El socialismo y la cuestión obrera. Fernando Martínez López
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No gustaron a La Crónica Meridional, decano de la prensa diaria almeriense, los alardes de concentración de fuerza pública llevadas a cabo por el gobernador civil en determinadas zonas de la capital y la provincia, especialmente los centros mineros y fabriles, pues los consideraba innecesarios dada la escasa organización de los obreros almerienses. En cualquiera caso, la prensa local insistió en que la débil organización de la clase obrera almeriense, su escaso número y sobre todo la falta de trabajo y la miseria generalizada en que se encontraban muchas familias de la provincia imposibilitaban que tuvieran eco las proclamas sociales y fuera exitosa la huelga de los socialistas. En vez de exigir la jornada de ocho horas, la prensa insistirá a lo largo de estos años en que los obreros almerienses deberían pedir trabajo y la puesta en marcha de obras públicas como las del muelle de Levante del Puerto de Almería, las del ferrocarril Almería-Linares o terminar la carretera Almería-Vilches.
Pese a ello, la misma Crónica Meridional reconocía que por aquellos días de abril de 1890 se habían adherido al partido socialista —que aún no tenía agrupación propiamente dicha en la provincia de Almería— muchos trabajadores que no pertenecían a ninguna agrupación e intentarían llevar a cabo alguna reunión el día 4 de mayo. Nada de particular ocurrió el 1º de mayo. El gobernador civil envió refuerzos de Guardia Civil a Adra, Berja, Cuevas y otras poblaciones mineras. Los miedos llegaron al paroxismo en poblaciones como Adra en donde las clases acomodadas cerraron sus casas a cal y canto y sus hombres esperaron la llegada de la revolución social apostados en las terrazas y ventanas de sus casas con escopetas. Rumor totalmente infundado, pero nada extraño dada la tradición anarco-colectivista de los obreros abderitanos. Las autoridades ordenaron el asalto al Centro Obrero que allí había, se detuvo a los líderes obreros y se apoderaron de cuantos documentos quisieron.19
En la capital un grupo de obreros solicitó celebrar una manifestación para el 1º de mayo, pero al pedírseles la instancia correspondiente que exigía la ley, desistieron de sus propósitos al no prestarse ninguno a dar su firma y hacerse responsable. Lo intentaron el día 4, pero el gobernador civil de la provincia, aduciendo incumplimiento de los preceptos de la Ley, no la autorizó y la Guardia Civil tomó las calles de la ciudad para evitar los intentos de movilización. El Socialista denunció la arbitrariedad del gobernador civil al impedir la manifestación de los obreros y señaló que «todas las medidas que adoptara el gobernador civil serían ineficaces para impedir a los trabajadores almerienses pensar del mismo modo que sus demás compañeros de trabajo».20
Las concentraciones de la Guardia Civil y la represión abortaron las manifestaciones de Adra, de la capital y de la zona minera e industrial del Levante almeriense. No obstante, los carpinteros de Almería se declararon en huelga exigiendo la jornada de ocho horas, los mineros del cable del mineral de Garrucha y los mineros de Bédar protagonizaron dos importantes huelgas en los meses de mayo y de junio reivindicando mejoras salariales y la disminución de las horas de trabajo.21
Un año después, a pesar de los rumores previos que aseguraban la huelga general pacífica en la ciudad, el 1º de mayo de 1891 no hubo huelga ni manifestación en la capital. Las medidas cautelares adoptadas por el gobernador civil con presencia de parejas de la Guardia Civil recorriendo las principales calles influyeron en ello. El despliegue informativo realizado por La Crónica Meridional en relación con el 1º de mayo de 1891 se quedó corto respecto al de 1892. En esta ocasión a los numerosos artículos de opinión sobre la «cuestión social» se sumó desde mediados de abril una profusa y permanente información sobre la preparación, manifestaciones y mítines realizados aquel 1º de mayo por parte de las sociedades obreras de los diferentes núcleos industriales de España y de las principales capitales europeas.
Pablo Iglesias ocupó por primera vez las columnas de La Crónica Meridional. El 1º de mayo tenía para el líder obrero un doble objetivo. En primer lugar, alcanzar de los poderes públicos una legislación favorable a los trabajadores sobre todo la jornada de las ocho horas. Y en segundo la educación, organización y unificación de la clase obrera de tal modo que conformara «un inmenso y poderoso ejército, capaz de vencer todos los obstáculos que se opongan al planteamiento del socialismo». La fuerza que habían alcanzado las manifestaciones en 1890 y 1891 le animaba a plantear que los poderes públicos no podían responder con el silencio y añadía que «si la burguesía, dando muestras de no haber perdido la cabeza, atiende sus reclamaciones, el paso de la sociedad burguesa o individualista a la sociedad colectivista o comunista apenas exigirá el empleo de la violencia; si no las atiende, la Revolución obrera no podrá menos de revestir caracteres sangrientos». Terminaba su artículo señalando que de un modo u otro la victoria sería del proletariado.22
Mientras el debate de las ocho horas y el significado del 1º de mayo estaba instalado en la prensa y en los círculos de intelectuales liberal-democráticos, los obreros barrileros de la ciudad de Almería habían vuelto a constituir una sociedad obrera de resistencia, bajo el nombre de La Unión, tenían alquilado un local social en la Calle Real y se disponían a celebrar el 1º de mayo en el marco de las indicaciones que daban los socialistas. Como las autoridades no permitían manifestaciones en la vía pública acordaron engalanar e iluminar la fachada de su domicilio y «celebrar una velada que sirviera a la vez que de conmemoración de la gran fecha, de propaganda socialista y societaria, por estar convencidos de que únicamente por medio de la asociación es como el obrero podría en un día no lejano, conquistar lo que legítimamente le pertenece y que hoy lo detenta la clase explotadora».23
La celebración de la fiesta del trabajo se realizó con una velada que se convirtió en el primer mitin socialista, en el mitin fundacional. Se llevó a cabo el 1º de mayo de 1892 en el Círculo de Obreros de la calle Real —sociedad de barrileros— con la asistencia de más de 400 trabajadores. La descripción de la decoración del exterior e interior de la sede obrera, realizada por el corresponsal de El Socialista, es un magnífico testimonio del papel que pretendían darle a la casa de los obreros en un día tan simbólico para el proletariado pero a su vez era ilustrativo de la preparación del ritual que se iba a celebrar:
La fachada del edificio que esta sociedad ocupa apareció por la mañana vistosamente engalanada, luciendo preciosas colgaduras y destacándose en el centro nuestro estandarte gremial (barrileros). Por la noche una espléndida iluminación a la veneciana contribuyó al embellecimiento de aquella parte de la población. En el interior, el aspecto era imposible de describir: en el sitio de honor y bajo artístico dosel se veía el retrato del inolvidable Marx, y el resto del local estaba engalanado de banderas, gasas, macetas de flores, iluminado todo con una soberbia instalación de gas que hacía resaltar el agradable conjunto que todo ello presentaba.24
En aquel acto intervinieron miembros de la sociedad de barrileros, junto a trabajadores de oficios clásicos como carpinteros, mecánicos, herreros y trabajadores del Puerto25. Los oradores Francisco Godoy, Antonio Serra, José Cruz, Carmelo Castellano, Miguel Cruz, Pedro Ortuño Cruz, Agustín Andrés, Nicolás Escoz, José Zapata, Francisco Álvarez, López Pujaldón y Antonio Vizcaíno darían vida a la primera etapa de la Agrupación Socialista almeriense.
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