¿La rebeldía se volvió de derecha?. Pablo Stefanoni

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¿La rebeldía se volvió de derecha? - Pablo Stefanoni Singular

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hace poco, España era considerada una excepción en Europa porque se suponía que la extrema derecha estaba “contenida” en el Partido Popular y que el recuerdo de la dictadura franquista funcionaba como un freno adicional a esas tendencias ya extendidas en el resto de Europa. Un “Nunca Más” español. Sin embargo, la reciente emergencia de Vox acabó con esa excepción y sumó una fuerza virulentamente reaccionaria a la arena política ibérica. En Alemania, la emergencia de una fuerza populista de derecha, con un ala dura que coquetea con el pasado nacionalsocialista, provocó una verdadera conmoción en una nación que pensaba que la historia “nunca volvería”. No obstante, la presencia de Alternativa para Alemania (AfD) en el Parlamento, con más de noventa diputados, erosiona de a poco los cordones sanitarios y republicanos, y su discurso se percibe como menos “anormal”. Más cerca de nuestras fronteras, pocos habrían imaginado, hace algunos años, que llegaría al Planalto un candidato con un discurso anticomunista propio de la década de 1930, violentas diatribas contra la “ideología de género” y una exaltación de las armas y de la violencia característica de la Asociación Nacional del Rifle de los Estados Unidos. Pero Jair Messias Bolsonaro está ahí. En síntesis: tengamos o no en la Argentina una fuerza política de extrema derecha, no estamos ajenos a muchos de los climas de época retratados en las siguientes páginas, básicamente porque nadie lo está.

       * * *

      Este libro es producto de diversas inquietudes personales. Ubicado en términos ideológicos en la izquierda, me fui interesando por una serie de transformaciones en el mundo de las extremas derechas. Básicamente en cómo se construyó un antiprogresismo de nuevo tipo. Una suerte de Frente Único Antiprogresista, para tomar una fórmula de las izquierdas de las primeras décadas del siglo XX, que termina juntando de algún modo, y no sin fuertes disputas entre ellos, a libertarios con neorreaccionarios, a ecofascistas con homonacionalistas. Ese interés se tradujo en lecturas, intercambios intelectuales y escritura de artículos en el suplemento Ideas de La Nación, en La Vanguardia y en la revista Nueva Sociedad. Fue un viaje de exploración a mundos que son en gran medida “otros”, con sus códigos, lenguajes, juicios de valor, panteones y tradiciones culturales y de lectura. A menudo, sus percepciones de la realidad funcionan como un juego de espejos. “El que dice que no es de izquierda ni de derecha es porque es de izquierda”, me dijo una vez un joven libertario. En la izquierda existe la misma expresión, pero invertida: el que no se asume ni de izquierda ni de derecha es porque es de derecha. Porque (¿hasta ahora?) ser de derecha era vergonzoso, más aún entre los jóvenes.

      Se trata, por un lado, de temáticas en las que podemos observar cambios sociales y culturales, pero, al mismo tiempo, de cuestiones que no miramos en las derechas. En el mundo hispanohablante es común encontrar en los artículos acerca de las derechas, sobre todo en los escritos por autores progresistas, cuestiones relacionadas con el género, la xenofobia, el autoritarismo, el antiigualitarismo, etc. Pero son más escasos los abordajes acerca de los vínculos entre homosexualidad o ecología y extremas derechas, la emergencia de un libertarismo reaccionario o, más en general, las mutaciones de la incorrección política. De algunas de estas transformaciones y tópicos se ocupa este libro.

      No se trata, entonces, de un libro sobre las derechas en su conjunto. El objetivo, más que ofrecer un mapa de las nuevas derechas, es una invitación, más modesta, a mirar juntos algunos fenómenos “marginales” que podrían estar diciéndonos algo sobre el futuro próximo. Una especie de “miremos ahí a ver qué hay, a ver si estamos viendo lo mismo”. Se trata, en casi todos los casos, de temáticas que “parecen de izquierda”, de banderas que el progresismo tiene en sus manos pero que podría estar perdiendo o que, al menos, no tiene aseguradas. Tampoco es un libro sobre “grandes pensadores”, aunque hay varios, y algunos sofisticados, sino más bien sobre activistas, escritores o simplemente participantes en foros de internet o intelectuales de culto que tienen miles de seguidores pero que no les resultarán familiares, a priori, a los lectores de este libro. A mí muchos de ellos tampoco me decían nada antes de empezar a escribirlo e ir tratando de reconstruir sensibilidades, de cartografiar ideas y de “deconstruir” combos ideológicos, siempre con un objetivo: intentar entender qué quieren. No es un libro para denunciar a la derecha, sino para indagar más en una franja del pensamiento y la cultura contemporáneos. Estamos atentos, al mismo tiempo, al riesgo de cualquier investigación: sobreestimar el objeto de estudio. A veces hablamos de climas más extendidos; otras veces, de fenómenos de culto, en el margen del margen, pero en cualquier caso creemos que hay ahí un síntoma del que vale la pena ocuparse.

      La historia intelectual, a diferencia de la historia de las ideas, además de dar cuenta de las grandes obras y los grandes pensadores, se enfoca en cartas, panfletos, libros olvidados, viajes o conferencias, y recupera el papel de los “pequeños intelectuales” que contribuyeron a tejer redes de sociabilidad y de sentido en un momento dado –se propone “desenterrar archivos antes que detenerse en tratados filosóficos”, dijo el gran historiador Robert Darnton (2005)–. Pero hoy esos archivos ya no tienen el polvo ni los hongos de las bibliotecas; son virtuales. Fueron reemplazados en gran parte por libros o fragmentos de libros colgados en la nube, videos de YouTube, posteos más o menos efímeros en plataformas como 4chan o Twitter, artículos en revistas electrónicas, memes, etc. Y sin duda, esos “intelectuales menores” capaces de dar sentido a la época se han multiplicado por miles. Pero también se modificaron los actores que cumplen una “función intelectual” y contribuyen a crear sentido común. Si en el pasado los maestros, sindicalistas o periodistas entraban en esa categoría, hoy los primeros perdieron protagonismo, los segundos quedaron atrapados en una dimensión cada vez más corporativa y los terceros compiten con los activistas virtuales que luchan a brazo partido por la interpretación del mundo. Parte de lo que tratamos en este libro surge de estos entramados virtuales a los que me fue llevando mi propia búsqueda y que, en muchos casos, no conocía en absoluto.

      ¿Extrema derecha, derecha alternativa, populismo de derecha? Si bien hay discusiones sobre estos términos en la sociología política, las ciencias políticas e incluso en los medios, resulta imposible trazar fronteras de una vez y para siempre en las que luego entren las experiencias concretas. En especial cuando lo “alternativo” consiste, precisamente, en generar articulaciones imprevistas y novedosas, romper viejos clivajes, desarmar y rearmar paquetes ideológicos preexistentes y dar lugar a nuevas heterodoxias. Como ocurre con las izquierdas, es difícil encontrar términos lo bastante precisos y al mismo tiempo abarcativos para definir identidades, subidentidades, constelaciones de ideas, rupturas y recomposiciones, y posicionamientos políticos que son dinámicos, que escapan a definiciones rápidas. Es necesario, además, evitar dar una excesiva coherencia a las ideas, que a menudo pueden no ser demasiado “consistentes”. Por eso apostamos a que las contextualizaciones dejen en claro de qué estamos hablando en cada caso.

      En el primer capítulo nos proponemos dar cuenta de las transformaciones en el mundo de las derechas, del conservadurismo de Reagan y Thatcher a las derechas alternativas. Allí reside toda una mutación que llevó a gente absolutamente marginal al centro del tablero, en especial tras el triunfo de Donald Trump en 2016. Los liberal-conservadores tradicionales sintieron que unos locos habían copado su espacio político, e incluso la cúpula del poder, y hasta ahora no saben bien cómo reaccionar y cómo reconstruir su cosmopolitismo neoliberal frente a una constelación política que hace del etnonacionalismo su marca de fábrica; aun tras haber sido derrotado en 2020, el público de Trump parece seguir disponible para él o para otro liderazgo disruptivo. Este capítulo funciona además como una brújula para seguir avanzando en el libro.

      En el segundo capítulo nos enfocamos en la incorrección política como una forma de revuelta antiprogresista. Sin duda, la incorrección política no es “de derecha”, pero precisamente por ello resulta interesante analizar cómo es que la izquierda fue quedando en el lugar de lo políticamente correcto y la derecha se apropió del campo opuesto. Al mismo tiempo, eso nos lleva a las subculturas de derecha en internet con sus foros “oscuros”, sus discursos radicales y sus personajes excéntricos. Una pregunta recorre el capítulo: ¿pasó la web de promesa de la revolución a pesadilla de

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