Gabriela de Laperrière de Coni. Graciela Tejero Coni
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Febrero 2016
A modo de prólogo
Graciela Tejero Coni
Mi relación con Gabriela, luchadora negada por la historia y su familia
He demorado mucho en escribir sobre Gabriela, casi tantos años como los que viví sin saber de su existencia. Supe de ella a mis 20 años leyendo Los marxistas argentinos del 901 y hasta entonces no había oído mencionar su nombre.
Sí, en la familia, se hablaba de la Imprenta Coni y de algunos encumbrados personajes familiares, motores del “progreso industrialista” de fin del XIX.2 Así fue que descubrí muy de a poco las facetas “ocultadas” de una de las pioneras del “feminismo clasista” en el Río de La Plata y las contradicciones que atravesaban su vida.
Recuerdo tres hechos que incentivaron mi interés por aquella tía bisabuela de la que tan poco hablaba la historia y mi familia: el primero, en 1984 cuando recibí una carta del presidente Raúl Alfonsín, que en campaña de cara a la consulta popular por el litigio con Chile por el Canal del Beagle, invitaba a la apertura del Centro de Salud del Barrio Piedrabuena de la Ciudad de Buenos Aires con el nombre de Gabriela de Laperrière de Coni; esa acción reconocía sus esfuerzos por la paz con la hermana República de Chile en 19013, paz entre los pueblos que las dictaduras de Videla y Pinochet volvieron a poner en riesgo. El segundo, fue en 1985 en ocasión del cumpleaños 100 de Alicia Moreau de Justo al que fui invitada4, allí en los salones del emblemático Unione e Benevolenza conversé con muchos/as de las socialistas presentes, quienes decían no conocer o preferían no (recordar) las circunstancias que llevaron a Juan B. Justo a proponer en 1904 la separación de Gabriela del Comité Ejecutivo5 por cuestionar la línea “reformista parlamentaria” que éste impulsaba. Y el tercero fue en 1990 al tener un encuentro fugaz con María del Carmen Feijoó en un taller del V Encuentro Nacional de Mujeres en Río Hondo, Santiago del Estero y, constatar que esta socióloga con largo y bien distinguido recorrido en la investigación sobre la vida y obra de nuestro personaje6, no podía acceder a la Gabriela más íntima, oculta en la telaraña tejida por los hilos de revanchismos políticos, recelos familiares y prejuicios anti-feministas. Estos hechos, junto a otras tantas prácticas militantes propias y lecturas7 marcaron una profunda empatía con mi antepasada, que por remota y oculta, no impidió una clara identificación en tanto militante política (con o sin pertenencia partidaria) y feminista.
Sus diferencias con la línea del Partido Socialista, más la consolidación del Estado oligárquico terrateniente, fueron motivo para negar su existencia y silenciar su voz. En la familia, las contradicciones ideológicas con su suegro y algunos de sus cuñados y, la libertad de espíritu y acción para ser fiel a sus sentimientos al enamorarse y tener un hijo con Emilio Ramón Coni siendo aún Mme. Menjou, le valieron el ocultamiento.
Muchos de sus trabajos dejaron de circular y recién en la década del ‘60 se rescató su lucha. Es a través de críticas literarias, de comentarios periodísticos y de la investigación académica primero, y feminista después, que se conocen sus rigurosos estudios sobre las condiciones de trabajo de mujeres y niños de principios del siglo XX. Y, aunque muchos de sus escritos se creían perdidos por completo, iniciamos su rescate comprometiéndonos a su divulgación.
Es significativo de su ocultamiento la anécdota de nuestra historia urbana en referencia al recorrido que sufrió la nomenclatura callejera con su nombre: en 1933 se lo impuso a una calle del barrio Paternal (entre Tres Arroyos y Juan B. Justo) pero en 1937 lo perdió8, igual suerte corrió la denominación de la Colonia de Vacaciones del Parque Saavedra. Gabriela debió esperar hasta el año 2010 para asomarse al barrio de Puerto Madero con calles que reconocen a mujeres luchadoras de nuestra historia, allí fue recordada con la imposición de su nombre a los canteros centrales de la Avenida Elvira Rawson de Dellepiane, humilde homenaje que, hasta la fecha, el público desconoce pues no hay ninguna señalización municipal que así lo indique9.
Es gracias al impulso de la Dra. Andrea Oliva, quien publicara Trabajo Social y lucha de clases10 (2007) que se estrechó entre nosotras, desde entonces, un vínculo de confianza intelectual y afectiva. Ella no desconfió de mis vínculos parentales ni temió a la ridícula e inconfesable rivalidad -muy frecuente en las relaciones académicas-, por lo que agradezco su grandeza que potenció la labor compartida en este proyecto de investigación y reivindicación de Gabriela de Laperrière de Coni que se inicia con esta edición.
Andrea y yo desarrollaremos sus circunstancias de vida; daremos referencias de las grandes mujeres que influyeron en su ideario feminista; bucearemos en la profundidad de sus preocupaciones por la infancia y la política pública; aprenderemos de sus estudios socioambientales la modalidad pionera del verdadero trabajo social, y todo ello lo haremos cada una con estilo propio pero con un objetivo común: dar las razones que permitan advertir la dimensión de Gabriela, no en su singularidad, sino como emergente destacada del enorme colectivo de mujeres que hicieron y hacen su historia, junto al pueblo.
Se suma, a esta semblanza, el valioso aporte de Lydie Delmas-Bur, Co-presidenta de la Maison des Femmes de Burdeos, a quien agradecemos su genuino interés en nuestra investigación y su colaboración en el capítulo III.
Completamos la edición, con los ocho cuentos de Gabriela editados en francés en 1892 bajo el seudónimo de Miriam, por la Revista Higiene Infantil, órgano del Patronato de la Infancia, que nos permitirán reconocer el tránsito del romanticismo al realismo militante que tiñe su literatura. Esta edición se realza con ilustraciones contemporáneas de prestigiosas/os artistas generosamente comprometidas/os con el proyecto de rescate heurístico.
Agradecemos, muy especialmente, la colaboración de la curadora del Museo de la Mujer, Irene Jaievsky, por la coordinación artística de los/as ilustradoras, a Sandra González Altea por la traducción y a Giulia Foschia por su ayuda en la revisión y, a Daiana Galli, Rocío González y Florencia Martínez integrantes del Programa de Voluntariado del museo por su dedicación en el trabajo de búsqueda de fuentes primarias.
1 Razter, José, Los marxistas argentinos del 90, Córdoba, Pasado y Presente.1969.
2 El primer antecedente histórico de la Unión Industrial Argentina (UIA) tiene una fecha precisa: 29 de agosto de 1875 cuando en Buenos Aires se funda el Club Industrial Argentino, que para 1878 era presidido por Pablo Coni.
3 Llamamiento en Chile y Argentina a formar la Liga Americana de Mujeres para la paz y el progreso en el año 1901. Ver Capítulo IV.
4 Integraba la delegación que representó a la entonces Multisectorial de la Mujer junto a Margarita Bellotti, Marta Fontenla y Elsa Cola Arena.
5 VI Congreso del PS en Rosario, no obstante en 1905 se votó renovar a los miembros del Comité Ejecutivo de PS nombrando a G. de Laperrière de Coni, Julio Arraga, Emilio Troise y Aquiles Lorenzo, quienes decidieron no aceptar y finalmente en 1906 son expulsados y crearon la Agrupación Socialista Sindicalista, conocida como corriente del “sindicalismo revolucionario”. En el VII Congreso del PS en Junín se votó la declaración propuesta por Repetto “invitando a los sindicalistas a retirarse del Partido”. Véase Oddone, Jacinto; Historia del socialismo argentino, Buenos Aires, CEAL, 1983.