El socialismo y la cuestión obrera. Fernando Martínez López

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El socialismo y la cuestión obrera - Fernando Martínez López Historia y Sociedad

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Cámara de Comercio y uno de los principales comerciantes y consignatarios de buques, trabajó para él gran parte de su vida al tiempo que dedicaba parte de su tiempo libre a la sociedad de barrileros y a la lectura. Su taller fue una cantera de militantes socialistas. Sus charlas con Rafael Salinas en los años que estuvo en Almería le situaron en las ideas del socialismo. El maestro barrilero Godoy sería a partir de estos años uno de los más firmes bastiones de las ideas socialistas en Almería. Rafael Salinas transmitió esa opinión a la dirección del Partido Socialista y el mismo Pablo Iglesias lo confirma en sus cartas a Francisco Godoy cuando le dice: «Le he tenido a usted y le tengo —y no es adulación, porque yo no sé adular— por el hombre de más capacidad que hay en esa Agrupación, por uno de los más formales […] Desde que le traté formé de usted un excelente juicio, que después no he variado».46

      Los ochenta y noventa fueron los años en que Godoy dedicó más tiempo a la sociedad de barrileros y sobre todo a la puesta en marcha de la Agrupación Socialista. Ocupó la presidencia del Comité sólo el primer año de vida de la Agrupación, pero siguió siendo uno de los referentes del socialismo almeriense hasta su muerte. Con el prestigio que adquirió como maestro barrilero y como hombre de ideas firmes logró acercar al partido a profesores republicanos como Tomás Alonso, que se convirtió en uno de los hombres claves de Partido Socialista. Su capacidad económica le permitió participar en la mayoría de las colectas de solidaridad con huelguistas que se planteaban desde El Socialista, al que estaba suscrito, y cuando la Agrupación decidió llevar a cabo campañas de propaganda para irradiar el socialismo en los pueblos cercanos a Almería siempre contó con el modesto apoyo económico de Godoy.47

      6. TRAS UNOS INICIOS DIFÍCILES, LA AGRUPACIÓN SE CONSOLIDA DURANTE EL FIN DE SIGLO

      Los primeros años de la Agrupación tuvieron sus dificultades. Tras la actividad inicial del primer año, la Agrupación pasó a ser presidida por Mariano Pérez Tejada48 pero cayó en una fuerte inestabilidad, algo que fue común a muchas agrupaciones en los inicios del Partido Socialista. Pablo Iglesias en una carta dirigida a Francisco Godoy en octubre de 1893, un año después de haberse constituido la Agrupación, le formulaba diferentes preguntas sobre la situación del partido y de las sociedades: «¿Es que los hombres que hay convencidos han desmayado? ¿Es que han experimentado ustedes alguna decepción de importancia? ¿Es que la armonía entre los correligionarios y compañeros de ésa se ha hecho trizas? Sentiría mucho que alguna de esas cosas hubiera sucedido».49

      Pablo Iglesias basaba sus interrogantes en las noticias que le llegaban de Almería: los paquetes del semanario El Socialista estaban en la sede del Centro Obrero sin abrir, las Sociedades Obreras de Panaderos, Pintores, Canteros y más tarde la de albañiles se habían desorganizado y la Agrupación Socialista pasaba por un mal momento porque «sólo había once compañeros que pagaban las cuotas». A la debilidad de la Agrupación contribuyó la difícil situación y escasez de trabajo por la que pasaban los obreros almerienses y especialmente algunos oficios como los barrileros debido a la caída en picado de la construcción de barriles como consecuencia de la crisis de la exportación de uva, fruto de la invasión de la filoxera que atacó duramente a los parrales almerienses en los primeros años de los noventa. No faltaron tampoco las desconfianzas internas en los primeros momentos entre los dirigentes socialistas almerienses que Pablo Iglesias zanjó otorgando toda la confianza a Francisco Godoy.

      Durante los años 1894 y 1895 la Agrupación logró mantenerse con un pequeño grupo de militantes en la ciudad. La agudización de la crisis de trabajo por la que atravesaba la ciudad —el Ayuntamiento calculaba unos seis mil obreros en paro50 en abril de 1894— hizo mella en el movimiento societario y repercutió en la disolución de las sociedades de albañiles, pintores, panaderos y canteros. La escasez de trabajo fue aguda hasta 1899 y ello afectó al mantenimiento de las sociedades obreras y debilitó a la propia organización socialista.

      En aquellos momentos difíciles el nuevo Comité elegido a finales de 1894 trató de fortalecer ideológicamente la militancia creando los llamados Círculos Socialistas. La venta semanal de El Socialista alcanzó el centenar en los primeros meses de 1895. Pese a ello, el movimiento socialista entró en una profunda crisis cuyo exponente más significativo fue la práctica inactividad de la Agrupación y del Centro Obrero a finales de 1895 y primeros meses de 1896. La Agrupación se disolvió en el último trimestre de 1895 aunque quedaban media docena de suscriptores de El Socialista, que además «aportaban su óbolo a las distintas colectas del partido».

      La trayectoria de una intensa vida societaria durante el primer quinquenio de los noventa era difícil que se perdiera pese a las dificultades coyunturales por las que atravesaba. Había dejado un universo de mitos, rituales, símbolos y solidaridades que de alguna manera estaban forjando la identidad obrera en la ciudad. Y sobre todo había forjado un grupo de trabajadores conscientes de que la emancipación de la clase obrera necesitaba de la organización. Por ello no tardaron mucho tiempo en restablecer la Agrupación Socialista. En octubre de 1896 renació con nuevos bríos. Al frente del Comité volvía a estar Mariano Pérez Tejada con el barrilero Juan Ruescas, Nicolás Escoz, Diego Salmerón, Rafael Castillo, y aparecía de nuevo en el comité el barbero Antonio Hernández Clemente51, verdadero entusiasta y propagandista del socialismo. En esta ocasión no sólo había hombres, contaron para relanzar la Agrupación y las sociedades obreras con «una excelente correligionaria, Dolores Guerrero Baeza, que se proponía difundir los principios socialistas entre las trabajadoras».52 Contaron a su vez con un nuevo espacio de sociabilidad, la barbería de la Almedina.

      Superada la crisis, la Agrupación inició un tímido relanzamiento que alcanzó su mayor consolidación entre 1897 y 1903. El número de militantes osciló entre los 30 y 50 cotizantes. La Agrupación socialista se convirtió en referente de los trabajadores y de sectores radicales del republicanismo local. Las sociedades de socorros mutuos vinculadas con los republicanos desaparecieron a la par que los socialistas potenciaban las sociedades de resistencia. Algunos dirigentes republicanos, vinculados al federalismo y a la Unión Republicana Revolucionaria local, como Tomás Alonso y Antonio Marín Durán, ingresaron en las filas socialistas hartos de la ambigüedad e incapacidad del republicanismo de aquel momento. Su ingreso contribuyó al relanzamiento del socialismo, pero sobre todo a la potenciación de las sociedades de resistencia.

      La práctica política y societaria de los socialistas almerienses entre 1897 y 1903 se caracteriza por los siguientes aspectos: consolidación del núcleo de la capital, crítica a la guerra colonial, potenciación de la celebración de los primeros de mayo, insistencia en desmarcarse de los republicanos almerienses, participación a título testimonial en las elecciones a diputados en Cortes por la circunscripción de Almería, y sobre todo la potenciación y dirección del movimiento societario de resistencia, cuyo máximo exponente fue la creación de la Federación Local de Sociedades Obreras en 1899.

      A lo largo de estos años se puede observar una clara subordinación de la acción política a la acción societaria. A pesar de que participan en las elecciones a diputados en Cortes o es la única fuerza política que se muestra crítica con la guerra colonial, la auténtica preocupación de los socialistas durante estos años fue organizar a la clase obrera para la mejora de sus condiciones de trabajo.

      La renovación y reorganización de la Agrupación en febrero y abril de 1897, que situaron como presidentes del partido a Mariano Pérez Tejada y a Juan Ruescas respectivamente, empezó a dar resultado. A pesar de que el gobernador civil, Antonio Gálvez González, prohibió a los socialistas la publicación de una hoja invitando a los obreros a celebrar la fiesta del trabajo el 1º de mayo, se leyó «con gran avidez el manifiesto publicado en un extraordinario de El Socialista» y el mitin contó con una gran asistencia en un momento en que la crisis de trabajo y la miseria eran «atroces». Aquel 1º de mayo el grito unánime en el mitin obrero fue «¡Pan y trabajo!». A fines del año, el semanario obrero madrileño daba a conocer un aumento considerable de afiliados.53 Se inició de este modo el proceso de

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