La otra campana. Matías Tombolini
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Sostengo que gobernar también significa establecer prioridades y, durante esos primeros días, se pudo comprobar por dónde iba la cuestión. 72 horas después de visitar Israel, Fernández dio inicio a su gira europea. “Europa es un continente enorme, del cual muchos de nosotros descendemos, y fundamentalmente son los grandes inversores que Argentina tiene”, declaró el presidente en un intento de poner blanco sobre negro respecto del objetivo del nuevo destino, que era bien diferente del de su primera visita oficial.
A la luz de las cifras, los dichos de Fernández verifican la relevancia de aquella instancia de la gira. En términos de inversión extranjera directa, en el período comprendido entre el 2001 y 2012, (31) Europa en su totalidad fue el continente que más aportó, con unos USD 40.729 millones (55 % del total), de un total de USD 73.972 millones. Profundizando en la Unión Europea, el bloque registró unos USD 37.735 millones (51 %) bajo este concepto. De este modo, la región se convirtió en el principal inversor, dejando muy por detrás a Norteamérica con unos USD 16.188 millones (22 %). Asimismo, indagando en las cifras del Banco Central (32) y en los informes de la CEPAL, (33) esta tendencia en el ranking de inversores se mantuvo hasta el 2016. Sin tener en cuenta el 2020 afectado por la pandemia, en el último año (2019) el comercio con la Unión Europea representó el 13,6 % de las exportaciones, 18,2 % de las importaciones, y 15,6 % sobre el total de nuestro comercio exterior, ubicándose inmediatamente detrás del intercambio con el Mercosur. Desde una mirada más largoplacista, el promedio del último lustro, traslada las cifras a una proporción del 14,6 % para las exportaciones y 17,5 % para las importaciones. En otras palabras, durante el período comprendido entre el 2015 y el 2019, las transacciones con la Unión Europea -incluyendo en ésta a Reino Unido para todos los años bajo estudio- representaron el 16 % del volumen comerciado total, (34) siguiendo nuevamente a nuestro principal socio comercial, el Mercosur, bloque que acaparó en dicho período el 24 % del total.
Adentrándonos en la composición de estos flujos, Argentina podría encontrarse en una situación desventajosa en términos de ingresos de divisas al país. En este sentido, mientras las manufacturas de origen agropecuario retienen el 49 % de las exportaciones totales hacia la región europea, las importaciones son lideradas por los bienes intermedios y las piezas y accesorios para bienes de capital, representando el 32 % y 27 % del total, respectivamente. Dado que los segundos observan precios más elevados que los primeros, no resulta sorprendente que, en los últimos años, el saldo de la balanza comercial con la Unión Europea se haya ubicado sistemáticamente en terreno negativo (por supuesto, sin contabilizar el último año en el cual las necesidades fueron modificadas y, por tanto, también las transacciones comerciales haciendo que el balance sea superavitario desde nuestro punto de vista).
Teniendo en consideración la relevancia de esta región en el comercio de Argentina, la llegada del acuerdo entre el Mercosur y el bloque europeo en julio de 2019, (35) se planteó como la aspiración para sentar las bases para una profundización de la relación entre las partes. De este modo, planteando esta medida de libre comercio como un hito, la gestión entrante podría haber viajado hacia allí teniéndolo como eje principal, pero sin dudas las urgencias estaban en otras partes.
Roma, Berlín, París y Madrid figuraban en la agenda, pero antes haría una visita especial, al Vaticano. El presidente y el Papa Francisco o mejor, el padre Jorge, sostienen una vieja relación afianzada durante años. Se habían visto por última vez en 2018, cuando Fernández ni siquiera era candidato.
Cuarenta y cuatro minutos duró el encuentro privado y parece que, al hablar de Argentina, el tema de la deuda se abordó en más de un sentido. Uno fue el económico y otro, más relevante aún, la deuda social. Y en ambos casos, el consejo del Santo Padre estuvo orientada a pedir que tomemos conciencia de la necesidad de apelar al diálogo, dejar atrás peleas estériles y enfrentar unidos una de las crisis más tremendas que hemos atravesado, y cuyo eje era la situación de pobreza e indigencia en la que se encontraban millones de argentinos, según transcendió luego de la reunión.
La histórica diplomacia vaticana nos ha enseñado que, más allá del peso espiritual que tiene la palabra del Papa, es importante observar algunos gestos. Y en esos días realizó uno especial. Francisco habló en un seminario de Economía celebrado en su propia casa y pidió ayuda para los países endeudados llamando a los organismos internacionales a aliviar la situación con citas a Juan Pablo II. El sumo pontífice resaltó que: “las exigencias morales de Juan Pablo II en 1991 resultan asombrosamente actuales hoy”. “Es ciertamente justo el principio de que las deudas deben ser pagadas. No es lícito en cambio exigir o pretender su pago cuando éste vendría a imponer de hecho opciones políticas tales que llevaran al hambre y la desesperación a poblaciones enteras. No se puede pretender que las deudas contraídas sean pagadas con sacrificios insoportables”, agregó en uno de los pasajes de su exposición.
En el seminario se encontraba presente la nueva titular del FMI, Krsitalina Georgieva, y el rol que la búlgara ha cumplido en la reestructuración de la deuda externa hasta aquí ha sido ampliamente favorable en el sentido de arribar a acuerdos razonables para la Argentina.
En cuanto a la deuda social, la Iglesia argentina conoce de cerca el hambre y la desesperación de miles de familias que se acentuaron en los últimos años según todos los registros oficiales y más allá de cualquier valoración subjetiva.
En las últimas décadas, la Iglesia se ha convertido en un actor relevante que se explica no solo por su presencia en las crisis recurrentes como gestora de múltiples programas sociales, sino por el nivel de credibilidad manifestada en la confianza hacia la institución sobre todo del sector empresarial y de la dirigencia política y social.
El trabajo de la Pastoral Social, las parroquias en barriadas pobres y la red de curas villeros, representa un entramado que toma el pulso de manera bastante más certera sobre lo que sucede que las encuestas de algunas prestigiosas consultoras. “Para ser cura villero una de las claves es vivir en el mismo barrio en el cual trabajamos. Somos vecinos, y eso le da una envergadura a nuestra misión”, afirma Lorenzo de Vedia, más conocido como “el padre Toto” quien junto al padre Pepe o el padre Guillermo del barrio Carlos Mugica, son las voces de las necesidades más urgentes de nuestro país. No existe prioridad más relevante que combatir el hambre.
En el primer semestre de 2020 el INDEC relevó un total de 9.367.719 hogares en 31 aglomerados urbanos, de los cuales 2.849.755 se encontraban bajo la línea de pobreza y 754.155 bajo la línea de indigencia. También se relevaron 28.571.057 personas, de las cuales 11.680.575 se encontraban bajo la línea de pobreza y 2.995.878 bajo la línea de indigencia. Si se extrapolan las últimas dos cifras al total de la población (45.157.738), en el primer semestre de 2020 Argentina tenía 18,5 millones de personas que no alcanzaban a comprar una Canasta Básica Total (pobres) y 4,7 millones de esas personas tampoco alcanzaron a comprar una Canasta Básica Alimentaria (indigentes). En cuanto a los grupos de edad, se destaca que el rango etario que más sufre la pobreza es la de los niños. El 56,3 % de la población entre 0 y 14 años son pobres. (36) Sin duda, no es posible resolver esta dolorosa deuda sin buscar soluciones para el endeudamiento externo que nos estaba ahogando. Y para ello se necesita el concurso de todos los actores relevantes.
“¿Por qué en este continente tan rico se sufre tanto? Hay una sola respuesta: la desigualdad. El problema de América Latina es la desigualdad.” Estas fueron las palabras del presidente Fernández en el auditorio de la Casa de Estudios Políticos de París, en una de las escalas de aquel primer viaje. Previo a aquella charla, el presidente se había reunido previamente con Thomas Piketty, economista referente en temas de desigualdad.
El balance de esta primera salida internacional fue claramente positivo. Los apoyos recogidos entre su par italiano, Sergio Matarella, además del primer ministro italiano, Giuseppe Conte, del mismo modo que sucedió en España durante las reuniones con Pedro Sánchez