Experimentar la Divinidad en la vida cotidiana. Daniel Gabarró

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Experimentar la Divinidad en la vida cotidiana - Daniel Gabarró

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si todo lo anterior es cierto, entonces, tú eres un espacio donde la Vida aparece, un espacio donde la Vida se produce.

      Eres un espacio donde el Amor, la Energía y la Comprensión surgen.

      Eres un espacio donde el Amor, la Energía y la Compren­sión surgen.

      Pero date cuenta de que tú no produces ni el amor, ni la fuerza, ni la comprensión, ni la visión, ni Todo eso te preexiste y aparece a través de ti.

      Todo eso te habita. En última instancia, eso se produce en ti, eso Es en ti.

      Decimos que eso Es en ti, porque esa fuerza existe sin que tú la produzcas, pero te hace Ser. Sin ella, no serías.

      Lo que eres, te animamos a observarlo, es la Consciencia que se da cuenta de ser habitada por la Vida. En realidad, si pudiéramos ser un poco más exactos, diríamos que somos la Consciencia dándose cuenta de sí misma y constituida por esa Fuerza Vital que nos constituye.

      ¿Puedes abrir un espacio interior para percibirlo?

      ¿Puedes dejar caer las ideas para, simplemente, percibir esa Fuerza Vital en ti?

      ¿Puedes dejarte caer confiadamente en ese Aliento Vital que te habita?

      ¿Puedes dejarte caer en tu interior como si te dejaras caer en un sofá, confiando en la Fuerza Vital que te hace respirar, mover, oír...?

      No tienes que ir a ningún sitio.

      Basta con estar en ti y reposar en esa fuerza que dirige tu digestión, tu latir, tu comprender, tu ver, tu oír, tu respirar

      Por lo tanto, es erróneo decir que "yo he nacido". Debería decir "Dios (o Ello o la Esencia o la Energía o la Vida…) ha nacido en mí".

      Todos nuestros sentidos y capacidades son, en realidad, el instrumento musical a través del cual lo Superior se expresa, aquí y ahora.

      Soy un mirador desde el cual lo Superior se conoce a sí mismo.

      Soy, a la vez, la creación y el actor. Aquí y ahora. Soy la Consciencia dándose cuenta de sí misma, gracias a la Fuerza Vital que la constituye.

      El gran error es creerse separado de lo Superior.

      Lo Superior me habita. Yo no tengo que conectar con la Divinidad: estoy en su interior. Solo tengo que mirar en mi interior, descubrir que la Vida ya me habita y decir que sí a lo que soy y a lo que ocurre.

      El gran error es creerse separado de lo Superior.

      Yo soy porque Dios es en mí.

      No soy yo quien nació, sino que la Vida (llámalo como quieras: Dios, Energía, Consciencia) nació en mí.

      Yo no soy sino el Aliento Vital que me habita. Sin esa Fuerza no sería, no existiría.

      Yo soy, en realidad, ese Aliento Vital expresándose a través de este cuerpo y esta mente. Pero no soy ni el cuerpo ni la mente: esos son meros instrumentos. De hecho, cuando los instrumentos mueren, la Vida sigue existiendo.

      Cuando nos damos cuenta de esto, vemos que no merece la pena seguir poniendo la atención en lo efímero, en lo que no es (y que no somos), sino en lo que siempre es y siempre ha sido.

      No tienes que ir a ningún sitio.

      Pon atención en ello: eres la Totalidad dándose cuenta de sí misma.

      Vuelve hacia adentro y reposa en la Fuerza Vital amorosa que te habita.

      ¿Lo intentas?

      No te pedimos que tengas éxito; solo te pedimos que lo intentes.

      Se trata de algo tan sencillo que, quizás, pasó desapercibido a lo largo de tu vida. Pero es muy simple. Seguro lo viste de una forma evidente cuando lo miraste.

      Pon atención en ello: eres la Totalidad dándose cuenta de sí misma.

La Totalidad lo abarca absolutamente todo

      La Realidad forma un conjunto, una Unidad, una Totalidad absoluta. Nada tiene existencia fuera ni más allá de la realidad de lo que existe.

      Pensar algo que esté separado o fuera de la realidad es un absurdo.

      La Totalidad (o la Realidad) lo es todo.

      Nada puede estar fuera ni separado de la Totalidad.

      Nada puede estar fuera ni separado de la Totalidad.

      Entonces, en todo momento, en todo lugar, en toda circunstancia y en todo acto somos la Totalidad. No podemos ser otra cosa que esa Totalidad. Somos un foco de la Totalidad. Somos un punto concreto y específico de la Totalidad. Es imposible ser otra cosa.

      Estamos constituidos por la misma Energía que da existencia a todo. No estamos separados del mundo, no estamos separados de la naturaleza, no estamos separados del universo y de los multiuniversos. Somos mundo. Somos naturaleza. Somos universo y multiuniversos.

      Las formas cambian: nacen y mueren cuerpos; aparecen y desaparecen estrellas... pero la Energía que las conforma solo se transforma, pues siempre Es.

      Y tú no puedes ser otra cosa que esa Energía Vital.

      Nosotros somos la chispa de la vida, el Aliento Vital, aquí y ahora. Tú eres esa chispa divina. No puedes ser otra cosa. Nada sino eso existe.

      Visto desde esta perspectiva somos la expresión de Dios, pues no podemos ser otra cosa.

      Somos la expresión de Dios, pues no podemos ser otra cosa.

      Ciertos temas, ciertos aspectos nos pueden costar comprenderlos, entenderlos, pero no son al margen de la Totalidad; no son al margen de la sinfonía que es la Vida.

      Siempre estamos inmersos en la Totalidad. Lo único que cambia es que seamos o no conscientes de ella.

      Por eso, los textos místicos afirman cosas de este estilo:

       Yo y el Padre somos uno.

       El reino de Dios está en nosotros.

       Yo soy la luz del mundo.

       No hay dualidad.

       Yo soy la Totalidad y el Vacío.

      No resulta difícil de entender, ¿verdad?

      Si todo lo que existe es hijo del Aliento Vital, tú no puedes ser sino, también, hija o hijo de Dios. Nada existe que no sea eso. Evidente, ¿verdad?

Experimentar la Divinidad

      Todo esto que estamos explicando no es para ser creído, sino para ser verificado, vivido.

      Dios no quiere ser creído, quiere ser encarnado. La Vida no quiere ser pensada, sino vivida.

      Tú debes

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