17+85 españoles geniales. José María Moya

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17+85 españoles geniales - José María Moya 1785 motivos

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Desde entonces, no he dejado de nadar y me he convertido en la deportista española con más medallas paralímpicas, mundiales y europeas.

      Mi trabajo y esfuerzo se ha visto reconocido de muchas maneras: premios, medallas, puestos de responsabilidad… Con todo esto, nunca he abandonado mi vocación de ayudar a los demás. Y he aprendido que todos podemos hacerlo desde nuestro sitio, sin necesidad de ser médicas, millonarias, misioneras, o de tener dos piernas que nos permitan caminar.

      He sido política y profesora, acudo allí donde me lo piden para demostrar con mi ejemplo que los únicos límites y barreras que nos frenan son los que nos ponemos nosotras. Los dramas son dramas si una permite que lo sean. Y creo que siempre es mejor fallar o equivocarse que arrepentirse de no haberlo intentado.

      La vida me ha enseñado que con compromiso, trabajo, esfuerzo y creatividad puedes alcanzar lo que desees. Todos tenemos muchas capacidades. El reto es sacarlas a la luz para superar las dificultades y aportar a la felicidad propia y de otros.

      Teresa Perales es la deportista española con más medallas: ha ganado 26 medallas paralímpicas, 20 mundiales, 37 europeas y tiene 5 récords del mundo. Tiene la Gran Cruz de la Real Orden al Mérito Deportivo, el Premio Nacional de Deporte y la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, entre otros reconocimientos.

Teresa Perales

      «Tener sueños es maravilloso y esforzarte y luchar por conseguirlos, todavía más. Tus sueños son tu tesoro y alimentarlos depende de ti»

      Miguel de Cervantes

      1547–1616

      EL INGENIOSO ESCRITOR

      Me llamo Miguel y soy soldado y escritor. Nací en Alcalá de Henares, en una familia con poco dinero, pero mucho interés por la cultura. Mi padre quiso que tanto mis hermanas como yo estudiásemos, y así me convertí en gran lector. También me gustaba asistir a representaciones de teatro desde muy pequeño.

      Mi vida fue una lucha constante contra la mala suerte. Con 22 años me alisté en el ejército, porque era una forma de vivir aventuras y a la vez ganarme la vida. Batallé, navegué y, en una dura batalla en aguas de Lepanto, me hirieron el brazo para siempre. Desde entonces, muchos me llamaban el Manco de Lepanto. Después de aquella batalla pensé que me tratarían como a un héroe, pero antes de volver a mi casa, el enemigo me apresó y pasé cinco años encarcelado. Intenté escapar varias veces, pero fue mi familia la que consiguió liberarme pagando un rescate. Me gustaba escribir versos, escribir teatro. También intenté ganarme la vida como escritor, pero nunca lo logré. Publiqué algunos libros, escribí alguna obra de teatro que se representó en Madrid y entré en contacto con otros escritores, aunque nada de todo esto me dio dinero suficiente para vivir y mantener a mi familia. Cuando ya era anciano, escribí la historia de un hombre que se vuelve loco por culpa de los libros de caballería. Se llamaba: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Esta vez sí vi el éxito más cerca. El libro gustó tanto que mi editor tuvo que hacer una segunda edición al cabo de tres meses.

      Hoy soy el escritor español más famoso, me llaman “Príncipe de los Ingenios” y dicen que cambié la forma de entender la novela, aunque tardé mucho en conseguir ese éxito. Pero logré mi sueño, porque no dejé de perseguirlo.

      Miguel de Cervantes es el escritor español más universal. El Quijote es la novela más traducida y editada del mundo, solo por detrás de la Biblia. Se puede leer en más de 50 idiomas. Como homenaje al genial escritor, el Día del Libro se celebra cada año el 23 de abril. La Unión Astronómica Internacional llamó Cervantes a una estrella y Quijote, Rocinante, Sancho y Dulcinea a los cuatro planetas que orbitan a su alrededor.

Miguel de Cervantes

      «El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho»

      Carme Pigem

      1962

      LA ARQUITECTA DE LA NATURALEZA

      Me llamo Carme y soy arquitecta. Nací en Olot (Gerona), y nunca me he separado demasiado de esta tierra que arropó mi infancia. Mi padre tenía un taller de ingenios eléctricos y pasé tiempo en los pasillos de su fábrica y mi madre tenía una sensibilidad especial para la belleza. Puede que la combinación de estas dos cosas me haya hecho como soy.

      De pequeña tenía muy claro que quería dedicarme a algo creativo, para que la monotonía no invadiese mi vida. Empecé estudiando Bellas Artes y después me licencié en Arquitectura. Y allí, en la Facultad de Arquitectura, conocí a Ramón Villalta y Rafael Aranda y nos asociamos para abrir un estudio: RCR Arquitectes. En Barcelona se acercaban las Olimpiadas y había mucho que construir, pero nosotros queríamos libertad y trabajar en contacto con la naturaleza, así que nos instalamos en Olot y nos presentamos a un concurso para diseñar un faro en Gran Canaria. Y ganamos. Nos eligieron. Nuestro faro vertical llegó a muchos oídos y un buen día nos llamaron de Japón. Allí aprendimos que no hay por qué dejar la naturaleza fuera de los edificios, que se pueden combinar.

      Después de aquel premio llegaron otros, en España y fuera de España, exposiciones, encargos que suponían un reto. Hemos diseñado casas, bodegas, restaurantes, guarderías… y siempre buscamos la unión entre el edificio y su entorno, romper las barreras entre un edificio y el paisaje que lo rodea. Y esto es también lo que enseño en mis clases de la universidad.

      Somos un equipo, tres mentes creativas trabajando juntas, pero con libertad. Nos gusta decir que somos como un trío de jazz.

      En 2017, el estudio RCR Arquitectes del que es socia Carme Pigem recibió el premio Pritzker, que es como el premio Nobel de arquitectura.

Carme Pigem

      «La sociedad debe tomar conciencia del valor de la arquitectura, porque le interesa saber que cuanta más calidad tengan sus espacios, mejor será su vida»

      Pablo Picasso

      1881-1973

      EL GENIO DE LOS PINCELES

      Me llamo Pablo y soy pintor, como mi padre. Nací en Málaga y, aunque viví en La Coruña, Barcelona, París y otros lugares, siempre guardé la luz, el mar y los colores del sur entre mis pinturas y pinceles. Cuando era niño, mi madre me dijo que podría convertirme en lo que me propusiera. Yo quise ser pintor y me convertí en Picasso.

      Desde el primer día que cogí un pincel, busqué que mis cuadros no mostraran solo lo que yo veía. La pintura fue una manera de expresar mis emociones. Si estaba triste por la muerte de un amigo o por la guerra, pintaba azul o negro y blanco; si estaba feliz, enamorado, pintaba rosa, circos y arlequines.

      Nunca me cansé de buscar nuevas formas de pintar lo que sentía, mezclando colores, las técnicas más modernas con el arte más antiguo y lejano… Así nació de mis pinceles el cubismo.

      Inquieto e inconformista, busqué otras maneras de contar lo que pensaba, mi visión del mundo, y probé con la cerámica, los decorados de teatros y ballets… Siempre tuve en cuenta que el arte no es solo algo bonito. Por eso, con muchas de mis obras también quise hablar de paz y de lo que duele la guerra a las personas y a los países.

      Mi vida fue como todas: feliz, unas veces, triste otras. Dibujé el mundo con mis pinceles. A todos los que me preguntaron cómo lo hice les dije que con mucho trabajo. Y les

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