Vindictas. Varias Autoras

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Vindictas - Varias Autoras страница 5

Автор:
Серия:
Издательство:
Vindictas - Varias Autoras Vindictas

Скачать книгу

mexicana que nos muestra la crisis de una relación que está en términos más igualitarios en su cuento “Inmóvil sol secreto”. A diferencia de otras historias, allí no encontramos infidelidad masculina. La narradora, con una enorme sabiduría, va deshaciendo una madeja para comprender la historia que vive. El naufragio arroja a dos seres que tienen que reconstruirse, pero lo que tienen que salvar no es necesariamente el amor de pareja, sino el propio.

      En otra tesitura, la escritora hondureña Mimí Díaz Lozano nos ofrece el que quizás es el gran cuento sobre la maternidad en este libro. Entramos de golpe a la escena de un parto donde la mujer es asistida por un médico y está presente el marido, una figura sumamente violenta. Siento que en él hay una oscuridad, un egoísmo, un hoyo negro que solo podía llevarse cosas. Lo que me conmueve mucho en esta historia es cómo la madre habla del niño y cómo le concede una dignidad. Le reconoce al recién nacido una soledad que lo hace único, humano.

      JC: En ese cuento, “Ella y la noche”, más allá de la revelación final, durante el transcurso del parto se modela la verdadera naturaleza del padre. Es un presagio terrible. Se subraya con fuerza el grito del que hablábamos. Ese grito que se conecta con el bramido de “Guayacán de marzo”. Este cuento posee un mar de fondo que es la infancia y la maternidad. Pienso que la infancia no es un tema esencial aquí, pero sí es un condicionante para los personajes.

      Por otro lado, si asistimos a una procesión de hombres ausentes, maltratadores, malos amantes, ¿qué espacio queda para estos personajes? ¿Qué tipo de relación pueden establecer? El personaje se ve abocado a la maternidad como último reducto. Se cierra así un gran tema que arranca con el cuerpo. Un cuerpo que es poderoso y palpita en toda la antología. La maternidad y esa infancia adquieren de este modo una funcionalidad narrativa de peso: un lugar desde donde pensarse, construirse y rebelarse.

      SV: Y quizá la única historia donde hay niños o adolescentes como protagonistas es en el cuento de María Luisa de Luján Campos, “Cómplices de extraños juegos”, donde se rompe con al menos dos lugares comunes: la condescendencia hacia los niños, pensar que de ellos solo pueden esperarse actuaciones simples o anodinas, como si la infancia fuera ese territorio blanco donde no ocurre nada o lo que llega a ocurrir no es importante; y se rompe también con la condescendencia hacia los pobres, de manera que vemos a un grupo de niños capaces de tener pensamientos crueles o de asumir un papel de superioridad ante los desfavorecidos. Están llevando una caja de muerto a un barrio de pobres, además es para un niño, un “angelito”, lo llaman. En ese viaje, narrado por una niña, vamos descubriendo una estructura de muñecas rusas, pasando poco a poco de una realidad a otra, asfixiándonos para saber más de los personajes, de las relaciones de poder infranqueables que se tejen entre niños, y que por supuesto existen. Un cuento difícil de asir.

      JC: Ese cuento tiene una capacidad extraordinaria de desubicar e incomodar al lector. Conmueve cuando hay eslabones tan complicados de unir como es la infancia y la muerte, jugando la una con la otra. Y además María Luisa de Luján lo realiza con la naturalidad anatómica de un forense. La muerte en esta antología es un rumor que cohesiona distintos cuentos, apareciendo de un modo central o simplemente tangencial. Ocurre algo similar con el tema de la infancia. Son esos elementos casi invisibles que confieren coherencia a la antología. Desde este punto de vista la antología es orgánica y un continuo diálogo entre los textos a través de canales más visibles unas veces, subterráneos otras. Asimismo, en la atmósfera que hemos otorgado a esta selección, “Cómplices de extraños juegos” apuesta un poco a despistar. Sucede también con los cuentos “Muerte por alacrán”, de Armonía Somers, o “Locura”, de María Luisa Elío, que asaltan el ritmo y enriquecen la propuesta de lectura. El broche de esta intención es “El occiso”, de María Virginia Estenssoro, un cuento poético y bello, un instante de quietud, la epifanía del cuerpo más allá de la muerte.

      SV: El cuento de Estenssoro revela una muerte larvaria, donde ya no hay ni siquiera un cuerpo: queda solo la consciencia de la muerte, y porque existe esa consciencia sigue habiendo vida, si es que se le puede llamar así. Se publicó en 1937, lo menciono porque podría haber cierta resonancia con Pedro Páramo de Rulfo, que se publicó casi veinte años después. Imposible no recordar también La amortajada, de María Luisa Bombal, publicada en 1938. Historias inquietantes en las que no existe la vida y sin embargo hay un hecho vital, la enunciación de la muerte rodeando a esos seres.

      JC: Hay un cuento que debemos mencionar, “Nadie llama de la selva”, de Mirta Yáñez, un texto crepuscular, intencionadamente moroso y con una carga simbólica poderosísima. Habla del final del camino y de esa soledad a la que parece que estamos destinados. Ese eco de la muerte y de aquellos que la pueblan resuena en “Jacinta Piedra”, de Mercedes Durand, donde los personajes pudieran estar vivos o solo ser un recuerdo de quien vive la plenitud de la muerte. En el proceso de lectura te confesé mi enamoramiento pleno con el texto de Mercedes Durand.

      SV: Un cuento brevísimo, intenso, de una belleza que nos traspasa. Hay una economía del lenguaje y una austeridad que tiene que ver con la forma de hablar de una etapa terminal de la vida. Está en la vejez, pero más allá. Son muertos pero se les ha olvidado, como si la muerte fuera una distracción que se prolonga conversando.

      JC: Por otro lado, hemos incluido cuentos muy cortos que tienen una capacidad elíptica maravillosa. “Desaparecida”, de Yvonne Recinos, una historia de dos páginas, es un ejemplo clave; pasa lo mismo con “Jacinta Piedra”, o “Locura”, de María Luisa Elío, con su fragmentación.

      SV: Igual que a ti, me ha sorprendido María Luisa Elío, cómo es posible que no la haya leído antes. Esa reconstrucción que ella hace de la memoria, esa ambigüedad entre lo que ocurrió en la realidad patente y verificable, y lo que sucedió en un plano onírico, en una secreta vida interior, y todo eso mezclado constituye su universo narrativo.

      JC: Ella hace perfectamente lo que no debe hacerse en un cuento y por eso crea una obra maestra. Es lo que hemos perseguido con esta antología: ese momento en que cierras sus páginas y sientes que has tenido entre tus manos algo que nunca habías leído. Si lo hemos logrado, la ventana estará abierta, la luz vindicta prenderá.

      Después de tantos meses de pasión por esta antología siento que podría estar hablando horas y horas. Sin embargo, antes de terminar, quiero volver a decirte Socorro que trabajar durante todos estos meses, en momentos tan terribles para todos, ha sido un placer, un oasis y un bálsamo de lectura. Estoy feliz de participar como editor en la recuperación de escritoras latinoamericanas que debemos reivindicar y vengar. Esta convicción debe sustituir la pasada, y abrir puertas y ventanas para que entre la luz y no volvamos a ver tumbas sin nombre.

      SV: Me ha encantado editar a cuatro manos, Juan. Nos tocó el tiempo más extraño para hacer un libro, pero al mismo tiempo pienso que tuvimos una suerte enorme y mucha solidaridad y apoyo de amigas escritoras e investigadoras. Eso hace este libro entrañable para mí. La posibilidad de amplificar aquí las voces de estas autoras, vale todo. Por otro lado, es duro pero necesario decir que la invisibilización de las mujeres es un hecho histórico, pero no del pasado. Vindictas nos reafirma en la convicción de que no podemos abandonar la lucha permanente para exigir sociedades igualitarias y tener el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras historias; la lucha para que nos lean sin prejuicios, que no haya debate ni discusión sobre “lo que necesitan las mujeres” sin nosotras, que no se organicen programas académicos sin nosotras, ni coloquios ni enseñanza de la literatura sin escritoras, y que el mundo entero sea una habitación propia.

      *Este prólogo procede de una conversación vía Zoom que tuvo lugar el 21 de agosto de 2020, desde Madrid y Ciudad de México.

30483.png

Скачать книгу