Dimensiones más allá de lo conocido. Osho
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Los Upanishads fueron recitados en forma de poesía; también el Guita. Pero Buda y Mahavira no hablaron en forma poética. Hay una razón para este cambio. Desde el tiempo en el que se escribieron los Upanishads y el Guita, el mundo ha cambiado. El periodo cuando fueron escritos era, en cierto sentido, poético. La gente era sencilla y franca: no había demanda para la lógica. Si se les hubiera dicho: “Dios es”, ellos simplemente dirían “sí”; no darían la vuelta para preguntar: “¿Qué es Dios? ¿Cómo es su apariencia?”
Si vemos cómo son los niños, tendremos una idea de qué clase de gentes debieron haber sido en esos días. Un niño podría hacer una pregunta muy difícil y, sin embargo, estaría satisfecho con una respuesta simple. Un niño puede preguntar de donde vinieron su pequeño hermano o hermana. Le respondes que él o ella fueron traídos por una cigüeña y él queda satisfecho. Luego se va corriendo a jugar. Ha hecho una pregunta muy difícil a la que ni una inteligencia elevada es capaz de responder correctamente. El niño pregunta la más básica pregunta fundamental “¿De donde vienen los niños?”, ustedes contestan que los trajo una cigüeña, y acabándolo de decir, el niño ya se ha ido. Queda complacido con una respuesta muy simple. Y entre más poética sea la respuesta, más complacido quedará. Es por eso que en los libros para niños pequeños tenemos que usar poesía. La poesía alcanza muy rápido el corazón de un niño. Hay un ritmo y una melodía en ella que alcanza rápido su mente. El niño vive en un mundo de ritmo y melodía.
Buda y Mahavira usaron la prosa, porque en el tiempo que vivieron, la gente estaba acostumbrada a usar mucho del pensamiento lógico. Se hacían preguntas diminutas, pero la gente no quedaba satisfecha aún con respuestas largas e intrincadas. Entonces, hacían otras veinticinco preguntas adicionales. Por eso Buda y Mahavira tuvieron que hablar en prosa.
Ahora ya no es posible hablar en poesía. Ahora se escribe poesía por entretenimiento. Alguna vez todos los asuntos serios y fundamentales fueron dichos solamente en forma de poesía. Pero ahora no se pueden decir los asuntos serios en forma poética. Todavía escriben poesía aquellas personas que disponen de tiempo y que tienen un deseo de entretener, pero todos los asuntos de valor son dichos en prosa. El género humano ya no es como niño; se ha vuelto adulto. Piensa con lógica en todos los asuntos. Sólo la prosa puede usarse lógicamente.
Cada medio cambia el contenido. A mi parecer, en la medida que se desarrollen los métodos de comunicación, regresará la transmisión de pensamientos por medio de la palabra hablada. Por un tiempo, la palabra impresa fue la más importante, pero ahora los avances tecnológicos nos están regresamdo la posibilidad de la comunicación directa mediante medios vivos, por causa de la televisión.
Después de un tiempo, nadie estará dispuesto a leer un libro. Yo puedo hablar a todo el mundo por una red de televisión. Todos pueden oír directamente. Entonces no es muy bueno el futuro del libro. Ahora, de alguna manera, el libro no será leído; será visto. Esto debe hacerse popular; el libro debe transformarse. Ahora se han desarrollado los microfilms, entonces es posible ver un libro en una pantalla. Muy pronto se cambian las palabras por imágenes.
Desde mi punto de vista, la escritura se desarrolló por impotencia. No había otra manera. Aun ahora, aquellos que quieren transmitir algo que es muy importante usan el medio del discurso hablado. No sé para quién voy a escribir. Mientras no exista alguien frente a mí, no me surge ningún deseo de hablar. No existe en mí el placer de hablar por hablar.
Ésta es la diferencia entre un escritor y alguien que está iluminado. El literato tiene cierto interés en sólo expresar algo. Está satisfecho si lo logra. Cuando lo hace, parece que deja caer una gran carga de sus hombros.
En mí no hay tal carga. Mientras hablo contigo, no estoy recibiendo placer sólo porque te estoy diciendo algo. Al decirte algo no existe el sentimiento de ser liberado de una carga. Mi decir, en un sentido, es menos una expresión y más una respuesta. No hay en mí un sentimiento de que tengo que decirte algo. Sólo se me ocurrirá decir algo si tú quieres saber algo. La condición de mi mente es tal, que si tú tiras un cubo en mi pozo, algo va a emerger de él. Gradualmente se me ha hace más difícil hablar a menos que se haga una pregunta. En el futuro me va a ser más y más difícil sólo hablar. Entonces, tengo que encontrar excusas.
Si voy a hablar del Guita, necesito una excusa. Si me proporcionas esa excusa, entonces hablaré. Pero se me está haciendo difícil hablar si no me das una excusa. Si no hay un clavo o una clavija en donde colgar algo, entonces es un problema el qué colgar o por qué debo colgarlo. Permanezco en silencio-vacío. Sales de este cuarto y me vacío.
Si alguien tiene el deseo de hablar, la necesidad de hablar, entonces estará listo para hablar aunque no estén ustedes en el cuarto. Su mente preparará lo que va a decir a pesar de que no haya nadie presente. Cuando acumule suficiente material, se verá impelido a hablar.
Para mí esto no es verdad. Estoy completamente vacío. Si surge una pregunta y me hacen hablar, sólo entonces hablaré. Por eso es difícil escribir. Escribir es fácil para aquellos que están llenos.
* * *
¿Por qué no escribe su autobiografía?
También se puede preguntar eso: ¿por qué no escribo mi autobiografía? Podría parecer muy interesante, pero hablando sinceramente, después del autoconocimiento no hay autobiografía. Todas las autobiografías son egobiografías. Lo que llamamos una autobiografía no es una historia del alma. En la medida en la que no conozcas qué es el alma, lo que escribas será una egobiografía.
Es interesante notar que no han escrito sus autobiografías ni Jesús, ni Krishna, ni Buda. No la dijeron ni la escribieron. Para aquellos que se han llegado a conocer, no ha sido posible hablar o escribir de sí mismos, porque después de saber, la persona cambia en algo tan sin forma que lo que llamas los hechos de la vida —hechos como la fecha de nacimiento, la fecha en que sucedió un evento particular— se disuelven. Lo que sucede es que todos estos hechos dejan de tener significado. El despertar de un alma es tan cataclísmica que después de que ocurre, cuando uno abre los ojos, encuentra que todo está perdido. No queda nada; no queda nadie para hablar de lo que sucedió.
Después de que uno ha conocido su propia alma, una autobiografía parece como una versión onírica de sí mismo. Es como si uno estuviera escribiendo el relato de sus sueños: “Un día vio este sueño, el siguiente día otro sueño, y el día después un tercero”. Una autobiografía como ésta no tiene más valor que una fantasía o un cuento de hadas.
Por eso es difícil escribir para una persona iluminada. Al despertar y estar consciente, encuentra que nada merece ser escrito. Todo ha sido un sueño. Permanece el asunto de la experiencia de volverse consciente, pero lo que es conocido a través de la experiencia no pude ser escrito.
Esto es así porque al reducir tal experiencia a palabras la hace ver insípida y absurda. Aún así, siempre hay el intento de hablar de la experiencia de diferentes maneras y mediante métodos diferentes.
Toda mi vida iré diciendo lo que pasó. No hay nada más que decir excepto esto. Pero esto tampoco puede ser escrito. Tan pronto como se escribe, se siente que no vale la pena hablar de eso. ¿Qué hay ahí para escribirse? Uno podría escribir: “He tenido una experiencia