El Acontecer. Metafísica. Antonio Gallo Armosino S J

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El Acontecer. Metafísica - Antonio Gallo Armosino S J monografías

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el dualismo tradicional demasiado rígido y artificial entre el alma y el cuerpo, la materia y la forma, la esencia y los accidentes. Según la visión tradicional, este dualismo domina toda la metafísica:

      1 Lo accidental se percibe con la sensación.

      2 Lo sustancial se percibe con la mente.

      La separación entre:

       Experiencia = cuerpo espacio-temporal; por ejemplo: un «carro».

       Pensamiento = alma-mente intemporal, inmaterial; por ejemplo, un «conductor».

      Es una separación que tiene su origen en Aristóteles (loc. cit.), quien separa lo sensible como accidental de lo inteligible, con estas características:

      1 Accidentes: individuales, concretos, dependientes, imágenes, variables.

      2 Sustancias: abstractas, generales, universales, inde-pendientes, conceptos, contenidos, nociones.

[ Accidentes (formas sensibles) ]----versus ----[ Sustancias (formas inteligibles) ]
se perciben con los sentidos(ruptura)se perciben con la mente

      1. Análisis escolástico

      Para Aristóteles, los accidentes son sensibles, pero no inteligibles. Las sustancias, al contrario, son inteligibles, pero no sensibles:

      1 Los objetos sensibles son individuales y, por tanto, ajenos a la ciencia (que es de principios generales).

      2 Los objetos inteligibles son generales. Con ellos, las ciencias formulan sus principios.

      Esta división de la experiencia es criticada por Hegel (Enciclopedia de la ciencia filosófica, 1990), la cual privilegia el objeto ante un sujeto; es como si lo esencial fuera a estar en lo inmediato. La experiencia es puesta por encima de la conciencia, que es puesta como no esencial, como «mediada». Por tanto no es «en sí», sino por medio de «otro». Según Hegel, en la observación de la naturaleza primitiva, el ser sensible desaparece; los momentos de su relación son puras abstracciones, incluso los conceptos simples (que deberían estar unidos con el «ser en sí» de las cosas). Este «ser allí» se pierde en su individualidad, de modo que el «momento» se muestra como puro movimiento, como universal. Si uno (un yo), como un ser para mí, se enfrenta con lo universal o con la esencia negativa, se le sustrae y permanece libre «para sí». Entonces, el «concepto» puede ser realizado solo en el modo de la singularidad absoluta. No encuentra en la naturaleza orgánica su verdadera expresión, de un «ser allí» como universal. Permanece como algo que le es exterior. Zubiri (Inteligencia sentiente, 1983, p. 87) le responde a Hegel (loc. cit., p. 91) en cuanto al acto experimental, que es aprehensión:

      1 Aprehendemos la «realidad de lo real» (el ser real)

      2 «Impresivamente», es decir, se imprime con aprehensión directa y no mediante representaciones.

      En efecto: es inmediata y no en virtud de otros actos, no con razonamiento; es unitaria: se aprehende como unidad, el carácter de lo real. Sin embargo, posee variedad de contenidos y esta variedad se aprende unitariamente, como una «formalidad», una forma indivisa. Corresponde a lo llamado prepredicativo: algo dado en el acto. Nos sitúa, a mí y a nosotros, «yo otro», en la realidad, en la vida real. Toda otra realidad o aprehensión subsiguiente se funda «constitutivamente» en esta aprehensión primordial y la implica «formalmente» en la unidad de forma.

      Si observamos las dos listas de palabras –a) y b)–, vemos que son análogas, pero en clave diferente, y nunca podría unificarse una serie con la otra, lo que significa una ruptura, una imposibilidad de conexión entre dos mundos. Al contrario, un «acto» de experiencia (es decir, mi experiencia personal), que de repente es golpeado por la presencia de un objeto (una luz que se prende; un ruido que crispa los nervios, una palabra que vuela por el aire, por ejemplo) es una unidad indivisible dentro del flujo particular y continuo de la vida. Por ejemplo: ¡veo un libro!, el cual es producto de una separación de este objeto en el flujo y una parte de lo que el flujo nos trasmite. Entonces, para mí, ver el libro es un «acto», una unidad separada, determinada por esta experiencia singular. Imaginemos que cerca de este libro, veo en mi escritorio una bola de cera: es un cirio esférico: es una esfera. Si hacemos un análisis desde los conceptos aristotélicos, obtendremos los resultados siguientes:

      Figura 1

Figura 1

      Es una bola de cera, su forma es esférica (forma accidental = accidente): si la aplasto en un molde y toma forma cúbica, entonces es un cubo. La puedo calentar y se convertirá en vapor: el mismo objeto (sustancia) asume una nueva forma accidental.

      No estoy seguro de si se trata todavía de cera; lo que sí es cierto es su existir actual. Lo coloco en el flujo continuo y su variación: también «es». Pequeñas o grandes variaciones se dan siempre en el existir. Evidentemente puede observarse la continuidad, o la discontinuidad en el existir, la identidad y la diferencia.

      Los accidentes pueden cambiar, poco a poco; por ejemplo: la bola de cera a cubo de cera, a bola de cera, a cera quemada (licuada o vapor). Puede que sea cera o un trozo de leña o un vaso de agua: el humo de la candela ya no es cera, el humo de la madera ya no es leña, el vapor del agua ya no es agua... ¿a dónde se han ido las sustancias?

      La sustancia «permanece», hasta cierto grado de resistencia y, entonces, cesa. ¿Se cambia de sustancia?, ¿la antigua sustancia es sustituida por otra?, ¿o simplemente desaparece? Accidentes y sustancias indican dos modos de ser, dos términos incompatibles. La fractura es universal, afecta toda nuestra vida cognoscitiva.

      2. Reflexión y reducción

      Repitamos el análisis con método fenomenológico:

      En la fenomenología, se restablece la unidad (en el acto de la experiencia) sobre la base de la experiencia continua. El «acto» experimental es punto de partida para el análisis. El «acto» es el principio que se presenta con sus propias dimensiones, tanto hacia el autor de este, como hacia el contenido del mismo. La reflexión va en ambas direcciones.

      Estas dos direcciones esenciales de la reflexión sobre el ver experimental señalan una oposición:

      1 La dirección que parte del «acto» experiencial y se mueve en búsqueda del autor: ¿quién ve?, ¿quién soy yo el que ve? Se establece, entonces, una reflexión para estudiar la relación de un acto del ver: ¿se pregunta por quién soy yo el que ve?, ¿cómo veo? Son preguntas que llevan hacia un saber epistemológico.

      2 La dirección opuesta parte del mismo acto y va hacia la cosa, el objeto. Se mueve en búsqueda de un contenido, un sentido de lo que «es», un objeto. Son preguntas que llevan hacia un saber ontológico.

      Es indiferente que el objeto pertenezca a una especie o a otra; siempre será una «cosa», una cosa que se ha vuelto «objeto» en el acto:

       «es» palabra = arroja un ser particular que pertenece al lenguaje-signo.

       «es» relación = nos da la experiencia de un ser de clase muy particular que vive y se alimenta de dos términos diferentes; es un ser ambivalente o plurivalente.

       «es»

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