Una aventura salvaje. Elizabeth Duke

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Una aventura salvaje - Elizabeth Duke Julia

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los cuadros más grandes. Quizá era el único que se podía permitir, pensó. Pero, ¿por qué querría comprar uno de sus cuadros?

      Quizá porque era hermoso y quería llevarle un regalo romántico a su novia… Pero, ¿sería Tom tan insensible como para regalarle un cuadro pintado por ella?

      Natasha no entendía nada. Aquel Tom no era el hombre que ella había conocido… o creía haber conocido. Aunque le daba igual en qué clase de hombre se hubiera convertido o por qué hacía las cosas que hacía. Tom Scanlon estaba fuera de su vida para siempre.

      —¿Eso es todo? ¿Solo quería comprar un cuadro? ¿No habéis hablado de nada más?

      Su padre la miró con una expresión burlona en los ojos.

      —Si querías preguntarle algo, podrías haberlo hecho cara a cara.

      —No tengo nada que preguntarle. Solo quería apartarlo de mi vista lo antes posible —replicó ella, levantando la barbilla. Pero estaba temblando. No solo su voz, todo su cuerpo estaba temblando.

      —Natasha… —empezó a decir su padre—. El hecho de que haya venido a verte significa que le sigues importando… que sigue pensando en ti. Ha tenido dieciocho meses de libertad y quizá hayan sido suficientes. Si sigues queriéndolo…

      —¡No! Papá, no lo entiendes —lo interrumpió ella. Lo había llamado «papá», un signo de que estaba asustada o se sentía vulnerable—. Me hizo mucho daño y no voy a dejar que vuelva a hacérmelo nunca más. No quiero volver a verlo en toda mi vida.

      Su padre la miró largamente, estudiándola.

      —Quizá yo te conozco mejor que tú misma, Natasha.

      —¿Ah, sí? ¿No me digas? —replicó ella, irónica. Pero no podía evitar que le temblasen los labios.

      —Yo creo que Tom te sigue importando mucho. Y creo que a él también le importas. El tiempo lo cura todo, Natasha.

      —Papá… —suspiró ella—. Mira, no va a haber un final feliz, así que deja de soñar con ello. Lo que Tom y yo tuvimos una vez está muerto y enterrado. Él lo mató. Él… ¡él me dejó por otra, papá!

      Por fin lo había dicho.

      Charlie tomó su mano y Natasha volvió la cara para no ver la mirada de compasión en los ojos de su padre.

      Había esperado sentir desprecio por el hombre que la había abandonado por otra mujer, pero no lo sentía. Eso era lo más horrible.

      —Natasha, imagino que te haría mucho daño. Pero hay hombres que se asustan cuando se habla de matrimonio y compromiso. Quizá Tom solo quería una excusa para alejarse durante un tiempo… para estar solo. Quizá necesitaba sentirse libre para hacer lo que le diera la gana, para no recordar que iba a atarse para siempre y se lió con alguna mujer. Pero estoy seguro de que se ha arrepentido de ello y ha vuelto para ver si hay alguna esperanza de que le des una segunda oportunidad.

      —¿Una segunda oportunidad? ¡Nunca! —exclamó Natasha—. ¿Quién te ha dicho que se arrepiente? ¿Te lo ha dicho él? ¿Te ha dicho que ya no está con… su novia?

      —No —admitió Charlie—. Pero, ¿por qué iba a venir a verte, por qué iba a querer comprar un cuadro tuyo si estuviera enamorado de otra mujer?

      —¡Qué ingenuo eres, papá! Porque su conciencia no le dejará dormir. Solo quería comprobar que yo había seguido adelante con mi vida para seguir él con la suya sin sentirse culpable —explicó ella—. Bueno, pues ya ha visto que estoy perfectamente y que me he olvidado de él —añadió, temblando—. Lo que no pienso hacer es ponerme simpática y encantadora como si nada hubiera pasado. No voy a darle esa satisfacción.

      —No, claro —murmuró Charlie, mirando el marco que tenía en las manos—. Bueno, será mejor que siga con esto, Natasha… tengo que terminarlo antes de que nos marchemos mañana.

      Natasha lo miró, irritada. No parecía darle ninguna importancia a la deslealtad de Tom. Obviamente, su padre estaba preparado para olvidar y perdonar… sin siquiera saber si Tom seguía viviendo con la mujer con la que la había traicionado. Era increíble.

      —Yo también tengo cosas que hacer y aún no he preparado la maleta. La interrupción me ha desconcentrado —dijo ella, malhumorada—. Lo mejor será que olvidemos la visita de Tom. ¿De acuerdo?

      —Lo que tú digas, cariño.

      Natasha lo miró con suspicacia, pero la cara de su padre era una máscara indescifrable.

      En cualquier caso, pronto se olvidaría de Tom. Al día siguiente, su padre y ella viajarían al parque natural de Kakadu, una de las más hermosas reservas salvajes de Australia, y estarían allí durante dos semanas. Se había comprometido a tener obra suficiente para una exposición en Sidney unos meses después y el tema serían los paisajes de Kakadu.

      Kakadu estaba al norte del país, cerca de Darwin, y allí estaría a salvo de Tom Scanlon.

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