El gran reto presente. Rolando Carrasco Antonio
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El segundo elemento para considerar es el provecho económico de la ciencia a través de la ingeniería y la tecnología, que toman teorías y evidencias científicas y las convierten en productos que tienen utilidad y valor mercantil. En el caso
chileno actual, como hemos dicho, la tecnología se usa básicamente para la extracción de los recursos naturales, constituyendo así otro ejemplo de la mentalidad minera que le diferencia del mundo desarrollado. En muchos países la tecnología se usa en la agregación de valor a la producción a través de productos innovadores.
El método científico consiste en probar teorías tratando de contradecirlas. Si la teoría sobrevive la experimentación por medio de una robusta metodología, es evidencia de su validez, que luego la ingeniería podrá convertir en productos y producción. Para crear (o más bien ampliar) la base científica de Chile es preciso considerar la formación de los profesionales, sobre todo en la educación superior, considerando el sistema formativo y la metodología prevaleciente para incentivar el espíritu de búsqueda y superación, y la superación de la mentalidad minera. La educación superior científica de Chile sigue modelos antiguos basados en teoría y, aunque ello tenga sus méritos, la práctica y experimentación resultan ser imprescindibles a la hora de probar la consistencia de la teoría y sus aplicaciones. La educación científica en Chile, como en el resto de Latinoamérica, requiere un mejor balance entre la teoría y la práctica en el proceso de enseñanza y aprendizaje; sin experimentación y práctica, sufre el entendimiento correcto de la teoría. Solo con ella pueda el aprendiz comprender, aplicar y analizar/sintetizar profundamente los conceptos teóricos científicos y de la ingeniería, y así crear y diseñar nuevos productos y sistemas.
De entrada, lo que hace falta considerar son los recursos requeridos para el desarrollo de científicos y técnicos, y además la enseñanza de la creatividad e innovación en el sistema educativo chileno. En los países en desarrollo, como Chile, hay una falta de recursos e instalaciones de
laboratorios en las universidades, como se ha verificado a través de otras experiencias y opiniones de académicos de otros países16. En una visita de académicos de las universidades de Staffordshire y Newcastle (Reino Unido) a los laboratorios de algunas de las universidades chilenas que ellos pudieron observar y evaluar, concluyeron que los laboratorios de enseñanza y aprendizaje en ciencia e ingeniería de Chile, en su mayoría, parecían más bien «museos» que lugares de experimentación para generar conocimiento nuevo. Para formar científicos e ingenieros de alto nivel (y así poder aportar a una economía de conocimiento) es fundamental tener los recursos necesarios y contar con los últimos desarrollos científicos y tecnológicos.
Con respecto a las materias que debe comprender la enseñanza, los conocimientos del emprendimiento son también una importante adición al currículo universitario. El emprendimiento se define como el diseño, lanzamiento y mantenimiento en marcha de un negocio nuevo, el cual típicamente comienza como una pequeña empresa, siendo la gente quien crea el negocio, ofreciendo un producto, proceso o servicio para venta o arriendo, llamados «emprendedores». En el Reino Unido y en Europa existen, a nivel nacional y regional, agencias de desarrollo de pequeñas empresas cuyas funciones son apoyar la creación de negocios nuevos, basados en oportunidades regionales para llenar los vacíos existentes en el mercado local. Además, por este medio los resultados de un proyecto de investigación en una universidad tienen la potencialidad de crear productos, procesos y servicios nuevos. Asimismo, los investigadores pueden elaborar un plan de negocio para crear y desarrollar una pequeña empresa. De esta forma se liga la generación de ideas a la aplicación en la realidad productiva17.
El acceso para las empresas privadas o estatales a los recursos de las universidades como el uso de sus laboratorios y el conocimiento de los expertos es crucial para las empresas para innovar o producir nuevos productos. Esto es muy importante para ayudar a los profesionales de las empresas a aprender la nueva tecnología e intercambiar experiencias y conocimiento y crear nuevas empresas y tiene un gran beneficio para los académicos e investigadores. Así se crean puestos de trabajo para recién doctorados, como emprendedores de empresas o empleados de éstas. Otras iniciativas incluyen los Teaching Company Schemes (TCS) llevados a cabo por departamentos de tecnología e innovación18 y que consisten en llevar a cabo una colaboración directa entre las universidades y empresas locales. Se trata de mejorar e introducir innovaciones en los productos de una empresa, cuyos recursos financieros son limitados. Se unen expertos de la academia con la empresa para desarrollar productos nuevos y adiestrar empleados a través de programas de doctorado u otras calificaciones académicas. Este esquema requiere el desarrollo de planes de negocio, financiamiento y administración del proyecto, donde el Gobierno, en el caso de UK, proporcionaba hasta un 60 % de los fondos.
Dentro de las facultades universitarias existen oficinas que manejan los TCS, así como iniciativas de trasferencia de conocimiento a la sociedad y los otros instrumentos existentes para obtener fondos gubernamentales o privados. Estos fondos, además de proporcionar asistencia a las empresas, también envuelven el mejoramiento del equipamiento de laboratorios universitarios puesto a disposición para el desarrollo de nuevos productos. Así, la actividad empresarial aporta beneficios a largo plazo para las universidades, que también se benefician directamente por la investigación aplicada y por la capacitación del personal. Se destaca también que la administración de la universidad está orientada a conseguir fondos y a apoyar empresas en su entorno local.
En Chile la creación del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (con la participación de Corfo, Conicyt, Fondef y GoToMarker) manifiesta el intento de contratar científicos e ingenieros para agregar valor (a corto y largo plazo) a los recursos primarios que exporta el país. Mejorar el bienestar del pueblo requiere una visión más amplia, en la que se conciba la posibilidad de crear valor a través de ideas y conocimiento, como lo tienen otros países, como en Europa, donde hay una escasez de recursos naturales (comparado con Chile) y no queda otro remedio que desarrollar tecnología, maquinaria inteligente, automatización de los medios de producción y servicios, generando conocimiento para poder crear empleo y bienestar a sus ciudadanos.
En momentos de situaciones de desastre nacional de un país, el Gobierno necesita asesoramiento científico o de ingeniería. Tal vez lo más claramente posible es cuando el mundo físico y complejo se comporta de manera dramática (desastres), como por ejemplo, terremotos y tsunamis, cambio climático, pandemias (gripe porcina o COVID19), erupciones volcánicas, incendios, inundaciones, tornados, terrorismo, problemas de salud mental, pobreza, obesidad, problemas de la economía, etc. Aunque los problemas pueden ser muy complejos, tales eventos se encuentran entre las situaciones más directas para un asesor o un grupo de asesores científicos del Gobierno: hay destinatarios dispuestos al desafío de evaluar la catástrofe, reunir las pruebas y presentar soluciones de la manera más eficaz. Lo que es más difícil es asegurar que la ciencia y la ingeniería sean llevadas a la práctica con eficacia en las preguntas que los encargados de la formulación de políticas hacen, las cuales son importantes pero no presentan un momento de decisión única, o donde es menos obvio que la ciencia e ingeniería pueden ayudar. Estos incluyen los problemas de políticas internas que cruzan los departamentos, las disciplinas (múlti-disciplina) y que están establecidos en plazos más largos que los tiempos de vida de los gobiernos y a menudo del plazo de las decisiones políticas.
Este es el reto para los consejeros científicos del