Catarsis de la humanidad. Isabel Cortés Tabilo

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Catarsis de la humanidad - Isabel Cortés Tabilo

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porque es preciso tomar mejores decisiones en beneficio propio y de nuestro entorno:

      Te enfrento y te daño

       estallo de furia y no sé por qué

       ¡me juzgas enfadada,

       frunciendo el ceño!

       Han cortado cruelmente mis extremidades,

       sin contemplación alguna.

       Dime, ¿cómo te daré de comer?

       ¡No ves, no sientes remordimientos!

       Sentir mejor la vida

       tras la aburrida espera,

       ¡Dios, ilumina el camino pronto!

       No dejes que muera la esperanza.

      A diferencia de la tragedia griega, los versos de Isabel Cortés Tabilo connotan que la purificación de la humanidad (la felicidad plena) se puede alcanzar mediante el amor verdadero, hacia Dios y la familia:

      Te confiaré un tesoro de valores cristianos,

       impulsarán mis manos la cúpula de la felicidad,

       sembraré el amor en cada huerto de tu alma,

       y serás para este mundo la mejor semilla.

       Como violines encendidos se escuchó,

       el romance de aquella reconciliación,

       el éxtasis de pasiones prendidas,

       sonrientes y felices como recién casados.

      Más allá del entorno cercano, se halla una humanidad que sufre, pero que encuentra una voz en el manto de los versos de Isabel Cortés Tabilo:

      Terminar con este tormento de fuego,

       mal que empobrece como rata,

       tan solo pido, respeten mi última voluntad

       el derecho a fenecer con dignidad.

       ¡Exijo el derecho de elegir mi eutanasia!

       Y no prolongar más esta agonía.

       ¿Cómo se puede amar

       a quién nos hace tanto daño,

       a quién nos trizó el alma en mil pedazos?

       ¿Cómo se puede amar?

       Mis besos rozaron la miel de tus labios,

       mi cuerpo buscó tu sexo,

       y viajamos en el tren de las pasiones furtivas,

       se calcinaron poco a poco y desaparecieron,

       como una efímera luciérnaga.

      Esta catarsis implica un antes y un después; un dejar atrás lo que hace daño, enterrarlo en la sepultura de los recuerdos difusos y tener la certeza de que es posible y necesario atreverse a ser el ave fénix:

      Del orgasmo de una alpaca,

       sale un cactus con cara de tiburón,

       comiéndose lo infectado de la humanidad,

       escondiéndose dentro del huracán furioso.

       El aire apretado en el pecho del avión del tiempo,

       acariciando las alas fúnebres de la muerte,

       quisiera comer langostas antes del aterrizaje forzoso,

       e hilar las nubes, tejer una manta, para cobijar el planeta.

       Cuando te vi partir mi preciosa hija,

       con las entrañas heridas,

       y tu alma quebrantada

       por los prejuicios y el miedo.

       Tras la fe de un mañana, una nueva ilusión,

       un camino diferente para recomenzar,

       colmado de un caudal de optimismo,

       mundos de mentalidad positiva por descubrir.

       Danos un día más de vida,

       para demostrarte que podemos cambiar,

       que aún es tiempo de purificar el alma,

       llorar con humildad como Magdalena.

      «Catarsis de la humanidad» termina en prosa con reflexiones de la propia Isabel Cortés Tabilo, con reflexiones anónimas y con proverbios cristianos; todo lo cual viene a ratificar la capacidad escritural de esta autora nortina que nos invita a vivir y a ser felices: «Ama la creación con su rostro agridulce, y amarás tu mundo interior con sus penas y alegrías; porque, no se puede amar el verano si primero no has vivido un invierno».

      Patricia González Sáez Periodista-Profesora de Lenguaje-Escritora-Editora

       Mi poesía

      Quisiera ser un sueño

       que marcara todo un tiempo,

       quisiera ser sonetos

       grabados en tus recuerdos.

       Quisiera tornar ideales,

       transformar cienos en cristales,

       escribir tantas cosas…

       Que muchos olvidaron.

       Mientras la vida avanza

       tocando las estrellas,

       mientras mi mundo fenece

       sepultado en quimeras.

       O idealismos ridículos

       como muchos los llamaron,

       que se va fugaz el siglo

       tras el torrente infinito,

       ¿cómo se pierde triste?

       mientras el universo duerme.

       ¡Oh, despierten!

       Aún se escucha el suave trino del amanecer

       con su estela maravillosa,

       que nos invita a sentir

       que el cielo podrá besar la tierra.

       Los campos abrazan la naturaleza,

       ¡que aún se puede vivir!

      

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