Breve historia de la Arqueología. Brian Fagan

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Breve historia de la Arqueología - Brian Fagan Yale Little Histories

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a menudo partían en el «Grand Tour» a las tierras del Mediterráneo. Volvían cargados con obras de arte romanas y, a veces, griegas. Los terratenientes que se quedaban en sus casas comenzaron a hacer excavaciones en los montículos de sus propiedades. Al regreso de sus expediciones, podían exhibir orgullosamente sus «bastas reliquias de dos mil años». Los excavadores eran aficionados, gente sin ninguna formación en arqueología; sus ancestros eran anticuarios, como John Aubrey, que había indagado sobre Stonehenge.

      La arqueología nació hace unos doscientos cincuenta años en una época en la que la mayoría de la gente creía en la creación bíblica. Las excavaciones arqueológicas a gran escala comenzaron cuando el diplomático francés Paul-Émile Botta y el viajero inglés Austen Henry Layard se dedicaron a la búsqueda de la ciudad bíblica de Nínive, que finalmente hallaron al norte de la actual Mosul, en Irak. Layard no era experto en excavaciones. Abrió túneles en los grandes montículos de Nínive y siguió la ruta de los muros tallados en el palacio del rey asirio Senaquerib, a lo largo de las profundidades subterráneas, en busca de hallazgos espectaculares para el Museo Británico. Incluso descubrió los surcos que dejaron las ruedas de los carros en las losas frente a las puertas del palacio.

      Layard, John Lloyd Stephens, Heinrich Schliemann y muchos otros fueron destacados aficionados que descubrieron las civilizaciones más tempranas del mundo, descritas en los capítulos siguientes. Hubo otros aficionados que también indagaron sobre las hachas de piedra, los huesos de animales extintos y los cráneos de apariencia primitiva de los neandertales. Demostraron que el pasado humano se extendía mucho más allá de seis mil años (la cifra que la Iglesia cristiana había calculado a partir de de la Biblia, véase capítulo 7). Hasta finales del siglo XIX, los arqueólogos eran prácticamente desconocidos y, de hecho, la cantidad de arqueólogos profesionales alrededor del mundo era solo unos cientos, hasta unos años antes de la Segunda Guerra Mundial.

      La arqueología gira en torno a las vidas humanas. Ningún otro hallazgo lo ha demostrado de mejor manera que la famosa apertura de la tumba del faraón egipcio Tutankamón, realizada por lord Carnarvon y Howard Carter en 1922. El meticuloso examen que llevó a cabo Carter de la tumba ofreció el retrato único de un hombre joven que vivió tres mil años atrás. Le costó ocho años completar el trabajo y murió antes de publicarlo. Desde entonces, los expertos han estudiado la vida de este casi desconocido faraón.

      Una historia mucho más humilde de un despeje de arena proviene de Meer, Bélgica, donde un grupo de cazadores acampó en el año 7000 a.C. Uno de los individuos se dirigió a una roca, se sentó y, con un trozo de sílex que él (o ella) traía consigo, elaboró algunas herramientas de piedra. Luego, un segundo individuo se unió a quien trabajaba la piedra y también hizo herramientas. El arqueólogo belga Daniel Cahen reunió cuidadosamente los residuos de la labor. La dirección de los golpes del martillo reveló un detalle muy íntimo: ¡el segundo trabajador era zurdo!

      La arqueología moderna y científica no trata solo de encontrar yacimientos y excavar. Se desarrolla lo mismo en el campo que en el laboratorio. Nos hemos convertido en detectives que se basan en todo tipo de pistas minúsculas provenientes de muchas fuentes, con frecuencia muy inesperadas, para estudiar a la gente del pasado, ya sea un solo individuo, como un faraón egipcio, o una comunidad entera.

      Como veremos, la arqueología comenzó en Europa y el mundo Mediterráneo. Ahora se ha vuelto una empresa global. Hay arqueólogos trabajando en África y Mongolia, la Patagonia y Australia. Las excavaciones rudimentarias de un siglo atrás se han convertido en procesos muy controlados y cuidadosamente planeados. Actualmente, no nos concentramos solo en un sitio individual, sino en paisajes antiguos enteros. Delegamos mucho en sistemas de teledetección por medio de láser, imágenes captadas por satélite y radares que penetran en el suelo para encontrar asentamientos y planear una excavación muy delimitada. Retiramos menos tierra en un mes de la que se movía en un solo día en la época de las primeras excavaciones. En colaboración con investigadores profesionales en Inglaterra, los arqueólogos aficionados han hecho descubrimientos notables gracias a los detectores de metal. Por ejemplo, un tesoro de 3.500 piezas de oro y plata anglosajonas que se halló en Staffordshire, en Inglaterra central, y que data del año 700 d.C. Esto es la arqueología moderna y científica, que investiga y excava en busca de información, no riquezas.

      ¿Por qué es importante la arqueología? Es la única manera que tenemos de estudiar los cambios en las sociedades humanas a lo largo de prolongados períodos de tiempo, durante cientos y miles de años. Le agregamos detalles fascinantes a la historia escrita, como el hallazgo del basurero de una fábrica de salsa del siglo XIX, descubierto durante un trabajo de excavación en el centro de Londres. Pero la mayor parte de nuestro estudio está centrado en la historia humana antes de la escritura de la historia; es decir, la Prehistoria. Los arqueólogos están descubriendo el pasado de las sociedades africanas que florecieron antes de que los europeos llegaran. Estamos rastreando las primeras poblaciones de las islas remotas del Pacífico y estudiando el primer asentamiento de América. En algunos países, como Kenia, estamos escribiendo con pala las historias nacionales hasta entonces sin registro.

      La arqueología nos define, sobre todo, como seres humanos. Revela nuestra ascendencia común en África y muestra las maneras en las que somos diferentes y similares. Estudiamos a gente de todas partes y en toda su fascinante diversidad. La arqueología es la gente.

      El desarrollo de la arqueología es uno de los grandes triunfos de la investigación de los siglos XIX y XX. Cuando nuestra historia comenzó, todo el mundo suponía que la humanidad había estado en la Tierra solo seis mil años. Ahora, la escala temporal es de tres millones de años, y seguimos contando. Pero a pesar de toda la investigación formal que existe, aún nos maravillamos ante descubrimientos arqueológicos asombrosos y a menudo inesperados, que reviven el pasado: los guerreros de terracota del emperador chino Qin Shihuangdi descubiertos durante la perforación de un pozo (véase capítulo 31); una ciudad de tres mil años de antigüedad en el este de Inglaterra, destruida tan rápidamente por el fuego que un plato sin comer sobrevivió dentro de una olla (véase capítulo 40); o descubrir que hace dos millones de años algunos humanos eran zurdos. Estos son los descubrimientos que nos aceleran el pulso. Y cada día hay nuevos hallazgos.

      Ahora, todos los actores están sobre el escenario, ya está a punto de levantarse el telón. ¡Que comience la función de la Historia!

      2

      BURROS Y FARAONES

      Tendemos a olvidar que hace doscientos años Egipto era un país lejano del que se sabía muy poco. Hoy en día, todo el mundo está familiarizado con los faraones, sus tumbas y sus pirámides. En 1798, cuando el general francés Napoleón Bonaparte llegó al río Nilo, fue como si visitara un planeta completamente diferente. Egipto estaba muy lejos de los caminos trazados. Era una provincia del Imperio Otomano (turco) que tenía su base en Constantinopla (ahora Estambul); era un país islámico y de difícil acceso.

      Algunos visitantes europeos llegaron a curiosear por los mercados bulliciosos de El Cairo o avistaron las pirámides de Guiza. Unos cuantos viajeros franceses recorrieron las extensiones del Nilo (de hecho, tengo un mapa muy preciso de Egipto que dibujó Robert de Vaugondy, un geógrafo real francés, en 1753). Algunos otros compraban polvo hecho con antiguas momias egipcias, a las que incluso el rey de Francia atribuía poderosas propiedades medicinales. Algunas esculturas egipcias antiguas arribaron a Europa y suscitaron un gran entusiasmo.

      Nadie sabía nada sobre el antiguo Egipto y sus monumentos espectaculares, a pesar de que desde tiempos antiguos se consideraba el centro de una civilización temprana. Algunos diplomáticos se percataron de que se podían obtener ganancias de estas exóticas obras de arte,

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