Conversaciones Con Mi Abuela Materna. Dr. Juan Moisés De La Serna

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Conversaciones Con Mi Abuela Materna - Dr. Juan Moisés De La Serna

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sido mi primera y única casa, desde que salí de vivir con mis padres y me casé. Aquí he tenido a uno de mis hijos en un improvisado paritorio, cuando por efectos de una reacción al estrés, de los problemas económicos que por aquel entonces sufríamos, se me adelantó el momento del alumbramiento.

      Aquí se produjo la pedida de mano de mi segundo hijo, cuando estábamos celebrando su cumpleaños y para sorpresa de todos se arrodilló y se lo pidió a la que era su novia desde hacía tres años.

      Habré pasado por este mismo pasillo tantas y tantas veces, cada día de mi vida, por lo menos un par, lo que me permite no chocar con el mobiliario el cual ha ido cambiando poco, a medida que el tiempo hacía mella en ellos.

      Llegando a la cama, me senté en el borde recordando lo emotivo que ha sido el día de hoy para mí, no sólo por haberse reunido toda la familia, pues hacía años que no lo conseguía, sino porque por fin he conocido a la última incorporación, mi nuevo bisnieto.

      Debido a su corta edad la madre, mi nieta, había decidido que no realizase ningún desplazamiento hasta ese día. Era su primer viaje y también la primera vez que le veía, era una cosita tan pequeña, tal y como mis hijos habían sido y míralos ahora, estaban hechos hombres de provecho.

      Además, y en ésta ocasión, había vuelto a comer pastel, eran ya algunos años que llevaba sin probarlo, desde aquella vez que tuve una subida de azúcar y me prohibieron que lo comiese.

      Pero era un día especial y todo era alegría y jolgorio entre mis hijos, sus esposas, mis nietos y bisnietos.

      Todos habían traído un regalo, por pequeño que fuese, eran objetos sin ninguna importancia para mí, pues tenía todo lo que necesitaba, que cada vez era menos.

      Lo que era realmente importante para mí es que se hubiesen acordado de la fecha de mi cumpleaños y que hubiesen decidido dejar de lado sus obligaciones diarias para hacer un hueco y compartir éste momento conmigo.

      Era mucha la emoción que había vivido ese día, extrañamente me sentía bien, aunque muy cansada.

      Estaba como nerviosa por todo el jolgorio que se había montado en mi pequeño pero acogedor salón, ahora todos estaban acostados, ya que se habían quedado en la casa porque habíamos estado hasta tarde celebrando mi cumpleaños.

      Llegando a la cama y a pesar de que había tenido antes dificultades en dormir, me acosté, cerré los ojos y me quedé dormida.

      >>>>>>>LA CONFERENCIA<<<<<<<

      En ese momento el conferenciante se quedó en silencio y así permaneció por un momento, mirando a mi alrededor pude observar cómo a alguno de los asistentes se le soltó una lágrima, supongo que habría conocido un caso similar y de ahí que hubiese empatizado con la situación descrita.

      El conferenciante que durante el tiempo que había permanecido callado se había sentado, se levantó y continuó con aquella emotiva charla:

      ―Hasta aquí el que puede ser el relato de los últimos tiempos de una persona, pero ¿qué hay más allá? ¿qué sucede después? ¿y si algún familiar que ha dejado el cuerpo físico pudiese regresar a comunicarse con nosotros? ¿y si nuestra abuela materna quisiese ayudarnos?

      Otra vez hizo un silencio forzado, como esperando a ver la reacción del público el cual permanecía inmóvil atento a cada gesto del conferenciante, casi hipnotizado por sus palabras.

      ―Esto es posible y en el curso de fin de semana se te va a enseñar cómo hacerlo, si éstas dispuesto para ello, únicamente debes de creer.

      >>>>>>>LA NIETA<<<<<<<

      Ahora me dicen que puedo comunicarme con mi abuela materna, la verdad es que no sé cómo hacerlo ni si será útil para mí. Ella era de otra época, en la que no había todos los avances tecnológicos de ahora. Además, vivía con sus tiempos, con la mentalidad de aquellos años, muy alejados de los míos actuales, ¿cómo me va a aconsejar? ¿y sobre qué?, todo lo que me puede decir estará anticuado. Sólo pensar que le pida consejo para elegir vestuario me produce risa, no me imagino volviendo a vestir aquellos trajes anticuados y pasados de moda que se usaban entonces, además, tuvimos nuestras diferencias, pues era muy exigente con mi madre y eso lo he vivido desde pequeña.

      Al principio no le daba importancia y lo veía normal, pero a medida que fui creciendo iba viendo que no era bueno para mi madre y hasta tuve que enfrentarme varias veces con ella para frenar ese trato que consideraba inapropiado entre adultos.

      Nuestra relación no ha sido siempre buena, es más, tal es así que me enteré de su muerte a las pocas semanas de producirse, pues estaba de viaje de trabajo y hasta que no regresé nadie me dijo nada.

      Ni siquiera me dio tiempo a despedirme para decirla cuánto la quería y sobre todo para pedirla disculpas.

      Con el tiempo me he dado cuenta que las personas van cambiando a medida que pasan los años, así van adoptando posturas más inflexibles que les da seguridad a ellas y así hablan desde la experiencia de los años y corrigen sobre todo a sus hijos como si estos no supiesen suficientemente lo que han de hacer con su vida en cada momento.

      Esto es lo que pienso ante aquella posibilidad de hablar con mi abuela materna que comenta el conferencista y además, ¿por qué con ella? ¿por qué no lo puedo hacer con mi abuela paterna?, con la que sí que me llevaba bien.

      Aún me acuerdo cuando iban mis hermanos y yo misma a verla a su casa en que todo era una fiesta llena de risas, es con la que me he llevado mejor de las dos, ¿por qué no puedo hablar con ella? ¿o por qué no con alguno de mis dos abuelos?

      No lo veo justo, quizás me puede proporcionar igual o más información alguno de mis dos abuelos que mi abuela materna, al fin y al cabo ellos han sido los que han tenido que resolver los problemas de trabajo y de dinero cuando se han presentado, ¿y quién mejor para ayudarme y aconsejarme que alguien que durante su vida ha resuelto muchos problemas?

      Además, parto de la posibilidad de que puedo hablar con mi abuela materna, tal y como indica el conferenciante, pero ¿cómo va a ser eso?, ella está muerta y enterrada, tal y como fue su voluntad.

      Ahora no sabría casi cómo era su rostro, apenas la recuerdo vagamente, quizás si la viese en fotos me sería más fácil visualizarla.

      Pero ¿cómo era? ¿qué decía? ¿cómo se expresaba?, todo eso ya pertenece al pasado, apenas puedo recuperar trazos de memoria de episodios compartidos con ella, pero lo que sí recuerdo bien, son aquellos momentos de felicidad mutua y otros en que reñimos.

      Recuerdo sobre todo las sensaciones de esos momentos, aunque no tengo tan claro el motivo por el que se produjeron, y por cierto, ¿para qué necesito ayuda? ¿y en qué?

      Mi vida está bien, cierto que no es perfecta y que podría ser mejor, pero ahora mismo no tengo grandes problemas para necesitar que alguien me venga a ayudar.

      Quizás pueda comunicarme, no lo sé, pero ahora no tengo necesidad. Además, no sé qué sacaría con ello, quizás se trate de un esfuerzo por mi parte del que no obtendré ningún beneficio o si lo hay no sé si será bueno o no para mí.

      Todas estas y otras cuestiones más me estaba planteando a medida que el conferenciante hablaba

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