Mar de voces. Cecilia Magaña

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Mar de voces - Cecilia Magaña

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enfrentar la muerte inminente, o la brutalidad de la que somos capaces los seres humanos. Todo esto se cierne a través de la fantasía, la ficción y el realismo. Los versos vivos que se destilan de la cotidianidad exaltada abren su cauce como agua dulce en mareas saladas y nos guían corazón adentro.

      Javier Espinoza de los Monteros Cárdenas

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       Dante Alejandro Velázquez Limón

      Preparatoria Regional de Chapala

       Scarlett Johansson en el juzgado tercero de lo civil

      El sol muerde los escritorios

      un martes encanijado

      de tacones, pasantes, corbatas y doritos

      el archivero G/56, el policía, los boleros

      calor de trópico en el chicloso porvenir del reloj

      ir y venir de portafolios / folios / mejillas exfoliadas

      y un bostezo con goce de sueldo

      a punto de arrancar al sanitario unisex.

      Es el mediodía crujiente

      un pugilato entre peatones y mosquitos

      el vendedor de libros, el niño de las micas

      legajos escurriendo del anaquel

      en las oficinas-fiordo de mármol y edictos

      que amarillean como gel de abogado bajo el sol

      y en el rincón de Oficialía de Partes

      el licenciado Villaruel muerde la torta / teclea

      teclea / muerde / muerde / teclea

      mientras lanza relámpagos

      sobre las hojas de couché

      sobre la rubia carnosa

      sobre los ojos verdemate

      que se asoman apenas en el cajón

      como un sudario de menta para el mediodía.

       Líder

      Se puede gobernar una toronja

      con sólo un cuchillo y la uña larga.

      Soy capaz de zarandearla, robar su aroma y girarla sobre un dedo

      abrirle el pecho en continentes de jugosos gajos

      y derramarlos sobre el canto del pocillo

      para congelar la sed del forastero.

      Esta toronja es una democracia y yo el ministro

      un alguacil dispuesto a reglamentar su blandura con pausas de luz

      (las democracias son blandas

      y se trazan en línea curva).

      Estoy dispuesto a poner blasones en la amargura de su carne

      hacer una república donde apacienten azúcar y mar

      el zenzontle sin casa y lombrices recién nacidas.

      Lo que no he logrado / y en eso me declaro incompetente

      es hacerla germinar, robustecer

      o arrancar un voto a su indiferencia.

       7:00

      Arroja el sol

      una cerveza de luz

      al amanecer sediento.

       Confesión

      Comí una tuna xoconostle

      esta mañana

      y pulpa de mandarina

      al caer la tarde

      Es tanto mi regocijo

      que ya empiezo a enfrutecer.

       El creativo freelance en los camellones

      Nadie sabe cuántos camellones cruza

      el creativo freelance durante el día

      se mira por la ciudad a todas horas

      con el azaroso ondear de su melena y

      los cristales del lente en el metal del cielo

      en busca de un trabajo celestial.

      Actualiza el linkedIn y sale del ciber buscando un sol

      en el anuncio clasificado

      / la agencia dice “no” / el diario dice “nunca”

      y la tarde lo abrasa con el ardor del centro

      mientras compra un hot dog en el Oxxo

      y mira la marcha pasar.

      El creativo freelance toma una foto en el parque con

      su saco a cuadros, el pantalón de mezclilla y los Converse

      cansados de verse en los charcos y aparadores.

      Es una monería que sonríe eternamente

      en la selfie del café, el partido sabatino

      y la barra nocturna de Zapopan.

      Lo fabuloso es que eleva el humo del Marlboro como un apóstol

      y se lanza entre el tráfico

      con la divinidad de un Caravaggio:

      bien puestas las gafas, el rumbo y la mochila.

      Es un elogio a la luz su sonrisa

      y la despensa en casa un pozo ciego

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