Las corrientes filosóficas en el movimiento feminista. Anuradha Ghandy
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Una de las características importantes del movimiento de mujeres contemporáneo ha sido el esfuerzo de las feministas por teorizar sobre la condición de la mujer. Entraron en el campo de la filosofía con el objetivo de darle un fundamento filosófico a sus análisis y abordajes. Buscaron filosofías de liberación y tomaron varias corrientes en ese campo que creyeron que podían dar una visión a sus luchas. Distintos enfoques como el existencialismo, el marxismo, el anarquismo y el liberalismo, fueron estudiados por mujeres activas del movimiento en Estados Unidos y luego en Inglaterra. Por eso el feminismo es un colectivo ecléctico que incluye diversos abordajes, perspectivas y marcos teóricos dependiendo de la corriente filosófica en la que se ubique. Aun cuando todas ellas sostengan el mismo compromiso para darle voz a las experiencias de las mujeres y ponerle fin a su opresión. Dada la hegemonía de Occidente, esto ha tenido una fuerte influencia en el movimiento de mujeres al interior de la India también, por lo que un estudio serio debe incluir un entendimiento de las distintas corrientes teóricas en su interior.
Filósofas feministas han sido influenciadas por pensadores tan diversos como Locke, Kant, Hegel, Marx, Derrida, Nietzsche o Freud. La mayoría de ellas ha concluido que la filosofía tradicional tiene sesgos machistas, y que sus principales conceptos y modos de entender revelan un abordaje eminentemente masculino del mundo (Alisson Jagger). Por lo tanto, hicieron esfuerzos por transformar la filosofía tradicional.
Manteniendo este esquema en mente, hemos encarado una presentación de las principales corrientes filosóficas del feminismo. Un punto para tomar nota es que estas corrientes no están fijas, separadas y algunas feministas han contrapuesto categorías. Otras han cambiado sus abordajes a lo largo del tiempo; algunas pueden ser vistas como una mezcla de dos o más corrientes. De todas maneras, para una comprensión general, estas grandes corrientes pueden ser útiles. Sin embargo, antes de discutir las teorías, vamos a comenzar con un breve racconto del avance del movimiento de mujeres en Occidente, particularmente en los Estados Unidos. Esto es necesario para entender los desarrollos teóricos feministas.
1 El Ramayana y el Mahabharata son narraciones épicas de la India que datan de entre el siglo IV y III A.C. Son obras que han sido transmitidas de generación en generación en forma de versos, de manera ritual o teatral. El Mahábharata es un poema de gran extension que suele traducirse cómo “La gran historia del pueblo de India”; relata basicamente el enfrentamiento entre dos ramas de una misma familia noble por la posesión de un reino norteño. Por su parte, el Ramayana es una de las principales obras literarias de India antigua; cuenta las aventuras de Rama –una de las encarnaciones de Vishnu, el protector-. Su redacción se atribuye al sabio hindú Valmiki.
PANORAMA GENERAL DEL MOVIMIENTO DE MUJERES EN OCCIDENTE
El movimiento de mujeres en Occidente se divide en dos fases: la primera arranca a mediados del siglo XIX y dura hasta los años ‘20, mientras que la segunda comienza en los años ‘60. La primera etapa es conocida por los movimientos ligados al sufragio universal (el derecho al voto femenino) y los derechos políticos de las mujeres. El movimiento de mujeres ascendió paralelamente al crecimiento del capitalismo y la difusión de la ideología democrática. También en el contexto del crecimiento de otros movimientos sociales. En los Estados Unidos, el movimiento por la libertad de los esclavos negros y por organizar a las crecientes masas proletarias fueron una parte importante del fermento socio-político del siglo XIX. En las décadas de 1830 y 1840, el movimiento por la abolición de la esclavitud, incluyó algunas mujeres ilustradas que enfrentaron una fuerte oposición social a liberar a los negros. Lucrecia Mott, Elizabeth Cady Stanton, Susan Anthony, Angeline Grimke, estaban entre las mujeres activas del movimiento anti-esclavista, que después también protagonizaron la lucha por sus derechos políticos como mujeres. Pero la oposición al interior del movimiento anti-esclavista a que estuviera representado por ellas y a su liderazgo, las forzó a reflexionar sobre su propio status en la sociedad y sus propios derechos. En Estados Unidos, mujeres de distintos estados comenzaron reunirse para reclamar por el derecho a una educación común con los hombres, por el derecho a la propiedad y al divorcio. La Convención de las Cataratas de Séneca, convocada por Stanton, Anthony y otras en 1848, resultó ser un hito de esta primera fase del movimiento de mujeres en los Estados Unidos. Ellas adoptaron la Declaración de Sentimientos2, modelada como la Declaración de la Independencia, en la que reclamaban igualdad de derechos en cuanto al matrimonio, la propiedad, los salarios y el voto. Veinte años después de esta convención, se desarrollaron reuniones similares a nivel estatal, y campañas de propaganda a través de giras de lectura, panfletos y petitorios. En 1868 se agregó una enmienda a la Constitución (la Enmienda 14) garantizando el derecho a votar de los negros, pero no de las mujeres. Stanton, Anthony y otras hicieron campaña contra esta enmienda, pero no lograron cambiarla. Se formó una división entre el movimiento de mujeres y el movimiento anti-esclavista.
Mientras tanto, el movimiento obrero también creció, aunque los liderazgos sindicales de entonces no estaban interesados en organizar a las trabajadoras. Sólo la IWW (Trabajadores Industriales del Mundo) apoyó los esfuerzos por organizar a mujeres que trabajaban muchísimas horas por una paga muy baja. Miles lo hacían en la industria del vestido. Anarquistas, socialistas y marxistas, algunas de las cuales eran mujeres, trabajaron con ellas y las organizaron. Allí estaban Emma Goldman, Ela Reevs Bloor, Mother Jones, y Sojourner Thruth. En la década de 1880, las luchas militantes y la represión estaba a la orden del día. Muchas de las líderes del movimiento sufraguista no mostraron interés en la cuestión de la explotación de las trabajadoras y no ayudaron a organizarlas. Hacia finales del siglo y principios del XX, el movimiento de mujeres de la clase obrera se desarrolló rápidamente. El punto más alto fue la huelga de más de 40.000 mujeres de la industria del vestido en 1909. Las socialistas estaban muy activas en Europa y líderes comunistas como Eleanor Marx, Clara Zetkin, Alexandra Kollontay, y Vera Zasulich estaban en la primera línea de la lucha por organizar a las obreras. Miles estaban organizadas y se publicaban sus artículos y magazines. Fue en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras que Clara Zetkin, la comunista alemana y famosa líder del movimiento internacional de las mujeres, inspirada por la lucha de las obreras estadounidenses, propuso el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Para el final del siglo, la situación de las mujeres atravesó muchos cambios en los Estados Unidos. Aunque aún no tenían el derecho a votar, en los campos de la educación, derechos de propiedad y empleo, consiguieron bastantes conquistas. Por eso la demanda por el voto ganó legitimidad. El movimiento tomó un giro más conservador, separando la cuestión de ganar el derecho a votar de otras cuestiones políticas y sociales. Sus principales tácticas eran peticionar y hacer lobby sobre senadores, etc. Sin embargo, en 1914 se reactivó con la entrada de Alice Paul, que introdujo las tácticas militantes de las sufragistas británicas, como los piquetes, huelgas de hambre, sentadas, etc. Gracias a sus campañas activas y tácticas militantes, en 1920 las mujeres conquistaron el derecho al voto en Estados Unidos.
La lucha de las mujeres en Gran Bretaña comenzó más tarde que en Estados Unidos, pero tomó un giro más militante en el comienzo del siglo XX con Emmeline Pankhurst, sus hijas y sus partidarias,