E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl Woods
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–¿Laila? ¿Will tuvo una cita con la hermana de Trace?
–Sí. Está claro que se lo está pasando muy bien. Ahora, ¿podéis dejar de meteros en mis asuntos? –agarró su comida cuando llegó la camarera y miró duramente a su hermano–. Gracias por el almuerzo, por cierto. Ha sido encantador.
Fue echando humo durante el camino de vuelta al hotel, entró en la cocina hecha una furia y echó su comida sobre una de las encimeras de acero inoxidable. Gail la miró y se giró hacia Ronnie.
–Pasa las llamadas al mostrador de recepción –le ordenó–. Y vete allí para atenderlas.
–Claro –dijo Ronnie de buena gana.
Jess lo miró.
–¿Has hipnotizado a ese chico?
–Es asombroso lo que puedes llegar a hacer cuando un tipo te ve con un cuchillo en la mano –dijo Gail con una carcajada–. No he tenido ni un solo problema con él.
Jess sacudió la cabeza.
–No estoy segura de que sea una estrategia que pudieran emplear muchos jefes, pero gracias.
–Bueno, dime por qué estás tan enfadada… y comparte ese panini conmigo. Huele de maravilla y me muero de hambre.
–¿Es necesario que diga que eres chef con una despensa entera y un congelador a tu disposición? –dijo Jess mientras ponía la mitad de su sándwich en un plato, añadía unas patatas fritas y se lo pasaba.
–Estoy demasiado ocupada para cocinar para mí. Mi jefe, es decir tú, ha insistido en que haga un montón de aperitivos para recibir a los huéspedes los viernes por la noche. Me ha ayudado Ronnie, pero ahora le has mandado a recepción, así que me quedo sola. Bueno, cuéntame qué ha pasado. Estoy segura de que tu intención era comer en el restaurante.
Jess le contó a Gail lo que se había encontrado al llegar allí.
–No sé en qué estaban pensando –dijo sobre su hermano y Heather.
–¿Que necesitas despertar antes de que sea demasiado tarde? –sugirió Gail.
–¿Por qué dice eso todo el mundo?
–Porque tú eres la única que parece no haberse dado cuenta de que Will es perfecto para ti.
–¿El hombre más detestable, exasperante y altivo de Chesapeake Shore es perfecto para mí? ¿Qué dice eso sobre mí?
–Ahora mismo dice que estás ciega y que eres una testaruda –respondió Gail con tono alegre y, pasándole un cuchillo, añadió–: Ahora corta esos champiñones o dile a Ronnie que vuelva aquí. Tengo trabajo que hacer.
Jess empezó a cortar y miró a Gail.
–Tengo que recordar que cuando se trata de compasión, está claro que no eres mi chica.
Gail se rio.
–Eso no entra en mis tareas, lo tengo clarísimo.
Por lo menos el esfuerzo de evitar cortarse los dedos hizo que Jess dejara de pensar demasiado en Will y en la preciosa rubia que había estado escuchando atentamente cada palabra que decía. Tendría tiempo de sobra para torturarse con esa imagen cuando estuviera sola en su cama esa noche.
Capítulo 4
Megan levantó la mirada del lienzo que estaba enmarcando para preparar su próxima exposición en la galería y se encontró a Mick yendo hacia ella con gesto serio.
–¿Qué pasa contigo? –le preguntó a su marido, que se había sentado en un taburete del taller en la parte trasera de la galería.
–Acabo de ver a nuestra hija…
–¿A cuál?
–A Jess. Estaba saliendo del Panini Bistro con cara de buscar pelea. Ni siquiera se ha girado cuando la he llamado.
–Me sorprende que no la hayas seguido –dijo Megan secamente.
–¿Es que no me has oído? –preguntó Mick con impaciencia–. He dicho que parecía que buscaba pelea. Hasta yo sé que es mejor esperar a que se calme antes de hablar con ella cuando se pone así.
Megan sonrió.
–Vaya, parece que has aprendido unos cuantos trucos desde que nos hemos vuelto a casar.
–¿Puedes dejar de preocuparte por mí y por mis trucos? Tenemos que centrarnos en nuestra hija pequeña. Le pasa algo, Meggie. No es feliz. He intentado sacarle algo de información a Connor y a Heather, pero no me han dicho nada.
Megan lo miró confundida.
–¿Qué tienen que ver con todo esto Heather y Connor?
–Me ha parecido que son ellos con los que Jess se ha marchado enfadada. O tal vez ha tenido algo que ver con Will.
Ahora Megan sí que le prestó absoluta atención.
–¿Will? ¿Estaba allí?
–En la mesa de al lado con una mujer que no había visto nunca. Una chica muy guapa –se quedó pensativo–. Jess no estaría molesta por eso, ¿verdad?
Megan no sabía cómo responder. Durante un tiempo había pensado que Will y Jess sentían algo el uno por el otro, pero nunca se lo había contado a Mick, ya que él no era un hombre que pudiera quedarse sentado y dejar que las cosas siguieran su curso. Llevaba mucho tiempo quejándose de la falta de vida social de su hija y en cuanto viera algún motivo para hacerlo, se entrometería.
–No tengo ni idea –dijo, y era verdad. Jess nunca le había mencionado que sintiera algo por Will.
Mick la miró con escepticismo.
–¿Por qué tengo la sensación de que ha sido una respuesta evasiva? ¿Me ocultas algo?
–¿Por qué iba a hacer eso?
–Porque no quieres que me entrometa. Crees que me falta tacto. Así que estás ocultándome algo deliberadamente –concluyó él–. ¿Tienen algo esos dos? Will y Jess, quiero decir.
–No, que yo sepa –insistió Megan con total sinceridad.
–Pero sospechas algo, ¿verdad?
Ella lo miró con impaciencia.
–Mick, ¿es que no has aprendido nada de nuestros otros hijos? Entrometerte solo empeora las cosas.
–Lo cual significa que pasa algo en lo que no quieras que me entrometa –dijo con aire triunfante–. ¡Lo sabía! Jess ha salido así de enfadada porque Will estaba allí con otra mujer y se ha molestado al verlos.
Su fugaz momento de satisfacción por haber averiguado lo sucedido se disipó casi de inmediato