Mensaje urgente a las mujeres. Jean Shinoda Bolen

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Mensaje urgente a las mujeres - Jean Shinoda Bolen

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derechos de la mujer; primera ola del feminismo

      Las mujeres quieren un mundo en el que sus hijas e hijos estén a salvo, un mundo en el que ellas mismas no vivan con miedo. Esto nunca sucederá, a menos que las mujeres como género intervengan activamente y participen de lleno en determinar el destino de la Tierra y de la vida que hay en ella. Con vistas a este fin, es valioso todo esfuerzo por afianzar y educar a las mujeres, así como hacer que cualquier vecindario y cualquier escuela sean lugares más seguros. Para que la paz se haga realidad, las mujeres tienen que reunirse, aprender unas de otras, y luego realizar una labor con los hombres con el objetivo de poner fin a la idea de que la violencia es el medio de ganar las discusiones, o de hacerse con el poder –en el hogar y en el mundo–. En los últimos años, las mujeres estadounidenses han apelado expresamente al instinto protector maternal y a los lazos de hermandad, y les han dado un papel activo. Resultado de ello es el MADD –Mothers Against Drunk Driving [Organización de madres contra la conducción en estado de ebriedad]–, que ha influido en las leyes, en las sentencias, y ha creado el programa “designated driver” [designa a un conductor]. La Million Mom March [Marcha del millón de madres], manifestación que exigía que se controlara la posesión de armas, fue promovida por Donna Dees-Thomases después de que un hombre armado con una pistola disparara al azar contra un grupo de escolares. Fue un llamamiento a congregarse ante la Casa Blanca el Día de la Madre del año 2000 con el fin de exigir que se aprobara una legislación sobre el control de armas de fuego. Se presentaron 750.000 manifestantes, mientras que simultáneamente se producían otras 60 marchas en el país, pidiendo «protección para los inocentes»; exclamando «¡Ya basta!», indignadas ante la indiferencia de las autoridades, que están forzando a las madres a convertirse en activistas.

      Para hacer oír su voz y ejercer una influencia en el mundo, antes las mujeres tuvieron que mantenerse unidas y hacer frente a las burlas y al desprecio. Individualmente y juntas, las mujeres se vieron obligadas a afrontar las amenazas de violencia dirigidas contra ellas, y estuvieron dispuestas a dejarse arrestar a fin de conseguir su derecho al voto (sufragio). Hicieron falta setenta años de forcejeos políticos para que las mujeres pudieran votar en Estados Unidos, lo cual se logró mediante una enmienda a la Constitución en 1920. En Gran Bretaña e Irlanda, una ley del Parlamento concedió el derecho al voto a las mujeres mayores de treinta años en 1918. El término “sufragettes”, hoy en día respetable, tuvo inicialmente una connotación despectiva, y se utilizó para rebajar la importancia de las mujeres sufragistas (suffragists). Desde los púlpitos se denunciaron sus esfuerzos como contrarios a la voluntad de Dios. Cuando marchaban por las calles se las escupía y ridiculizaba, y algunas eran encarceladas; de entre estas últimas, a gran cantidad de ellas se las golpeaba. Es fácil olvidar que los derechos que hoy damos por sentado son desde el punto de vista histórico muy recientes, y que fueron mujeres fuertes y audaces unidas entre sí quienes hicieron posible que hoy disfrutemos de ellos. El derecho a la propiedad, el derecho a conservar el dinero fruto del trabajo realizado, el derecho a contraer matrimonio sin el consentimiento del padre o de un sustituto de éste, el derecho a recibir una educación, o la derogación de leyes como la que concedía al marido el derecho a disciplinar a su esposa sirviéndose de una vara, siempre que ésta no sobrepasara el grosor de su dedo pulgar, fueron todos ellos hechos que ocurrieron en el contexto de la lucha de aquellas mujeres por su derecho al voto. Ésta fue la primera ola del feminismo.

      La segunda ola: el movimiento feminista

      La segunda ola fue el movimiento feminista, que produjo cambios sociales, económicos, personales y políticos, y definió nuevos derechos. Se originó hacia mediados de los años sesenta, a partir de Mística de la feminidad, de Betty Friedan, y el Report on the Status of Women, de John F. Kennedy en 1963, que documentan las desigualdades económicas de las mujeres.

      El movimiento feminista surgió en las mentes de las mujeres que empezaron a hablar entre ellas sobre sus vidas, y a examinar la premisa de que eran inferiores a los hombres, así como las leyes y las prácticas comunes que apoyaban esto. Cada vez que una o más mujeres decidía reunir a varias amigas, nacían espontáneamente grupos de mujeres que habían tomado conciencia de su situación. Las ideas son contagiosas, y la idea de que la desigualdad y la opresión eran símbolos del patriarcado se extendió y penetró rápidamente la conciencia colectiva de las mujeres. Cada grupo que se creaba generaba una energía, y contribuía así a consolidar el movimiento feminista a la vez que se sentía reafirmado por él.

      En estos círculos, las mujeres compartían sus vivencias personales, exploraban temas comunes y empezaron a ser conscientes del sexismo. Con el apoyo de las demás mujeres, cada una individualmente desafió los estereotipos, se definió a sí misma, se atrevió a expresar su sentir a la autoridad, y luchó por la igualdad personal en las relaciones con los hombres. Las mujeres se ayudaron unas a otras a tomar conciencia de lo que era necesario cambiar en la sociedad y en sus realidades más personales. El lema que resonaba en los años setenta, la década del movimiento feminista, era «lo personal es político». Las mujeres habían descubierto un paralelismo entre la desigualdad de poderío que existía en sus vidas privadas y la que caracterizaba la esfera económica, social y política. Las relaciones, los estereotipos y las leyes cambiaron como resultado de todo ello, y estos cambios se propagaron como ondas concéntricas e influyeron en el mundo.

      La tercera ola: el movimiento de las mujeres por la paz

      Yo diría que la tercera ola del feminismo está creándose de un modo muy parecido a como las olas mismas se forman en el océano. Van ascendiendo desde una gran profundidad, lejos y fuera de la vista, exactamente igual que los pensamientos, las intuiciones y los sentimientos emergen en las mentes de las mujeres individuales y cobran impulso al difundirse entre los otros. Las nuevas ideas se convierten en un movimiento cuando la fuerza y energía que las alientan vencen la resistencia al cambio. Creo que la tercera ola del feminismo será un movimiento pacifista de las mujeres, que ha empezado a originarse en el reconocimiento de que, sólo y únicamente cuando mujeres, niñas y niños estén a salvo de la violencia, de las privaciones y del abuso, podrá el ciclo de la violencia que engendra más violencia, y que constituye los cimientos del terrorismo y de la guerra, tocar a su fin. La compasión, la espiritualidad, la preocupación maternal y el deseo y la necesidad de paz son, combinados con el feminismo, la fuerza que puede salvar el mundo.

      La primera conferencia de la Women’s International League for Peace and Freedom [Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad], celebrada en 1915 en La Haya, Países Bajos, fue el equivalente de la primera Women’s Rights Conference [Conferencia de los Derechos de la Mujer] que se llevó a cabo en Seneca Falls, Nueva York, en 1848 y que dio origen al movimiento sufragista en Estados Unidos (que no conseguiría su propósito hasta el siguiente siglo). En 1915, durante la Primera Guerra Mundial, asistieron a La Haya 1.300 mujeres provenientes de los países que estaban en guerra unos con otros y también de países neutrales. Su perspectiva era similar a la expresada en la proclamación original del Día de la Madre. Sus propuestas para una paz duradera siguen siendo relevantes, como lo es la activa organización que nació de aquella conferencia.

      La toma de conciencia promovida por el movimiento feminista respecto al uso y abuso del poder en el patriarcado puede ayudar a comprender las causas y los efectos de la guerra. La psicología de las relaciones de desigualdad, en las que una persona ejerce el poder y puede acosar, humillar, violar, controlar o intimidar a la otra, a menudo es posible aplicarla a los conflictos entre naciones. La guerra es, a gran escala, semejante a lo que para las niñas y niños es la violencia doméstica: una traumática tensión cíclica y crónica. Del mismo modo que la segunda ola del feminismo brotó de la primera, un tercer movimiento de las mujeres a favor de la paz podría nacer del movimiento feminista.

      Niños traumatizados y el papel de opresor

      La preocupación de las madres por hacer del mundo un lugar seguro para la infancia podría conducir

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