Las cadenas fisiológicas (Tomo V). Léopold Busquet

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Las cadenas fisiológicas (Tomo V) - Léopold Busquet

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resultados muy interesantes, clínicamente objetivables, los médicos correspondientes me pedían que explicara cómo enfocaba mi tratamiento. En cuanto hablaba de “movilidad de los huesos del cráneo”, de “respiración del mecanismo respiratorio primario”, sentía que la autoridad que tenía ante mis colegas en lo que se refería a mis tratamientos se transformaba en escepticismo cuando pasaba al plano teórico. Por el contrario, cuantas menos explicaciones daba, más mágicos parecían los resultados, lo que era igualmente inaceptable.

      A la inversa, en los cursos a los que mis colegas hicieron el esfuerzo de venir y que estuvieron dispuestos a seguir, algunas veces algunos se mostraban más entusiastas y crédulos que críticos; sin que mi intención fuera ésa, se adherían a mis proposiciones sin examinarlas más a fondo. Sin embargo, hay que desconfiar de esos estados de ánimo, ya que favorecen un condicionamiento mental inconsciente que, de no tener cuidado, puede rayar en el sectarismo.

      Por desgracia, en esas condiciones no es sorprendente que las sectas intenten utilizar estas formas de Medicina, en cuyo seno se valora algunas veces la creencia en detrimento del espíritu crítico.

      Así pues, el método de cualquier tratamiento se ha de basar en el respeto absoluto por la anatomía y la fisiología. En ese marco es necesario favorecer la libertad de análisis e investigación y hacerse preguntas constantemente. Son éstos factores indispensables para avanzar en la búsqueda de la verdad. Quien se dedique a la docencia debe preparar a sus alumnos para que vayan más lejos que él. El hecho de cuestionar la propia enseñanza forma parte de lo que yo llamaría el “contrato de verdad” que exige cualquier investigación completa. Ahora bien, ese camino no es fácil, puesto que los colegas no nos perdonan que nos salgamos de su camino y de sus certezas.

      Conforme a esta exigencia de crítica y libertad, he evolucionado de forma bastante independiente, y, de forma progresiva, esta evolución me ha obligado a volver a mis raíces, las cadenas musculares.

      A primera vista, las cadenas musculares no parecen ser una vía para el análisis y el tratamiento del cráneo. Sin embargo, todas las cadenas musculares, visceral y neurovascular ascienden hasta el cráneo o parten de él. Realizar un tratamiento de las cadenas desde los pies hasta la base del cráneo no equivale a un tratamiento global. Este tratamiento continuará siendo un tratamiento “decapitado”.

      Las cadenas musculares son circuitos anatómicos, autopistas por donde circulan las fuerzas organizadoras del cuerpo. La cuestión que se plantea a partir de ahí es la siguiente: ¿merece la pena seguir nuestro análisis, nuestro tratamiento de las cadenas en el cráneo? La respuesta a esta cuestión es afirmativa según este mismo razonamiento, puesto que la influen- cia de las cadenas musculares se continúa en la caja craneana por circuitos anatómicos. Veremos cómo la lectura anatómica confirma este principio.

      Pero, ¿qué será del método que yo propongo? Éste no se basa en la “movilidad”, sino sencillamente en posturas que permiten relajar las suturas, las tensiones intraóseas y las membranas. La exposición posterior de las diferentes maniobras prácticas permitirá ver con mayor claridad su originalidad y su especificidad.

      Sea como sea, si por ahora no están convencidos de la pertinencia de este proyecto, ¿por qué no aceptan simplemente pensar en esta hipótesis como tal?, ¿es realmente utópica?

      En el trabajo que sigue expondré todas mis reflexiones. Pido toda su atención: sus reflexiones, correcciones y críticas me permitirán corregir mis eventuales errores y contribuirán a que avancemos juntos. En efecto, si bien mi sinceridad es total, mis razonamientos no son infalibles... Siéntanse libres de reflexionar, de cuestionar mis ideas y teorías por radicales que sean sus preguntas, sin dejar nunca de profesar un profundo respeto por los hombres que nos han abierto el camino.

      Estudio comparativo del cráneo

      Cuanto más profundizo en mi trabajo sobre el cuerpo humano, me parece más y más evidente que echar mano de la anatomía y la fisiología permite demostraciones y soluciones ingeniosas e inteligentes. Cada parte del cuerpo tiene un papel y una función, y la anatomía forma parte de esta lógica funcional.

      Sin embargo, para avanzar en nuestra investigación les propongo, en primer lugar, que olviden la anatomía. Intentemos, primero, comprender para qué sirve el cráneo.

      ¿Qué pensarían de unos estudios de ingeniería o aeronáutica cuyo programa impusiera de forma prioritaria la memorización de la “anatomía” de todas las piezas del Concorde? Para controlar este tipo de conocimiento, el método clásico, la CDM (cuestión de designación múltiple), apenas recurre al juicio y a la inteligencia que nosotros pedimos. Ahora bien, ¿lo que en realidad importa es el conocimiento de la “anatomía” del Concorde o la comprensión de las soluciones inteligentes que el Concorde da a los problemas planteados en su realización?

      

Foto 1 El Concorde

      En la década de los sesenta se pidió a los ingenieros que realizaran el proyecto de un avión supersónico, que pudiera transportar a más de 100 pasajeros, que volara a una altitud claramente superior a la habitual y que tuviera gran autonomía de vuelo.

      Cuando se formuló este proyecto, la situación era la siguiente: “en la actualidad, no hay avión que pueda tener esas prestaciones”. Pero, en lugar de decir: “es imposible”, se pidió a los ingenieros que hicieran un pliego de condiciones con la lista de todos los problemas técnicos que planteaba ese proyecto y que encontraran solución a cada uno de los problemas.

      Esas soluciones ingeniosas determinaron la investigación sobre los materiales, la forma del avión, los motores y los sistemas de navegación.

       La anatomía del Concorde no es más que la resultante, la muestra de ese ingenio.

      ¿Y si con el hombre ocurriera lo mismo?

       La anatomía del cráneo, ¿no es la resultante, la muestra, de ese ingenio?

      En ese caso, la anatomía no se debería aprender, sino comprender.

      Hay que plantear las siguientes preguntas.

      ¿Para qué sirve cada una de las piezas?

      ¿En qué ingenioso sistema es coherente la pieza?

      La forma de esa pieza, ¿acaso no sería muestra de su función?

      ¿Cuáles son los requisitos del “pliego de cargos” que condicionan la anatomía?

      ¿Para qué sirve el cráneo?

      En los tomos 1 y 2 de Las cadenas fisiológicas se llevó a cabo la investigación de las lordosis y las cifosis.

      De nuestras observaciones se desprende que, al observar cada cifosis, occipital, dorsal y sacra, encontramos una cavidad correspondiente: craneana, torácica y pelviana. El papel de estas cavidades es proteger los órganos contenidos en cada una de esas “cajas”.

      ¿Qué problemas específicos debe resolver el cráneo para asegurar su función protectora?

      Para

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