Los signos del tiempo. Juan Pablo Remolina Schneider

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Los signos del tiempo - Juan Pablo Remolina Schneider

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el Rendón que va del triunfo liberal en febrero de 1930 al Rendón que se quita la vida en octubre de 1931, en su mejor momento artístico y en el peor momento de su vida. Contaba 37 años, y el advenimiento del liberalismo que significaba el arribo de sus grandes amistades al poder le hubiera abierto las puertas de un futuro promisorio.

      Remolina no deja de lado el suicidio, le interesa. Y para ello acude a Émile Durkheim, un clásico al respecto, que asocia crisis económica con suicidio. Es que resulta que, en su última etapa, cuando ya Abadía nada significaba, Rendón sigue paso a paso la crisis financiera mundial y su reflejo directo en Colombia. Caída la hegemonía, es posible que el diestro dibujante esperara más: un repentino cambio de todo.

      De todas maneras, Rendón fue producto de la Hegemonía Conservadora; prácticamente fue ella su partera y su éxito a ella se debió. Superado el largo periodo conservador por el elenco de la nueva clase política en el poder, ¿podrían seguir sus caricaturas abriendo las ediciones de El Tiempo? Ciertamente hubiera tenido que esperar un poco mientras el país enloquecía de nuevo, como en efecto ocurrió después de la República Liberal (1930-1946), fecha para la cual tendría 53 años y su pluma, sin duda, habría derrumbado la nueva hegemonía conservadora, la que va de 1946 a 1953, ¡quién sabe!

      En el registro de su caricatura posterior a la victoria liberal se advierte a un Abadía Méndez preso de múltiples emociones. Las elecciones se habían efectuado muy temprano: 9 de febrero, y el país tuvo que esperar hasta el 7 de agosto de 1930 para la transmisión del mando a los liberales. Mientras tanto, múltiples crisis se sumaron a la gran crisis económica con un presidente al que ya nada le importaba. Se le veía perezoso, distante, ajeno, díscolo, resquebrajado, cavando su propia tumba, pues era prácticamente eso: un muerto en vida. El presidente electo, impaciente y preocupado, le propone un congreso extraordinario, y la displicencia del vencido presidente es captada en los trazos que Rendón venía puliendo de tiempo atrás, y que carga de tinta sus pinceles en la medida en que lo va reduciendo a su mero esqueleto. Por ello, Remolina no renuncia a bucear en la campaña electoral, no solo para seguir la punzante crítica de Rendón al régimen, sino también para mostrarnos la fortaleza de la caricatura como fuente histórica, de la caricatura y del caricaturista, y junto a todo esto indicar que a través del arte se puede estudiar la historia, analizarla y comprenderla.

      César Augusto Ayala Diago Departamento de Historia Universidad Nacional de Colombia

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       Un Ángel, imprudente viajero

       atraído por el amor de lo deforme

       y debatiéndose cual nadador

       en lo hondo de densas pesadillas

       Y en lucha, ¡ay lúgubre angustia!

       contra un remolino gigantesco

       que cantando va, como loco, y que

       por las tinieblas piruetea;

       un infeliz hechizado y que

       mediante tanteos fútiles

       busca la luz y la clave para

      huir de una guarida de reptiles.

      Charles Baudelaire, Las flores del mal

      Ha sido destacado el papel que han desempeñado los medios de comunicación masiva y de construcción y divulgación de opinión pública (prensa, televisión y radio) dentro de las dinámicas políticas, tanto así que los partidos no han dudado en usarlos para la difusión de ideas sectarias o simplemente como medios para reflejar, de manera simbólica y sintetizada, una serie de principios y de discursos que se encuentran en su seno. Desde otra perspectiva, estos medios de construcción y propagación de la opinión pública se han manifestado, en muchos casos, como la extensión de la política, que por lo demás no se le puede escapar nunca de la mirada al investigador de las mentalidades.

      La opinión pública no ha sido únicamente un objeto destacado dentro del arsenal de fenómenos estudiados por la ciencia política y sus disciplinas concomitantes; también ha sido de vital importancia para el estudio de las mentalidades, de las ideas y de otros subcampos de la historia que buscan trazar continuidades, tanto espirituales como materiales, que permitan la reconstrucción identitaria de un momento o de una sociedad específica, esto con el fin de hacerlas más aprehensibles. Esta búsqueda, sin embargo, no se puede llevar a cabo solo a partir de las grandes continuidades forjadas por medio de categorías abstractas, desarrolladas anticipadamente por el investigador, sino que cada sociedad y momento histórico, desde la exterioridad de los documentos, debe llenar de sentido estas categorías; así, cada momento maneja un concepto de opinión pública distinto o, mejor, lo expresa de una manera diferente.

      El presente libro se circunscribe al estudio de la opinión pública de contenido político, esto mediante el examen de un caso concreto. Se busca analizar el rol de la caricatura política como medio de construcción y difusión de opinión, dentro de las grandes dinámicas del Estado y de la vida pública en un periodo específico. El hilo de esta historia lo conducen las caricaturas de corte político producidas para el periódico El Tiempo, por el célebre ilustrador antioqueño Ricardo Rendón Bravo (1894-1931), a lo largo del primer semestre de 1930. Caricaturas que pasaron por las manos de miles de colombianos durante un intervalo de tiempo que estuvo marcado por la crisis económica y por las huellas indelebles de traumáticos episodios de violencia estatal (como la masacre de las bananeras). Ilustraciones que circularon durante un semestre crucial en la historiografía política colombiana, pues acompañaron o, si se quiere, propiciaron el desplome de la denominada Hegemonía Conservadora, de 44 años seguidos de presidentes conservadores detrás del poder ejecutivo, y marcaron el ascenso de Enrique Olaya Herrera a la Presidencia.

      Esta es una historia relatada a través de las ilustraciones de uno de los más célebres caricaturistas del momento, de un hombre que llevó su sátira a varias de las portadas de El Tiempo, uno de los periódicos de mayor tiraje de la época, de un lúcido analista de coyunturas políticas y un mordaz crítico de la gestión de los conservadores, de un ilustrador con una capacidad de síntesis extraordinaria que lograba de una manera simple y aguda cristalizar en sus caricaturas los más complejos acontecimientos de la política de su momento para volverlas accesibles al gran público. Esta es una historia contada a través del lápiz de uno de los principales artífices de la caída del régimen conservador de principios del siglo XX.

      Como lo plantea Germán Colmenares, y por ya lo mencionado, las caricaturas de Rendón son una fuente importante en la tarea de reconstruir una historia de la opinión pública en Colombia. Estas ilustraciones no son un reflejo de la coyuntura política del año 1930, pues dicha coyuntura, que fue posible gracias a la conjunción de infinidad de factores, actores y circunstancias de una complejidad tan amplia, rebasa las posibilidades de este observador y al mismo tiempo protagonista de los hechos que fue Ricardo Rendón. Sin embargo, sus caricaturas son valiosas en la medida en que nos dan cuenta de una perspectiva específica, de una interpretación de esta coyuntura política atravesada por la mirada de un autor con un recorrido biográfico particular, de un artista con una sensibilidad singular que percibió, gracias a esta, apenas una porción de los acontecimientos

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