El Arte de Amar a Tres Yo, Tú y Nosotros. Maria del Mar Cegarra Cervantes
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Carla, con todo un universo pasional atrapado en su cuerpo, y con un deseo enorme de descarga, se frustra, acumulando día tras día la falta de autonomía en todas las dimensiones de su vida.
Consecuentemente, se vuelve más obsesiva, más controladora, más grosera y más compulsiva con la comida. El erotismo y la seducción pura, simplemente no existen. Cuando hay sexo, es con ausencia de afecto y es principalmente genital. Un ciclo/círculo, muy doloroso.
A Carla y a Paulo les falta el Amor o impulso sexual.
No se sienten eróticamente atraídos el uno por el otro, tratándose sí, de una necesidad fisiológica. No están en el Amor romántico (probablemente nunca han estado), tenían sí, algún apego. Sobretodo Carla por él.
Laura siente que si Paulo tuviera la oportunidad, se marcharía. Y no la echaría de menos. Ni siquiera le guardaría afecto.
Pero la psicoterapeuta sabe que esta es la manera de vivir de muchas parejas: aventurarse en algo nuevo (por muy poco interesante que sea la vida presente) es “terrorífico” para la mayoría de las personas.
Por eso se encuentran muchas parejas con vidas “escandalosamente absurdas”, sin amor, ni afecto, sin intereses comunes, con malos tratos físicos o psicológicos (o los dos), con la ausencia de vida sexual, y aun así, permanecen juntos.
Ese miércoles, el tema de la sexualidad fue tratado con más profundidad que en cualquier sesión anterior. Mejor dicho, nunca había habido espacio para hablar de sexualidad hasta ese día.Hasta entonces, habían trabajado territorios, cadencia, disminución de la crítica, necesidades de cada uno.
Carla había ganado consciencia de que presionaba y criticaba demasiado a Paulo.
Paulo se había dado cuenta de, que esa circunstancia, era en cierto modo, permitida por él, por su dificultad de expresar lo que siente/teme/ detesta: conflicto, gritos, confusiones. Ambos tienen responsabilidad.
La palabra responsabilidad significa tener la capacidad de dar respuesta. En este caso, la respuesta que cada uno da, activa el lado más disfuncional del otro. Cada individuo se defiende como le es posible. Si siente que se tiene que defender permanentemente, sobra poco tiempo, poco espacio y poca energía para que se abran nuevas posibilidades. La defensa le ocupa todo el tiempo. Einstein decia que “loco, es el que espera un resultado distinto haciendo siempre lo mismo”.
Laura se da cuenta que Carla empieza a tener compasión por Paulo e incluso por sí misma. La rabia que hasta entonces la había dominado, se había convertido en una tristeza subyacente.
Paulo, por su lado, parece ganar fuerza y capacidad de expresión. Está más receptivo, como si la terapia le “inyectara” fuerzas para por fin tener columna vertical y decir lo que nunca se había atrevido. Laura sabe cuáles son las consecuencias de esa apertura. La nueva postura de Paulo no siempre es bien recibida, lo que proviene del hecho de que él nunca se haya enfrentado antes a nadie.
Laura explica que esto puede pasar.
El día en el que el tema de la sexualidad fue tratado de forma más clara, Paulo se expresó con una violencia, que hasta entonces, no parecía que formase parte de su personalidad:
– Hace años que me siento machacado por todos. ¿Cómo pueden querer que les eche de menos, o que me den ganas de abrazar o ponerme romántico? Hace muchos años que las humillaciones me han quitado la alegría de compartir. ¡Me encanta estar sólo! ¡Por lo tanto dejadme estar sólo! Yo no insulto, no rebajo, no me quejo, no me pongo enfermo, nunca me opongo a los programas familiares, no tengo voz en la familia, soy “el calzonazos de la familia”, entonces al menos dejadme estar sólo con mis cosas. De esta manera, podéis quedaros con todo el resto, que no me importa.
El tema de la sexualidad siempre mueve la energía disponible. En ese día, Paulo “recuperó” su sitio. Y se enfadó mucho. Estuvo a punto de levantarse y no volver.
– Laura sabía que esto podía pasar. Esa estructura de personalidad tiene un límite muy propio. Es difícil saber cuando estamos delante de la Ultima “gota”, porque se trata de personas “aparentemente muy tranquilas”. Pero un día pasa. La copa se desborda, y las decisiones son definitivas. Y no hay como volver atrás. Es radical. Algo radical pasa.
Laura había seguido varios casos semejantes, normalmente por iniciativa de la mujer. Es ella quien pide al hombre que reaccione para ser él. El hombre que ella idealiza. Pero cuando el hombre recupera su sitio, su poder, lo que pasa es que él se va. Es su manera de decir, “basta”.
Carla estaba estupefacta.
Intentó decirle que no entendía cómo podía ser tan ingrato. Después de todo lo que ella y su familia habían hecho por él.
Laura tuvo que utilizar su autoridad terapéutica e intervenir.
– Calma y cuidado. Cuando uno de vosotros se esté quejando de algo, el otro no critica, como mucho puede decir “yo te acojo, llevo conmigo la tarea de entenderte en profundidad”.
En esta sesión, cada uno acogió el sentir del otro. Ambos distintos, pero legítimos. Lo hicieron mirándose a los ojos y cogiendo las manos el uno del otro, como que diciendo “yo te acojo y llevo conmigo la tarea de entenderte en profundidad”.
Cada uno encuentra sus palabras para expresar lo que le es posible, pero es necesario decirlo con las palabras, con la mirada, con el cuerpo y con el alma.
La sesión de ese miércoles de Carla y Paulo terminó así.
Laura se despidió de Carla y Paulo con un abrazo, como siempre.
Es maravilloso poder abrazar a las personas.
Laura aún se acuerda cuándo esto estaba “prohibido o era poco adecuado” en el vínculo terapéutico, y peligroso para la clínica.
Cuánto Amor verdadero, apoyo y verdadera humanidad se pueden transmitir con un abrazo sentido, dado con respeto, claridad y dedicación para con el otro.
Laura atiende a Luís y Matilde en la siguiente cita. Están haciendo terapia hace tres meses. El había pedido la primera cita. Siempre es interesante saber quién toma la iniciativa. Suele ser el que está más asustado con la relación, o el que tiene más urgencia en solucionar la situación. Después, las cosas pueden cambiar mucho, pero sólo el simple hecho de negociar si van a ir a terapia o no, con quién la van hacer y quién pide la cita es todo un proceso. Realmente, el proceso terapéutico no empieza cuando se entra en el consultorio, sino cuando se decide buscar ayuda. Ahí, el camino empieza a ser posible. Son las 10:30 de la mañana.
Luís tiene 40 años. Se cuida mucho, y siempre va perfumado y bronceado. Hasta en marzo. El cuerpo es atlético y proporcionado. Las manos muy cuidadas. La postura es la de un líder. Muy seductor, con una voz grave y pausada. Nada impulsivo. Piensa todo lo que dice. Hace pausas racionales, para después presentar sus argumentos. Muy racionales. Es director-general de una empresa y tiene mucha responsabilidad porque es socio mayoritario. Es un autentico Don Juan.
Laura siente las “miradas” de Luís. Poco a poco, ese “clima” se va calmando. Laura está acostumbrada a que sea así. Sabe que tiene que enviar señales tranquilizadoras y totalmente claras. Aunque sea una mujer, ella es psicoterapeuta. Y jamás será más que esto.