¿Para qué molestarnos en hacer oír nuestras voces?. Selim Erdem Aytaç
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¿Con qué seguimos? Los capítulos 1 y 2 se concentran en la votación. La primera tarea que acometemos en el capítulo 1 consiste en demostrar los logros, pero también las deficiencias de las teorías heredadas de la participación electoral. La gama y la inventiva de las teorías acumuladas tornan necesaria una evaluación exhaustiva. Nuestra segunda tarea en el capítulo consiste en proponer nuestra propia teoría, que se centra en los costos intrínsecos de la abstención.
El capítulo 2 somete a prueba nuestra teoría en comparación con otras. Aportamos fundamentos para el constructo de los costos intrínsecos de la abstención, mencionado aquí y examinado con mayor profundidad en el capítulo 1. Los costos de la abstención, en efecto, influyen en la disposición a votar de las personas y suben y bajan claramente en función de lo mucho o poco que, en su opinión, esté en juego en el resultado. También sometemos a prueba las tesis acerca de la mayor disposición a votar en las elecciones reñidas –aunque las campañas y los partidos no inciten a hacerlo– y acerca de la fuerza de un sentimiento de deber cívico para llevar a la gente a las urnas. Demostramos que el deber cívico marca una diferencia, pero comprobamos que no es una norma absoluta sino condicional, de modo que, cuando está internalizada, actúa como los otros costos de la abstención.
Los capítulos 3 y 4 se concentran en las protestas. El capítulo 3 se pregunta: “¿Qué determina que la gente se sume a las protestas?”. Para proponer algunas explicaciones, comenzamos por una reseña de la abundante literatura teórica y luego presentamos una teoría de la abstención costosa de la participación, modificada a fin de que sea pertinente para las protestas. En el capítulo 4 nos basamos en investigaciones originales de varias democracias en vías de desarrollo, así como en una extensa bibliografía secundaria sobre las protestas en muchas regiones del mundo, para poner a prueba proposiciones claves derivadas de nuestro modelo. Indagamos si los objetivos de las protestas importan, y a quiénes; si las expectativas de los testigos sobre la magnitud de las protestas influyen en sus decisiones de participar, y demostramos que, en los hechos, la represión policial puede hacer que las protestas crezcan. Esta última cuestión acaso parezca paradójica si no se tiene en cuenta que la represión puede hacer subir los costos de la abstención al mismo tiempo que eleva los costos de la participación.
El capítulo 5 demuestra la importancia de tomar en cuenta las respuestas emocionales cuando se explican las fluctuaciones de esas dos formas de participación popular. En especial, es difícil comprender la dinámica de la participación si al mismo tiempo se ignora el papel de la ira y la indignación moral. Demostramos el poder de las emociones en varios países. Los investigadores han tratado de explicar la caída de los índices de concurrencia a las urnas de los estadounidenses desempleados (y, en algunos escenarios, la recuperación de esos índices con el tiempo) en relación con los costos de oportunidades que soportan cuando van a votar. Según demostramos, su comportamiento se explica mejor si se toman en cuenta las emociones que experimentan, y que a veces los políticos con visión estratégica deciden despertar. Fuera de los Estados Unidos, el papel clave de las emociones en la movilización de la gente se hace manifiesto en encuestas nacionales representativas del Reino Unido y de Suecia, que también analizamos. A su vez, cuando la policía de Turquía ataca a los manifestantes y las protestas se disparan, la explicación no es que el respaldo de los ciudadanos turcos al gobierno haya caído o que estos muestren una confianza renovada en el potencial de éxito de esas protestas. Antes bien, demostramos que la ira y la indignación moral convierten a los testigos en participantes. De ahí que emociones de empatía como la ira sean cruciales para estimular la acción colectiva, tanto en los lugares de votación como en las calles.
En las Conclusiones volvemos a la teoría de la abstención costosa y sus predicciones, nuestro método para someterla a prueba y el respaldo empírico que hemos alegado para ella. También prevemos objeciones a la teoría y les damos una respuesta. A continuación, evaluamos los beneficios de pensar en paralelo la votación y la protesta. Consideramos lo que implica nuestra teoría de la concurrencia a las urnas para las teorías de la decisión del voto una vez que la gente está en el cuarto oscuro. También nos preguntamos cuál es el estatus normativo apropiado de esas dos herramientas claves de la participación popular.
Una palabra, para terminar, sobre las fuentes geográficas de nuestros datos e investigación. Las teorías que sometemos a prueba son bastante generales, así como amplios los parámetros de su alcance. La teoría de la participación electoral es relevante para las democracias en general, aunque su importancia será menor en algunos casos, como los lugares donde el sufragio es obligatorio o resulta habitual la compra de votos. Para someter a prueba nuestras tesis, experimentamos con encuestas a votantes estadounidenses, aunque también trabajamos con datos de encuestas de otros países. El hecho de que nos concentremos en los encuestados estadounidenses es una mera cuestión de conveniencia, que refleja la disponibilidad de muestreos en línea que podemos convocar a los experimentos dentro de encuestas.[5] De igual manera, si bien la teoría de la movilización de protesta es general para las democracias, incorporamos percepciones de las protestas en regímenes autoritarios (como en los países de la Primavera Árabe): tal como se explica en el capítulo 3, el papel de la violencia política se demuestra acabadamente en las nuevas democracias.
[2] Como se explica en el capítulo 3, Dennis Chong (1991) abordó esta idea en el contexto del movimiento estadounidense por los derechos civiles.
[3] Personajes gemelos de A través del espejo y lo que Alicia encontró allí de Lewis Carroll. [N. de T.]
[4] Qvortrup (2013) y Butler y Ranney (1994) comprueban que en los referendos la concurrencia a las urnas es más variable que en las elecciones generales. Según Butler y Ranney, en promedio la concurrencia es más baja en los referendos que en las elecciones con candidatos, pero la desviación estándar es más elevada: un subconjunto de referendos, como los citados aquí, lleva la participación a niveles inusualmente más altos.
[5] Utilizamos muestras en línea de Mechanical Turk, <www.mturk.com>, sitio de Amazon.com, y Survey Sampling International <www.surveysampling.com>, según se indica. En las regiones que constituyen la especialidad de Aytaç (Turquía) y Stokes (América Latina), el voto obligatorio está muy difundido. Este último (sobre todo cuando implica sanciones reales en caso de no votar) provoca el crecimiento de la participación y la hace menos variable (véase la reseña en Blais, 2006). Por consiguiente, prestamos menos atención a esas regiones en las partes del estudio dedicadas a las elecciones, aunque ofrecen pruebas importantes en la faceta de las protestas. Fuera de los Estados Unidos, respecto del voto, el British Election Study y los Estudios de las Elecciones Nacionales Suecas presentan datos verificados de la concurrencia a las urnas, en los que la participación o la abstención de sus encuestados se confirma mediante la consulta a los padrones, lo cual hace que sean fuentes valiosas, dado que la mayoría de los demás estudios toman como válida la respuesta del propio encuestado, sin una verificación adicional.
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