E-Pack HQN Sherryl Woods 3. Sherryl Woods

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E-Pack HQN Sherryl Woods 3 - Sherryl Woods Pack

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han salido como querías tú, pero Emily y yo hemos llegado a un acuerdo.

      –¿Estáis juntos?

      –Estamos esperanzados, pero vamos a tomárnoslo con calma.

      –¿Ella va a quedarse a vivir aquí?

      –No.

      –Entonces ¿cómo os vais a organizar?

      –Hay mucha gente que tiene relaciones a distancia.

      –Sí, ya lo sé, pero ¿sabes de alguna que haya funcionado a la larga?

      –Las cosas no serán así para siempre –le explicó Boone con optimismo–. Emily y yo lograremos que lo nuestro funcione… si el destino lo quiere, claro –se puso en pie y añadió–: Estoy hecho polvo, yo subo a acostarme ya. Si quieres puedes dormir en la habitación de huéspedes.

      Ethan indicó con un gesto su prótesis antes de contestar:

      –Aquí abajo estoy bien, pero, si no te importa, sí que me quedo a dormir. Después de esa última cerveza que me he tomado, prefiero no salir a la carretera.

      –Puedes dormir donde quieras, ¿necesitas algo?

      –A menos que se te ocurra la forma de que los Braves remonten el partido… no, nada. Hoy ya han desperdiciado cuatro ventajas.

      –Es para echarse a llorar –comentó, en tono de broma, antes de subir al piso de arriba.

      Después de pasar por el dormitorio de B.J. para cerciorarse de que estaba dormido, se fue al suyo y se sentó en la cama. Agarró una foto tomada el verano antes de que Jenny muriera en la que salían los tres, y al contemplar a su difunta esposa le pareció ver en su rostro la felicidad de la que le había hablado Cora Jane.

      –Te quise de corazón, Jenny, y espero haber sido un buen esposo para ti –susurró. Soltó un suspiro antes de añadir–: Pero espero no estar traicionándote con lo que estoy haciendo ahora.

      Se sorprendió cuando, justo en ese momento, sintió que una suave brisa le acariciaba la mejilla. Miró hacia las ventanas y, al ver que estaban cerradas, sus ojos volvieron de nuevo a la foto.

      –Gracias –se besó un dedo, y después lo posó sobre los labios de ella.

      Se quedó dormido en cuanto se metió entre las sábanas; por primera vez en lo que parecía ser una eternidad, no le atormentaron ni pesadillas ni remordimientos.

      El jueves por la mañana, Emily suspiró al oír el mensaje de voz que Sophia le había dejado en el móvil. Ya había hablado con ella dos veces desde la cena benéfica, que había sido todo un éxito, así que no sabía qué más podía querer; en todo caso, era una clienta importante, así que no tuvo más remedio que llamarla.

      –¡Buenos días, Sophia! ¿Qué tal?, ¿aún sigues disfrutando del éxito que tuvo tu cena? Conseguiste recaudar una fortuna.

      –Ese centro de acogida para mujeres necesita toda la ayuda posible, lo que recaudé es una minucia en comparación con lo que les hace falta. Ayer estuve allí, y me han dicho que están quedándose cortos de espacio. Me rompe el corazón saber que hay mujeres que necesitan un lugar donde refugiarse, y que el centro no puede ayudarlas.

      –Pero tú tienes un plan, conozco ese tono de voz –le dijo Emily–. No han pasado ni veinticuatro horas desde que estuviste allí, y ya tienes algo en mente –trabajar para ella podía ser bastante exasperante, pero la ayudaba a sobrellevarlo el hecho de saber que era una mujer de corazón generoso.

      –Por supuesto que sí, pero voy a necesitar tu ayuda. ¿Cuándo puedes venir?

      Emily recordó lo que le había prometido a Boone. No podía marcharse en un par de días como mínimo, ni siquiera por Sophia.

      –A mediados de la semana que viene –contestó al fin.

      –¡Tiene que ser antes! Que sea el lunes, ya he concertado una cita para las dos.

      –Es demasiado pronto, no sé si voy a poder dejarlo todo listo aquí en tan poco tiempo.

      –El lunes –insistió Sophia–. No es por mí, es por todas esas mujeres que necesitan nuestra ayuda.

      –Anda, explícame lo que tienes pensado hacer.

      Era consciente de que no tenía escapatoria. Si Sophia quería que estuviera allí el lunes, iba a tener que ingeniárselas para ir. Además de ser su principal clienta, aquella mujer estaba convirtiéndose poco a poco en una amiga. Cualquiera de las dos cosas habría bastado para convencerla de que fuera, pero las dos juntas no le dejaban alternativa.

      –He encontrado una casa con potencial para albergar a más mujeres –le contestó Sophia, complacida consigo misma–. He hablado con los miembros de la junta, y ya está todo listo para poner en marcha el proyecto. El problema es que hay que hacer algunos arreglillos en la casa, y ahí es donde entras tú. Espero que puedas tirar de algunos hilos para conseguir rápido tanto materiales como muebles. No tenemos demasiado tiempo, el objetivo es que algunas de esas mujeres puedan alojarse allí antes de Acción de Gracias.

      –¿Tan pronto? ¡Es imposible, Sophia!

      –No hay nada imposible cuando uno lo desea con todas sus fuerzas. Todo el mundo debería poder pasar Acción de Gracias en un lugar donde se sienta a salvo, sobre todo las madres solteras. Ya estoy trabajando con las donaciones de pavos, y mi proveedor de comida ha accedido a servir un verdadero festín.

      –Claro –casi nadie, incluyéndola a ella, se atrevía a negarle algo a Sophia.

      –¿Qué me dices?, ¿cuento contigo?

      –Claro que sí. ¿A qué hora es la cita?

      –A las diez de la mañana… pero, como mucho, podría pasarla a la tarde.

      Emily repasó mentalmente los horarios de los vuelos que había consultado antes del último viaje que había hecho.

      –Intenta pasarla a las tres de la tarde, yo creo que así me dará tiempo de llegar a tu casa; si llego tarde, te llamaré para que me des la dirección de ese sitio y nos veremos allí.

      –Eres un ángel, Emily.

      –No, ni por asomo, pero estoy en deuda contigo por todos los trabajos que he conseguido gracias a ti. Si esto es importante para ti, también lo es para mí.

      Sophia vaciló por un momento antes de admitir:

      –La verdad es que esperaba que reaccionaras con un poco más de entusiasmo. ¿Hay alguna razón por la que quieras quedarte en ese sitio, aparte de lo de tu familia?

      Era la pregunta más personal que Sophia le había hecho hasta la fecha; aunque estaba claro que le tenía aprecio, solía centrarse en los negocios. Que le preguntara algo así era una muestra más de la amistad creciente que había entre ellas.

      –Es que tengo que encargarme de un par de cosas, pero ya me las apañaré.

      Había optado por contestar de forma evasiva, porque creyó que sería mejor que la conversación

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