El gran desafío: La nueva constitución. René Cortázar
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EL GRAN DESAFÍO.LA NUEVA CONSTITUCIÓN
© René Cortázar, 2021
ISBN Edición impresa: 978-956-6131-04-5
ISBN Edición digital: 978-956-6131-03-8
Edición: Diego Campos
Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com [email protected]
La reproducción total o parcial de este libro queda prohibida, salvo que se cuente con la autorización del editor.
ÍNDICE
CAPÍTULO 1. El gran desafío: La nueva Constitución.
CAPÍTULO 2. El Gran Mito I: las causas del malestar
CAPÍTULO 3. Las causas del malestar: una visión alternativa
CAPÍTULO 4. El Gran Mito II: la visión suma-cero
CAPÍTULO 5. Las ventajas comunicacionales de los mitos
CAPÍTULO 6. Una nueva Constitución
ANEXO I. Carta abierta al Presidente de la República
Para Ana María
AGRADECIMIENTOS
Este libro se publica en el marco del Programa de Investigación e Innovación Social CIEPLAN-UTALCA.
Agradezco especialmente los comentarios de Ignacia Alamos, José Pablo Arellano, Alejandra Cortázar, Catalina Cortázar, Javiera Díaz, Enrique Errázuriz, Alejandro Foxley, Soledad Gutiérrez, Manuel Marfán, Patricio Navia, Cristina Orellana, Alejandra Pérez, Pablo Piñera, José Luis Ramaciotti, Raúl Eduardo Sáez, Lucas Sierra, Rodrigo Valdés e Ignacio Walker.
Agradezco el trabajo de edición de Diego Campos, y a mi ayudante de investigación Javiera Díaz.
Como siempre, la responsabilidad respecto del contenido es sólo del autor.
CAPÍTULO 1El gran desafío:La nueva Constitución.
Existe en el país, desde hace años, una sensación de bastante pesimismo respecto de nuestras posibilidades de desarrollo económico y social: sólo una de cada cuatro personas cree que vamos por un buen camino (Cadem, 2021). Consideramos que hay muchas y muy buenas razones para ese pesimismo. Los resultados de la elección de constituyentes no han hecho más que aumentar nuestra preocupación.
Pero más allá de la perspectiva de cada uno, como sociedad enfrentamos el Gran Desafío de establecer una Nueva Constitución. Habrá un debate entre los diversos sectores políticos y sociales. En ese marco, el propósito de este libro es contribuir con algunas propuestas concretas a esa discusión.*
Partamos primero por la foto de hoy. Es ciertamente mala: mucha gente desesperada por la pérdida de empleos y contratos suspendidos; más de un millón de personas que han perdido su ocupación en el último año; empresas ahogadas. Una situación grave, aunque similar a la otros países golpeados por el coronavirus.
El problema fue que a la mochila del coronavirus nosotros en Chile le sumamos, desde el punto de vista del desarrollo, dos mochilas más: la que nos echamos a la espalda a partir del 18 de octubre de 2019, y otra que ya cargábamos desde antes que se produjera el “estallido social”. Partamos desde atrás, con la primera mochila, la que traíamos puesta al 17 de octubre.
Chile fue, históricamente, un país mediocre en términos de su desarrollo. Entre 1950 y 1990 crecimos menos que el resto del mundo. Durante todo ese período nos mantuvimos en el sexto lugar en la tabla de posiciones de América Latina1. Se sucedieron, en ese período, gobiernos de derecha, de centro y de izquierda. Pero nosotros, ¡firmes en el sexto lugar! De hecho, cuando asumió Patricio Aylwin como Presidente de la República el 11 de marzo de 1990, seguíamos en el sexto lugar, con todo lo que ello significa en términos de empleo, salarios y acceso a los servicios sociales.
Si nuestra selección de fútbol se mantuviera por 40 años en el sexto lugar en la tabla de posiciones de América Latina, lo menos que diríamos es que es mediocre. Muchos decían que la culpa era de nosotros, los chilenos. Era culpa de los jugadores. Ahorrábamos poco (alrededor de un 15% del ingreso nacional) e invertíamos poco, y por eso crecíamos poco. En definitiva, decían, éramos poco frugales. Pero después tuvimos una etapa de desarrollo acelerado que duró por más de un cuarto de siglo. En ese período crecimos más que el resto del mundo: en la década de los ‘90, más del doble que el resto del mundo, y en el periodo 2000-2014, un 70% más rápido que los demás2. En poco más de una década pasamos del sexto lugar, en que habíamos permanecido por más de 40 años, al primer lugar de América Latina. Ahorrábamos mucho, invertíamos mucho y crecíamos mucho.
¿Qué pasó? ¿Qué nos dirían los que antes culpaban a los jugadores, a nosotros los chilenos, de ser poco frugales? ¿Que tuvimos una mutación genética?
Douglass North (1990), quien recibió el Premio Nobel de Economía por sus investigaciones sobre las causas del desarrollo, nos ofrece otra interpretación: no son los jugadores, sino la calidad de las reglas del juego (las instituciones) lo que hace la diferencia entre los países que se desarrollan y los que se frustran en el intento. Son las reglas del juego las que crean la estructura de incentivos que incide sobre la conducta de los jugadores. Los mismos jugadores, con mejores reglas del juego, podíamos producir mejores resultados. Y fue eso exactamente lo que ocurrió.
El paso de un desarrollo mediocre a un desarrollo acelerado se produjo como resultado del cambio en un conjunto de reglas del juego: fiscales, tributarias, laborales, previsionales, de apertura y tratados de libre comercio y concesiones de obras públicas, entre otras (Foxley, 1995). En materia fiscal, por ejemplo, pasamos de cuatro décadas de déficits fiscales, que se comían parte del ahorro del