Gestionando el multiculturalismo. Jean E Jackson

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Gestionando el multiculturalismo - Jean E Jackson Ciencias Humanas

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ACIN Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca
AICO Autoridades Indígenas de Colombia
ANC Asamblea Nacional Constituyente
ANUC Asociación Nacional de Usuarios Campesinos
ASI Alianza Social Indígena
AUC Autodefensas Unidas de Colombia
Cinep Centro de Investigación y Educación Popular
CRIC Consejo Regional Indígena del Cauca
Crihu Consejo Regional Indígena de Huila
DAI División de Asuntos Indígenas
DANE Departamento Administrativo Nacional de Estadística
ELN Ejército de Liberación Nacional
ETI Entidad Territorial Indígena
FARC Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
Incora Instituto Colombiano de la Reforma Agraria
ILV/TBW Instituto Lingüístico de Verano/Traductores Bíblicos Wycliffe
MAQL Movimiento Armado Quintín Lame
NT Nuevas Tribus (un grupo misionero)
OIT Organización Internacional del Trabajo
ONIC Organización Nacional Indígena de Colombia
WHC Centro de Patrimonio Mundial de la Unesco (Unesco World Heritage Center)

      Mi historia de amor de cincuenta años con Colombia comenzó con una carta de Alicia Dussán de Reichel, en 1968, en la cual me invitaba a trabajar en este país, después de que se evidenció que yo no podía trabajar en Brasil.1 Desde ese momento y hasta su muerte, Gerardo Reichel-Dolmatoff, junto con su esposa Alicia, me ayudaron de innumerables maneras. Muchos otros antropólogos colombianos también me invitaron gentilmente a sus casas y oficinas y, así mismo, me pidieron que diera conferencias y enseñara en sus salones de clase. Varios de ellos se han convertido en queridos amigos con quienes disfruto discutir sobre política, el movimiento indígena y mucho más (incluido, por supuesto, el chisme en curso). Estos académicos, dedicados y generosos, cuyo acceso a financiamiento es más limitado, como lo fue también en una época su acceso a la literatura académica, me presentaron a innumerables personas que me ayudaron, incluidas personas para ser entrevistadas, así como auxiliares de investigación. Muchos otros colombianos me ayudaron también con la investigación. Algunas de las personas que enumero a continuación no recordarán nuestras entrevistas o conversaciones, pero yo sí, y extiendo mi sincero agradecimiento a todos ellos: Raúl Arango, Jaime Arocha, Diana Bocarejo, Gabriel Cabrera, Margarita Chaves, François Correa, Carlos Eduardo Franky, María Stella González, Abadio Green, Leonor Herrera, Víctor Jacanamejoy, Gladys Jimeno, Myriam Jimeno, Dany Mahecha, Germán McAllister, Hernando Muñoz, Victoria Neuta, Guillermo Padilla, Jesús Piñacué, Roberto Pineda, María Clemencia Ramírez, Elizabeth Reichel, Roque Roldán, Enrique Sánchez, Esther Sánchez, Elías Sevilla, la fallecida Nina S. de Friedemann, Adolfo Triana, Carlos Uribe, Simón Valencia y Martín von Hildebrand. Gracias también a mis auxiliares de investigación Marta Lucía Peña, Segisfredo Franco, Ibaná Varón, Sonia Serna y Juliana Sánchez. Entre las entidades que facilitaron notablemente mi investigación están el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), los departamentos de Antropología de la Universidad de los Andes y de la Universidad Nacional de Colombia, varios miembros del Consejo Regional Indígena del Vaupés (CRIVA) y varios funcionarios de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC). Extiendo mis agradecimientos especiales a Jaime Arocha y a María Mercedes Baraya de Arocha, María Clemencia Ramírez, Myriam Jimeno, Esther Sánchez, Marianne Cardale de Schrimpff y Juana Dávila, por hospedarme durante mis estadías en Bogotá.

      En Estados Unidos me prestaron una gran ayuda Juana Dávila, Felipe Gómez, Clare Salerno y Steven González.

      Mi investigación en Colombia desde octubre de 1968 hasta noviembre de 1970 fue financiada por la Fundación Danforth y por el Comité de Stanford para la Investigación en Estudios Internacionales. Los viajes posteriores a Colombia fueron financiados en parte por la Oficina del Decano de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y por el Programa Margaret MacVicar Faculty Fellows, de la misma universidad.

      En Mitú, Vaupés, Tito Vargas y su esposa Alicia me brindaron su generosa hospitalidad y pasé con ellos momentos muy agradables en la Residencia La Maloka. Gracias también a la familia León, propietaria del Hotel La Vorágine, y al personal de la misión adscrito a la Prefectura Apostólica del Vaupés, por su hospitalidad, transporte e innumerables conversaciones.

      Tengo muy buenos recuerdos de los residentes originales de Púmanaka Buró en el río Inambú, y un aprecio especial a Francisco Escobar (hijo de Juanico Escobar, jefe de Púmanaka Buró) y a su hija María Jesús Escobar, por la bienvenida que me brindaron en Mitú durante mis viajes posteriores. Muchos residentes tukanos de la región me hospedaron y tuvieron que soportar mis preguntas durante los viajes por el río, y lo mismo sucedió con muchos residentes de Mitú, así como con funcionarios ubicados allí temporalmente. Extiendo mi apreciación y gratitud a todos ellos.

      Gracias también a Floro Tunubalá, quien me suministró una información muy útil cuando estuvo en Estados Unidos en octubre del 2004, al igual que a Luis Evelis Andrade, quien hizo lo propio en febrero del 2006.

      A mis colegas académicos especialistas en el Vaupés y que viven fuera de Colombia, recuerdos cariñosos y agradecimientos por su ayuda y aliento, sobre todo a Stephen y Christine Hugh-Jones, así como a Patrice Bidou, Elsa Gómez y Pierre-Yves Jacopin. El fallecido Peter Silverwood-Cope me acompañó en mi primer vuelo a Mitú y me ayudó al introducirme a la región. Tengo también muy agradables recuerdos y una deuda considerable con el fallecido Irving Goldman. Gracias también a Janet Chernela y a Robin Wright, quienes trabajan en el Vaupés brasileño, por años de conversaciones fructíferas.

      Mis más calurosos agradecimientos a los muchos, muchos académicos —demasiados para enumerarlos— que a lo largo de los años han comentado mi trabajo. Algunos de ustedes estuvieron involucrados en un activismo que buscaba mejorar las vidas y las perspectivas de futuro de los colombianos indígenas, afrodescendientes y campesinos, quienes con demasiada frecuencia sucumbieron, pero también a menudo lograron resistir graves asaltos sobre sus vidas, dignidad y futuro. Mi difunta exalumna Virginia Bouvier representó lo mejor en la defensa de los derechos y trabajó incansablemente para poner fin al conflicto y alcanzar una paz justa y duradera.

      Joanne Rappaport, María Clemencia Ramírez y James Howe, mi amigo y colega de muchos años, leyeron todo este

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