta que permite a los sujetos y a los integrantes de los hogares trasladarse por el territorio. Así, el transporte sería un instrumento que favorece que los sujetos accedan por los distintos espacios del territorio (Lucas, 2004: 10). Para conocer de qué manera lo hacen, es necesario indagar de qué forma se privilegian los distintos medios de transporte dentro de una metrópoli, sus costos o la extensión y las frecuencias del transporte público (Seo, Ohmori y Harata, 2013: 851). En particular, se insiste mucho en cómo una buena cobertura de la red de transporte público puede facilitar que todas las poblaciones puedan alcanzar exitosamente los lugares donde desarrollan cotidianamente sus actividades (Stren y Polese, 2000: 28).
Junto a la naturaleza del sistema de transportes, también es importante considerar la estructura del propio territorio y cómo en su extensión se reparten y distribuyen las residencias, los trabajos y los diversos servicios urbanos. Si partimos de una definición de accesibilidad que se apoya en la facilidad para llegar a los distintos lugares significativos, es fundamental estudiar dónde se sitúan estos en relación con los sujetos y hogares. En este sentido, una buena distribución de recursos que los ubique en proximidad, especialmente de las poblaciones más vulnerables, facilita el acceso y mejora su propia condición de vida (Grieco, 2015: 83).
Finalmente, se hace también hincapié en las propias características y en los atributos de los sujetos. No en vano la accesibilidad es la facilidad para unos determinados sujetos, y no para un sujeto abstracto y universal. En este sentido, son personas particulares que, a la hora de estructurar sus estrategias para desplazarse, parten desde marcos cognitivos y perceptuales que filtran a dónde podrán o no llegar (Le Vine, Lee-Gosselin, Sivakumar y Polak, 2013: 2). Asimismo, se ha enfatizado que sus niveles de preferencias o las competencias que encarnan los sujetos son igualmente relevantes a la hora de analizar cómo se figuran los lugares a los que pueden aspirar a desplazarse y la manera como lo hacen (Kaufmann, Bergman y Joye, 2004: 750).
En los cuatro municipios del amg consignados como no centrales (Tlaquepaque, Tlajomulco, Tonalá y El Salto) estaremos reiteradamente aplicando nuestro análisis sobre estos aspectos básicos de la accesibilidad. Será de nuestra incumbencia identificar los lugares de vivienda y los cambios residenciales de nuestros sujetos. También analizaremos la distribución de los trabajos y demás recursos urbanos y cómo se ubican en relación con sus domicilios. Asimismo, analizaremos la manera como utilizan el sistema de transportes en todos sus segmentos (no motorizado, motorizado, convencional, masivo, formal e informal) para poder acceder a sus espacios significativos. Por último, asumiendo la perspectiva de los sujetos, será muy importante para nosotros investigar cómo orquestan sus diferentes estrategias para desplazarse por el entorno, y cómo priorizan ciertas necesidades de transporte en el seno de unas disponibilidades reducidas de recursos.
Este análisis está abocado a contribuir a uno de los ámbitos de estudio más fructíferos de la accesibilidad: el estudio de la exclusión social. Cuando nos ubicamos en un escenario de poblaciones marginadas o no centrales, estudiar la accesibilidad ha significado comprobar los procesos territoriales que favorecen que sigan quedando relegadas de participar en las actividades y procesos urbanos que promueven el ascenso y la promoción sociales. En particular, los estudios sobre accesibilidad son cruciales para averiguar los mecanismos que hacen que las poblaciones pobres no estén aprovechando o no estén participando de los procesos de crecimiento y desarrollo económico (Social Exclusion Unit, 2003). Como ha subrayado Soja (2010: 32), dado que en la actualidad la mayor parte de la población mundial pobre vive en ciudades, el estudio sobre el acceso de los ciudadanos a los recursos urbanos se hace fundamental para explicar los presentes procesos de estratificación y exclusión social.
Retos de accesibilidad y exclusión
para poblaciones en territorios no centrales
La mayor parte de estas amenazas de exclusión social que pesan sobre las poblaciones desfavorecidas de las urbes contemporáneas se produce porque, para ellas, la accesibilidad se desarrolla en un escenario urbano caracterizado por dinámicas que las perjudican de forma sistemática. Sin querer ser exhaustivos, en este apartado presentaremos algunas de esas dinámicas,