Hacer radio hoy. Mario Portugal

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creaciones y otras afines a su estilo; hay personas dedicadas a las terapias alternativas que desean divulgar esta temática; hay dirigentes políticos o sociales o agrupaciones que encuentran en la radio un medio apto para difundir sus ideas; hay poetas que utilizan la radio como un medio para compartir ese arte; hay músicos, como el talentoso Alejandro Weber, que pudo unir sus dos pasiones: “Hago radio porque es lo que más me gusta hacer en la vida. Hubo noches en las que estaba con una considerable disfonía, teniendo que ir a conducir mi programa en la madrugada (precioso horario para este medio), y mi voz reaparecía milagrosamente al encenderse la luz roja de AIRE; demostración irrefutable del poder curativo de la radio, esa compañera incondicional… También creo que es un vehículo inmejorable para mi otra actividad, la música”.

      Lógicamente, hay estudiantes de carreras vinculadas con la comunicación social que utilizan la radio como primer campo de práctica profesional.

      Estos y otros colectivos sociales han alimentado las programaciones de las radios de baja potencia —y luego de las radios web— desde su explosiva aparición a mediados y principalmente a fines de la década de 1980.

      Vale aclarar que los propietarios de las radios alternativas persiguen, en muchos casos, objetivos económicos o, por lo menos, necesitan comercializar publicidades y espacios para sostener los costos de su mantención.

      Ambos mundos, profesional y vocacional, tienen características comunes y también notables diferencias.

      En el mundo profesional, la clásica modalidad de emisoras que diseñan su programación y contratan a profesionales para que la realicen se encuentra en crisis desde hace mucho tiempo, dejando paso a las producciones independientes que adquieren espacios en esas radios para poner en el aire sus programas. Por otra parte, la situación económica del país y las conductas irresponsables de algunos empresarios han deteriorado las condiciones materiales de muchas emisoras (en algunos casos hasta producir su desaparición), lo que dificulta aún más la posibilidad de incorporación profesional en esas empresas en la modalidad de relación de dependencia.

      En el mundo vocacional, en los últimos años se han agregado como oferta para la emisión de programas las radios web (nativas web, es decir que nacieron online). En términos generales, ofrecen mejores posibilidades tecnológicas, aunque aún no han logrado un caudal de oyentes apreciable (salvo excepciones). Obviamente, la radio de baja potencia (de antena) tiene una impronta local que la radio web no suele tener, pero esta cuenta con un alcance de cobertura geográfica prácticamente sin límites.

      Estos autores reconocen ambas modalidades y respetan a quienes aman la radio y se esfuerzan por realizar programas con arte y contenido, cada uno con sus posibilidades y recursos.

      Pablo Bricker, locutor y docente, reconoce: “Soy feliz cuando un pollo viene y me dice: ‘Profe, estoy haciendo un laburo en una radio de una villa’. Ahí nos replanteamos qué es el éxito. Porque nosotros nos formamos con una idea de éxito tilingo. De ‘si no estás en las grandes ligas, no existís’. Y ese pibe es feliz estando en una FM barrial con su espacio”. A eso, por ejemplo, nos referimos cuando hablamos de radio vocacional.

      ¿Hay diferencias entre comunicar desde un medio grande y una radio de menor dimensión? “Ninguna”, arriesga Adrián Noriega, “porque yo entiendo lo que hago con mucha pasión. Utilizando una metáfora boxística, ‘tenés que subir al ring siempre con la misma actitud’. Yo no hago distinto el programa. Es lo mismo desde la pasión por la comunicación. Exijo al operador que esté metido en el programa, a la productora que busque las notas de igual manera que lo haría en una radio grande. Obvio que después hay cuestiones lógicas de diferencias de medios. La repercusión no es la misma. Los recursos no son los mismos”.

      Rescatamos conceptos que Eduardo Aliverti nos dijera para nuestra obra Hacer radio y que se emparentan con los conceptos de Noriega y con nuestra idea de ser exigentes a la hora de producir contenidos, siempre reconociendo las posibilidades con las que contamos. Nos dijo Aliverti, sobre el fenómeno de las radios de baja potencia: “Creo que fueron uno de los fenómenos, generados de abajo para arriba en esta sociedad, más excitantes de la democracia argentina. Sucede que ese tipo de fenómenos, si no tienen después una herramienta político-social que los vehicule desde la institucionalización, dejan de ser espontáneos. Así sucedió en este caso: esas radios fueron cooptadas por la lógica del funcionamiento comercial del sistema, que compró las mismas ondas para el desarrollo de sus propios proyectos. Creo que sigue habiendo una buena porción de radios en pueblitos y ciudades chicas que son una ligera opción si vos no querés escuchar la FM que te baja por satélite una radio porteña, donde hay programas, no programaciones, alternativos, que responden todavía a cierto espíritu de servicio a la comunidad e introducción de actores sociales alternativos. Otro problema que han tenido esas radios es que no se han profesionalizado; no basta con pensar distinto”. Un desafío que sigue abierto.

      Por supuesto que las condiciones económicas del país influyen decididamente en el desarrollo de todo tipo de emisoras y afectan especialmente los medios locales o de menor dimensión. La baja sustancial de productores independientes interesados en rentar espacios y la merma en pautas publicitarias, tanto privadas como estatales (en estas últimas vale destacar las eternas preferencias vinculadas con simpatías e intereses políticos), son dos de los síntomas más evidentes. Nos ilustra Norberto Pallotto, titular de la 101.9 FM de Villa General Belgrano, en Calamuchita, Córdoba, con casi treinta años en el aire. Sus palabras sobre los últimos años son comunes a las de miles de sus colegas: “El incremento en los costos fijos, que no se podían trasladar al valor de la publicidad (porque se ‘caían’ los auspiciantes), nos obligó a ajustarnos hasta suspender el uso del mayor equipo de aire acondicionado y recuperar los viejos ventiladores de pie. No solo eso: vivimos una incertidumbre muy grande, porque nunca sabíamos cuáles serían los nuevos costos fijos de cada mes. Esta situación se repitió desde el 2016, junto con una caída importante en el número de los auspiciantes, finalizando el año 2019, con respecto al 2015, con una baja del 40%. Con estas condiciones económicas, se hace bastante cuesta arriba poder, crear, inventar, hacer periodismo y poder brindarle al oyente mejor calidad en la producción y en la propuesta”. Con cautela, Pallotto aguarda tiempos duros: “Probablemente con muchos altibajos, pero con una carga de ilusión y esperanza en la gente que seguramente será contagiosa y renueve los ímpetus de ‘hacer radio’”.

      Para quienes desean satisfacer esa necesidad de introducirse en el mundo de la radio vocacional, los talleres que brindan habitualmente distintos profesionales son opciones válidas tanto para hacerlo de manera circunstancial o como inicio de una actividad de largo aliento, sea vocacional o aun semiprofesional.

      El docente, comunicador social y recreólogo Matías Nirenberg tiene una profusa experiencia en el dictado de talleres de radio. Con ellos satisface la necesidad vocacional de muchas personas que, si bien se dedican a otras profesiones y oficios, tienen la radio en su corazón: “A los espacios de radio concurren personas con avidez por conocer, explorar y descubrir los secretos del lenguaje radiofónico. Los grupos que se conforman suelen ser heterogéneos en lo que se refiere a sus edades”. Según Matías, muchos “sellan su objetivo de ser parte de un grupo social (radiofónico) y compartir vivencias de aprendizaje a la vez que de entretenimiento”. Mientras tanto, “otros integrantes califican cada cuota de enseñanza radial y la direccionan a la posibilidad de constituirse como radiómanos y crear, en consecuencia, un proyecto radial”.

      A quienes participen de los talleres se les brinda la capacitación necesaria, teniendo en cuenta sus propios intereses y deseos vinculados con el lenguaje radiofónico. En otras palabras, se postulan consignas y dinámicas que fortalecen el espectro socio-comunicacional de la persona, incluso para la vida misma.

      Para Matías, los resultados son ampliamente satisfactorios, lo que se debe, fundamentalmente, al arraigo de los integrantes del taller al juego dialéctico que propone el espacio: “Siempre tendiendo

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