Las corrientes filosóficas en el movimiento feminista. Anuradha Ghandy
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Esta ola de prosperidad y contención duró hasta la década de 1960. El conflicto social con el movimiento por los derechos civiles de los negros ganó terreno y luego emergió el movimiento contra la guerra de Vietnam. Fue un período de gran agitación. La Revolución Cultural que comenzó en China también tuvo su impacto. La actividad política entre los estudiantes universitarios aumentó y es en esta atmósfera de agitación política y social que el movimiento de mujeres emerge una vez más, esta vez proviniendo inicialmente desde el estudiantado. Las mujeres se dieron cuenta de que enfrentaban la discriminación en empleos, salarios y, sobre todo, en el modo en que eran tratadas en la sociedad. La ideología consumista también vino al ataque. A pesar de que Simone de Beauvoir había escrito El Segundo Sexo en 1949, su pleno impacto fue sentido recién en esa época. Betty Friedan había escrito La Mística Femenina en 1963. El libro se hizo extremadamente popular. Ella empezó la Organización Nacional de Mujeres para pelear contra la discriminación que enfrentaban las mujeres y para luchar por la Enmienda de Derechos Iguales. Pero el movimiento autónomo de mujeres (movimiento feminista radical) emergió desde dentro de un movimiento estudiantil con inclinaciones izquierdistas. Estudiantes negros en el Consejo de Coordinación Estudiantil de la No-Violencia (Student Non-Violent Coordination Council, SNCC, el cual hizo campaña por los derechos civiles de los negros), echaron a estudiantes hombres y mujeres blancos de la Convención de Chicago en 1968, con la idea de que sólo los negros pelearían por la liberación negra. De modo similar, ganó terreno la idea de que la liberación de la mujer sería sólo una lucha de mujeres.
En este contexto, mujeres que formaban parte de Estudiantes por una Sociedad Democrática (Students for a Democratic Society, SDS) reclamaron que la liberación de la mujer fuera parte del consejo nacional en su convención de junio de 1968. Pero fueron silbadas y votadas en contra. Muchas de estas mujeres se fueron y formaron el Proyecto de Acción Radical de las Mujeres (Women’s Radical Action Proyect) en Chicago. Mujeres dentro del Congreso de la Universidad Nueva (New University Conference, NUC, un espacio a nivel nacional de estudiantes, profesores y no docentes que querían unos Estados Unidos socialistas) formaron un Comité de Mujeres. Marlene Dixon y Naomi Wisstein, de Chicago, fueron las líderes. Shulamith Firestone y Pamela Allen comenzaron una actividad similar en Nueva York, y formaron Mujeres Radicales de Nueva York (New York Radical Women). Todas ellas rechazaban la visión liberal de que los cambios en las leyes y la igualdad de derechos iban a resolver la opresión de las mujeres, y creían que la estructura entera de la sociedad debía ser transformada. Por eso se llamaban a sí mismas radicales. Vinieron a sostener la idea de que grupos y partidos mixtos (de hombres y mujeres), como el Partido Socialista, la SDS o la Nueva Izquierda no serían capaces de llevar adelante la lucha por la liberación de las mujeres y que un movimiento, autónomo de todos los partidos, era necesario. La primera acción pública de la NYRW fue la protesta contra la competencia por Miss América, que llevó el incipiente movimiento a una prominencia nacional. Un año después, la NYRW se dividió entre las Redstockings y las WITCH3 (Women’s International Terrorist Conspiracy from Hell). Las Redstockings lanzaron su manifiesto en 1969 y en él su posición de un feminismo radical fue presentada por primera vez:
“Nosotros identificamos los agentes de nuestra opresión como hombres. La supremacía masculina es la más vieja, la más básica forma de dominación. Todas las otras formas de explotación y opresión (racismo, capitalismo, imperialismo, etc.) son extensiones de la supremacía masculina: hombres dominando mujeres, unos pocos dominando el resto…”
“La sororidad es poderosa” y “Lo personal es político” se transformaron en slogans que ganaron gran popularidad. Mientras tanto, SDS lanzó su posición en un artículo de Liberación de las Mujeres en diciembre de 1968 que debatido por mujeres desde distintos puntos de vista. Kathy McAfee y Myrna Wood escribieron Pan y Rosas para significar que la lucha no podía ser sólo contra la explotación capitalista (“Pan”) sino también contra la opresión psicológica y social que enfrentaban las mujeres (“Rosas”). Estos debates que se desarrollaron en las diversas revistas que editaban los grupos de mujeres que emergieron en este período fueron tomados seriamente e influenciaron el rumbo y las corrientes del movimiento de mujeres, no sólo en Estados Unidos sino también en otros países. Los grupos tomaron principalmente la forma de pequeños círculos para despertar conciencias y con una estructura no jerárquica. De este modo, emergieron dentro del movimiento de mujeres las corrientes feministas socialistas y las feministas radicales. Ellas tomaron mas cuestiones y aportaron muchos aspectos que hacían a la opresión de las mujeres. Debe notarse que todas ellas fueron siguiendo o al trotskismo o al socialismo cubano.
Durante fines de los ’60 y principios de los ’70, en los Estados Unidos y en Europa Occidental, diferentes grupos tenían diversas miradas de la revolución.
“Había feministas, negros, anarquistas, marxistas-leninistas y otras versiones de políticas revolucionarias, pero la creencia de que de una forma u otra la revolución estaba a la vuelta de la esquina atravesaba transversalmente a todas estas divisiones” (Bárbara Epstein).
Las feministas socialistas (marxistas) y las radicales compartían una visión de la revolución. Durante su primer período el feminismo estaba enganchado con la teoría marxista y conceptos clave como producción, reproducción, conciencia de clase y trabajo. Ambas, socialistas y las radicales, estaban tratando de cambiar la teoría marxista para incorporarle una concepción feminista de la posición de las mujeres. Pero, luego de 1975, hubo un cambio. Los análisis sistémicos del capitalismo y del conjunto de la estructura social fueron reemplazados o reformulados como un feminismo cultural.
El feminismo cultural comienza con el supuesto de que hombres y mujeres son básicamente diferentes. Se focaliza en las características culturales de la opresión patriarcal y principalmente puja por cambios en esta área. A diferencia del feminismo radical o socialista, rechaza firmemente cualquier crítica al capitalismo, enfatiza al patriarcado como la raíz de la opresión de la mujer, y da un giro al separatismo. Entre fines de los ’70 y principios de los ’80, el feminismo lesbiano emergió como una corriente al interior del movimiento. Al mismo tiempo, las “mujeres de color” (mujeres negras o del tercer mundo en países de capitalismo avanzado) levantaron críticas sobre el curso del movimiento feminista y empezaron a articular sus propias versiones del mismo. También comenzaron a crecer organizaciones entre las mujeres de la clase obrera por un tratamiento igualitario en el lugar de trabajo, cuidado de niños, etc. Que el movimiento feminista se había restringido a las mujeres blancas, de clase media y educadas de los países de capitalismo avanzado, se había hecho obvio. Esto dio pie al feminismo global o multicultural. En países del Tercer Mundo los grupos de mujeres también se hicieron activos, pero todas estas cuestiones no eran necesariamente ‘sólo’ de mujeres. La violencia contra las mujeres ha sido un tema fundamental, especialmente las violaciones, pero a su lado también hubo cuestiones que emergieron, como la explotación debido al colonialismo y el neo-colonialismo, pobreza y explotación por terratenientes, problemáticas campesinas, desplazamientos, apartheid y muchos otros problemas que eran