Gestionando el multiculturalismo. Jean E Jackson

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Gestionando el multiculturalismo - Jean E Jackson Ciencias Humanas

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fechas. En consecuencia, mientras que los primeros capítulos de este libro tratan de Vaupés, los últimos saltan al nivel nacional.

      Un trabajo del tamaño de un libro permite hacer una exposición, a partir de estudios de caso etnográficos, de las formas en que mi objeto de estudio, metodología y enfoque teórico evolucionaron a lo largo de esos años. Sin embargo, vale la pena aclarar que hay un enfoque intelectual que sirve de hilo conductor de esas décadas de investigación y se concreta en mis encuentros con la indigenidad y su exploración. Aunque en la fase temprana no hacía preguntas sobre su naturaleza en general —sino más bien sobre una estructura social que parecía contradecir el conocimiento difundido sobre la cultura indígena amazónica— mis preguntas sobre identidad social, lengua y cultura se relacionaban íntimamente con la indigenidad y su representación, y preguntas de esta índole han acompañado mis estudios hasta el presente. Además, mis encuentros subsiguientes con el CRIVA y su investigación me llevaron a tratar con profundidad el tema de la representación de la indigenidad y, más específicamente, de su autorrepresentación. Así, llegué a enfocarme en el papel cada vez más importante que ha desempeñado la cultura indígena en las luchas que han surgido en todo el país y que buscan garantizar los derechos y los recursos que acompañan el reconocimiento oficial de esos derechos.

      A lo largo de este libro también trabajo para vincular temas colombianos con desarrollos paralelos en otros países, así como para abordar temas y debates teóricos relevantes. Por ejemplo, discuto cambios importantes que se presentan en el análisis antropológico y trato su politización cuando esta ocurre. También presto atención a la relación entre los antropólogos y las comunidades indígenas que estudian e incluyo la reflexión sobre cómo evolucionó mi concientización sobre diversos asuntos altamente conflictivos. En la larga historia de interacciones entre los pueblos indígenas y los antropólogos, se han producido malentendidos,29 interpretaciones equivocadas, desacuerdos e incluso conflictos abiertos.30 Uno solo tiene que escuchar las denuncias de los antropólogos en la canción de Floyd Westerman “Here Come the Anthros”,31 o leer los comentarios de Vine Deloria en su libro Custer Died for Your Sins: An Indian Manifesto,32 para darse una idea del problema. Con el paso del tiempo y con el auge de la política de la identidad, yuxtapuesta de manera incómoda a la teoría posmodernista, la naturaleza de tales desacuerdos ha cambiado. La crítica a los reclamos de autenticidad sobre la base de que estos reclamos son construidos socialmente, como lo ejemplificó el bien conocido ensayo de James Clifford, “Identity in Mashpee”,33 enfureció a muchos nativos activistas en Estados Unidos. Tales críticos estarían de acuerdo con Jonathan Friedman en cuanto a que mientras la cultura puede ser sumamente negociable para los profesionales expertos en el tema, “para aquellos cuya identidad depende de una configuración particular, este no es el caso. La identidad no es negociable. De lo contario no existe”.34 Como lo veremos, este es el caso de muchas de las dicotomías examinadas aquí, pues la situación real es más compleja que la sugerida por la oposición entre la “perspectiva esencialista” y la “perspectiva constructivista social”. Les Field señala que los activistas en Estados Unidos, tanto indígenas como no indígenas que trabajan por el reconocimiento oficial de títulos de propiedad de tierras y de estatus tribal, si quieren tener éxito, deben lidiar con instituciones políticas y jurídicas tanto de las sociedades tribales como de la sociedad mayoritaria.35 Los proyectos políticos que se basan en establecer una identidad y cultura indígena auténticas, deben trascender la rigidez de esta oposición, aun cuando su retórica pueda parecer que adopta una obstinada e inflexible posición esencialista.

       Palabras clave: breve introducción a los conceptos teóricos

       Identidad

      Para entender el caso colombiano, se hace necesario presentar de manera explícita y al inicio del texto cómo se concibe la identidad en este libro, especialmente dado que un tema central es el de explorar la indigenidad.

      La identidad social de una persona consiste en su pertenencia a grupos sociales relevantes. La cuestión de la identidad social atrajo mi atención casi desde el inicio de mi trabajo de campo en el Vaupés. Cuando me encontré con personas reales en vez de reificaciones sociológicas, con parientes hablando de parientes, cobró vida tanto la organización social como la terminología de parentesco, temas que hasta ese momento habían sido para mí poco fascinantes. Hasta donde me acuerdo, no pensaba en la identidad en sí misma —era simplemente algo que todos tenían— probablemente porque otros antropólogos tampoco estaban pensando mucho en eso;36 tampoco lo hacían los sociólogos, muchos de quienes hasta hacía poco dudaban de si la identidad era susceptible de estudio social.37 Con demasiada frecuencia la identidad se ha dado por sentada en vez de problematizada, y encontrar definiciones integrales ha sido difícil (tal vez con la excepción de la literatura psicológica). De hecho, Steph Lawler duda si es siquiera posible una definición única y global de identidad o una noción de cómo funciona.38 Por la misma razón, Rogers Brubaker y Frederick Cooper recomiendan descartar el concepto por completo.39

      El interés de los investigadores en el tema no surge hasta la década de 1960, junto con la aparición de lo que llegó a llamarse política de la identidad. Por ejemplo, el movimiento estadounidense de Poder Negro puso en primer plano la identidad de una forma en que el movimiento por los derechos civiles no lo había hecho; los dos nombres en sí mismos mostraban diferentes premisas fundacionales. Otros movimientos basados en la identidad como los de las mujeres, los Native Americans (indígenas de Norteamérica), los discapacitados y los gays y las lesbianas, también aparecieron durante esos años.

      Un aspecto en particular de la política de la identidad ha atraído comentarios y criticas frecuentes. Se trata de su declarada dependencia del esencialismo o como Mary Bucholtz y Kira Hall lo señalan, parte del argumento de que los agregados reconocidos socialmente “son inevitables y naturales y […] están separados uno del otro por límites claramente definidos”,40 y añaden que la política de la identidad ha sido típicamente y casi inevitablemente esencialista y que la antropología en sí misma ha estado plagada de supuestos esencialistas. Sin embargo, para la década de 1970 y con el advenimiento del posestructuralismo y del posmodernismo, las identidades sociales de todo tipo, incluidas aquellas de los pueblos indígenas, se vieron cada vez más como contingentes y construidas. Hoy en día los autores, muy conscientes de los riesgos que plantea el “temido” esencialismo que tan frecuentemente se adhiere a la identidad,41 hacen todo lo que está a su alcance para asegurarles a sus lectores que sus argumentos y terminología relacionados con la identidad no son esencialistas, rígidos, fijos en el tiempo, etc. El problema persiste precisamente porque las luchas por los derechos humanos y la autodeterminación a menudo conllevan reclamos esencialistas sobre la cultura y la identidad. En el capítulo cinco retomo el debate esencialista en una discusión sobre reindigenización, que tiene lugar cuando un grupo de personas que se ven a sí mismas como descendientes de ancestros indígenas trabajan para recuperar su identidad y cultura indígenas. Este fenómeno ilustra dramáticamente el punto que hace Clifford sobre la “tensa interacción” entre identidad como política versus identidad como herencia.42

      En este libro, las identidades se ven como construcciones sociales que emergen dentro, no fuera del discurso, de manera que no hay nada natural o meramente dado sobre ellas.43 La identidad se trata tanto sobre la diferencia como sobre la igualdad, pues todas las identidades se basan en no ser otra cosa.44 Cada identidad necesariamente implica un contraste con esa otra cosa, ya que no puede haber identidad sin un Otro como contraste. Ampliando esta idea, Jacques Derrida comenta que “cualquier identidad se construye en relación con la diferencia. No hay un centro sólido ni una presencia simple dados con anterioridad: estos existen solo con relación a algo más”.45

      Las identidades son multidimensionales y estructuradas por discursos de raza, clase, género e historia que se superponen y se intersecan. Las identidades reducen la vasta complejidad del mundo vivido a un número

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