Vacas gordas vs. vacas flacas. Yurima Cruz
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José el soñador era muy querido por su padre, lo que despertó la envidia de sus medios hermanos; algunos querían matarlo, pero otros se inclinaron por el «mal menor», como si dijeran «hay que perjudicarlo, pero poquito». Así que aprovecharon un día que estaban lejos de casa para sorprenderlo, golpearlo y despojarlo de sus ropas, que luego darían a su padre llenas de la sangre de un animal, para hacerle creer que había sido devorado por fieras salvajes.
Tristemente, lo vendieron como esclavo a una caravana de mercaderes, quienes lo llevaron a Egipto, en donde un hombre importante lo tomó a su servicio. La actitud y trabajo de José lo llevaron a más responsabilidades; con esfuerzo y diligencia se ganó cada vez más confianza y nuevos compromisos.
El conocimiento, así como el buen manejo de las finanzas y negocios, llevaron a nuestro protagonista a ser el depositario de la administración de la hacienda de su amo. Pero, nuevamente, el infortunio golpeó a José. La mala fe de una mujer lo llevó a terminar en la cárcel, en donde se le empezó a conocer por su capacidad para interpretar sueños.
Cierto día el faraón soñó que del río Nilo salían siete hermosas y gordas vacas que pastaban a las orillas del agua; de pronto, del río emergieron otras vacas feas, enfermas y famélicas, que terminaban devorando a las primeras. También soñó con siete espigas hermosas y llenas de grano, que luego eran engullidas por siete secas y quemadas espigas. Agitado, el mandatario, despertó y trató de encontrarle una interpretación a ese sueño.
Buscó febrilmente desde entonces el significado, lo que le quitó precisamente el buen dormir, hasta que llegaron a sus oídos los dones de José, quien encontró sentido a esa pesadilla: «Vendrán siete años de gran abundancia, seguidos de otros siete de grave escasez», dijo José. Además, enunció la estrategia de solución: «Encuentra un hombre sabio que deberá establecer un sistema eficaz, que permitirá reservar la quinta parte de las cosechas, para guardarla en previsión de los tiempos de necesidad».
Impresionado por la claridad y contundencia de la exposición de José, el faraón lo encargó de tal faena, otorgándole amplios poderes para gestionar los recursos del reino y para prepararse, en la abundancia, para los tiempos de escasez. Con esto José, el faraón y Egipto encontraron en una crisis, una oportunidad.
CAPÍTULO 2
Personalidades
financieras
En el tiempo que he asesorado a personas que desean mejorar sus finanzas personales y las de sus negocios, he encontrado algunos patrones de comportamiento a los que denomino «personalidades financieras». Veamos algunos ejemplos:
Los no me alcanza. Existen personas que ganan una determinada cantidad, pero la consideran insuficiente para cubrir sus necesidades; cuando logran incrementar sus ingresos, siguen diciendo lo mismo: «no me alcanza». Pueden duplicar, triplicar o cuadruplicar sus ingresos y siempre les parecerá insuficiente. Son personas a las que «nunca les alcanza».
¿Por qué? Porque no manejan adecuadamente lo poco ni lo mucho. Ignoran que quien es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho.
Los sorprendidos. Son quienes ante una enfermedad o imprevisto corren a pedir prestado; ante la pérdida de trabajo, inicio de clases o en la cuesta de enero deben buscar un tercero que les ayude a solucionar el «imprevisto» que tienen. Y siempre tienen imprevistos... y nunca están preparados.
Los antojadizos. Son quienes también piden ayuda o prestado, acuden a centros de empeño, tarjetas de crédito, amigos y/o familiares para pedir un préstamo y gastar lo que aún no han ganado, no solo en casos de necesidad, sino también de celebración, ya sea día de las madres, vacaciones, festejos religiosos o cualquier otra ocasión de gozo.
Los sofisticados. Son personas con un buen nivel de ingreso que en ocasiones expresan: «Mi nivel de vida no me permite dejar mi trabajo». Califican sus labores como tediosas y odiosas. Otros, a pesar de tener sesenta o setenta años, tienen que trabajar hasta el último día de sus vidas para mantener el ritmo de vida «acomodado» al que están acostumbrados, ya sea por estatus o apariencia. Ya que dependen de sus flujos, no llegan a vivir en ciclo de riqueza.
Las víctimas. Hay quienes siempre se quejan de lo mal que les va en la vida y en las finanzas, de lo poco que cobran en su trabajo, de lo grandes que son sus gastos, de que si sus padres, sus parejas, su empresa o la vida les dieran mejores ingresos todo cambiaría. Se lamentan atribuyendo a otros su desventura financiera.
Conocí muchos casos que son verdaderos Cuentos de terror financiero (un libro que te recomiendo leer). Todos los días hay personas que ante una eventualidad, imprevisto, enfermedad o padecimiento, terminan perdiendo ahorros, bienes y hasta la casa donde viven. A la pena de la enfermedad o de la pérdida familiar, se suma la pérdida de la seguridad y sustento diario, todo por falta de planeación financiera adecuada.
¿Te suena familiar? ¿Conoces personas así? ¿Eres una de ellas? ¿Te gustaría poder cambiarlo? ¿No quieres verte en esos casos? Entonces sigue leyendo.
Y hablando de vacas...
¿qué clase de pastor eres?
¿Eres de los que cuidan su patrimonio o de los que se duermen mientras sus vacas se pueden perder o las deja a merced de su suerte? Es decir, ¿tienes forma de recibir leche diariamente o en ocasiones carne? Hablando en términos de granja, ¿tienes gallinas que te dan huevo, árboles que te den fruto o tierras que te den cosecha?
CAPÍTULO 3
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