Las alas de las hormigas. Carlos Martín

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Las alas de las hormigas - Carlos Martín

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de otro país. Existen cientos de casos probados y documentados que demuestran la consecución de estas operaciones para manipular mentalmente a las masas y alentarlas a participar en una guerra. Puedes estar seguro de que en todas las ocasiones en que se insinúa una guerra se está produciendo un engaño. Si se realiza un acto terrorista se está produciendo un engaño. SIEMPRE.

      El Incendio del Reichstag del 27 de febrero de 1933 fue atribuido a comunistas y socialistas por el gobierno de Adolf Hitler, pero de acuerdo con documentos y confesiones obtenidas en los Juicios de Nuremberg, fue un autoatentado.

      En el Incidente Gleiwitz de 1939, Reynhard Heydrich de la Alemania Nazi fabricó la evidencia de un ataque polaco para movilizar a la opinión pública alemana y obtener una justificación falsa para iniciar la guerra con Polonia. Este triste y deplorable montaje, junto a otras operaciones de falsa bandera de la Operación Himmler, garantizó el apoyo de la población alemana para iniciar la Segunda Guerra Mundial. En el transcurso de la guerra las operaciones de falsa bandera fueron utilizadas cientos de veces por el ejército alemán, todas ellas se demostraron en los Juicios de Nuremberg y se consideran por todos una realidad probada.

      También en 1939 el Ejército Soviético disparó su artillería contra la villa rusa de Mainila (situada al norte de San Petersburgo), y culpó a Finlandia de haber causado el ataque, inventando pérdidas militares además de las civiles. De acuerdo a los archivos del líder comunista Andréi Zhdánov el incidente fue planificado para culpar a Finlandia. Los finlandeses negaron rotundamente que ellos hubiesen disparado contra la villa, de hecho, diarios de guerra encontrados posteriormente revelan que los oficiales finlandeses habían retirado su artillería de la frontera con el objetivo de prevenir un ataque accidental, por lo que Mainila había quedado fuera de alcance. Esa evidencia no calmó a la Unión Soviética, que renunció al "Pacto de no agresión" firmado con Finlandia y el 30 de noviembre de 1939 inició la Guerra de Invierno. En 1998, Borís Yeltsin, el presidente de Rusia, aceptó que la guerra con Finlandia no había sido defensiva sino una agresión.

      El ataque japonés a la base naval americana de Pearl Harbour conmocionó profundamente al pueblo estadounidense y condujo a la participación de los EE. UU. en la Segunda Guerra Mundial. Para motivar al pueblo americano tanto como fuese posible, el presidente Roosevelt necesitaba que un primer ataque abierto de Japón fuera lo más sangriento posible, parecido al ataque furtivo que los japoneses habían lanzado sobre los rusos con anterioridad. Roosevelt y sus socios se aseguraron de que los comandantes en Pearl Harbor, el general Short y el almirante Kimmel permanecieran ignorantes de lo que les esperaba. Tras lo ocurrido, se les responsabilizó, acusó y expulsó del ejercito, pero recientemente el congreso los exoneró, restaurando sus rangos a título póstumo. Se ha probado que Washington supo que el ataque se produciría, sabía exactamente dónde se encontraba la flota japonesa y hacia dónde se dirigía, pero no alertó de ello a la base. En un nuevo hallazgo, se descubrió también que EE. UU. atacó y hundió un submarino japonés, provocando a los japoneses a atacar.

      Hay muchos más ejemplos probados, puedes buscarlos por ti mismo en la red, si lo deseas. Comprobarás que todos los conflictos violentos se inician mediante falsas banderas, haciendo uso de la estrategia de manipulación masiva "problema-reacción-solución". Si observas con atención el orden de los acontecimientos que proyectan los informativos, reconocerás también este método en diferentes sectores. Por ejemplo, en la intensificación de la violencia urbana o la organización de atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad, o la creación de una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos. Analiza cada noticia y busca la aplicación del método "problema-reacción-solución". Lo distinguirás fácilmente ya que los medios suelen avanzar la solución en el patente orden natural de los acontecimientos, como en un mal guión de película.

      "LA ESTRATEGIA DE LA DISTRACCIÓN"

      La jornada laboral media de un trabajador es de ocho horas diarias y teniendo en cuenta que lo saludable es dormir ocho horas todas las noches, cualquier persona debería disponer al día de ocho horas para sí misma. Buena parte de estas ocho horas suele perderse en los quehaceres diarios: la limpieza de la casa, el cuidado personal, el del coche, cocinar, hacer la compra o poner al día los muchos trámites que sostienen nuestras vidas. Resumiendo, no es mucho el tiempo que solemos disponer para desarrollar actividades de ocio o para descansar, y este tiempo suele acumularse en las últimas horas del día cuando los establecimientos han cerrado sus puertas y las calles permanecen en silencio. En la comodidad de sus hogares la mayoría de los seres humanos descansan sentados en su sofá, solos, abrazados a su pareja o con sus familiares y durante ese tiempo un universo de entretenimiento se abre ante sus ojos a través del televisor. No importan sus preferencias. Disponen de canales de deporte, de cine, de música, de documentales, de concursos, de información, de cocina, religiosos, para niños, para adolescentes o para adultos. Con toda seguridad encontrarán algo que capte su interés en mayor o menor medida. Durante el día siguiente el contenido de la programación visionada ocupará sus mentes y sus conversaciones. Si analizamos los índices de audiencia observamos como deportes, prensa rosa y otros entretenimientos arrasan en el rating mientras los programas culturales o educativos apenas atraen audiencia. No es de extrañar, la oferta existente de los segundos es prácticamente nula, su formato muy aburrido y su contenido más que dudoso. A nadie le gusta pasar su escaso tiempo libre visionando un programa aburrido y falto de gracia o emoción. El resultado es una ciudadanía mediocre, pasiva y distraída. "¿Economía? No sé mucho de eso, para eso están los economistas, yo bastante tengo con llegar a fin de mes. ¿Política? Un aburrimiento, no me interesa. Ya iré a votar en su momento". Esta falta de atención no es accidental. En su libro, el estadounidense Avram Noam Chomsky hace hincapié en lo que llama "Estrategia de la Distracción", el elemento primordial del control social que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones e informaciones insignificantes. Para estas "élites" una ciudadanía que no piensa es una ciudadanía que colabora. En la actualidad, una monstruosa máquina formada por diez mega-corporaciones absorben, poseen y controlan todos los grandes medios de información, prensa, radio y televisión del mundo. Esa decena de imperios incluye además el vasto negocio del entretenimiento y la cultura de masas que abarca el mundo editorial, la música, el cine, la producción y distribución de contenidos de televisión, las salas de teatro, internet o los grandes parques de atracciones. Sin ser conscientes de ello, miles de millones de seres humanos consumen a diario directa o indirectamente los productos informativos y culturales de AOL/Times Warner Inc., Gannett Company Inc., General Electric, News Corporation, The McClatchy Company, The New York Times Company, The Washington Post Company, Viacom, Vivendi Universal y Walt Disney Company. Estos diez grupos controlan de forma directa o indirecta cualquier medio de comunicación o entretenimiento que haya adquirido cierto grado de importancia social, asegurando para sí mismos el control total de la información que fluye por el mundo. Sus agencias de información EFE, Reuters, AP, AFP, DPA, ANSA, Servimedia, Notimex o IPS expanden información convenientemente diseñada cuyo discurso dominante incluye toda clase de propaganda política, crea opinión pública y persuade en favor de una u otra ideología, justificando actitudes como el montaje del 11-S, la invasión de Irak, el mito de la sobrepoblación o la estafa del calentamiento global. Nuestra prensa oficial moldea las mentes y lava los cerebros, automatiza la sociedad desde distintos modelos educativos adiestrando a los pueblos sobre lo que deben hacer, en qué deben pensar, a quién deben admirar, votar o creer. Oculto en la sombra, un mecanismo invisible de censura moldea los márgenes de la libertad recortando la información y condenando al destierro todo aquello que resulta "demasiado inconveniente". Todos hemos visto a excelentes periodistas de gran difusión mediática ver interrumpido su exitoso programa sin recibir explicación alguna y pese a que su trabajo disfrutase de las mayores audiencias. Los ciudadanos han perdido su derecho a una información veraz y oportuna. La prensa escrita y las frecuencias de radio, que deberían constituir un bien público que abogase por el bien común de todos, pertenecen

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